El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, anunció el fin del confinamiento voluntario en Osaka y dos prefecturas vecinas del oeste del país, donde se considera que la expansión del coronavirus se ha ralentizado, aunque se mantendrá en Tokio.

Abe explicó que en su reunión de hoy con los expertos médicos que asesoran a su gobierno en la lucha contra el brote de coronavirus, se acordó la eliminación inmediata del estado de emergencia en Osaka, Kioto y Hyogo.

Agregó que la medida seguirá vigente en Tokio y otras tres prefecturas vecinas, así como en Hokkaido, donde si bien el ritmo de contagios también ha disminuido, todavía no alcanzan una tasa de contagios lo suficientemente baja como para aflojar el confinamiento.

El primer ministro agregó que el lunes próximo se reunirá nuevamente con expertos para evaluar la posible eliminación de las medidas en la región capital y en Hokkaido, informó la agencia de noticias japonesa Kyodo.

Japón ha adoptado un enfoque flexible para tratar de evitar contagios a la vez que se intenta minimizar el daño a la economía. La cuarentena ha sido voluntaria, no obligatoria.

No se impusieron restricciones a los movimientos de los residentes, y los negocios desde restaurantes hasta peluquerías permanecieron abiertos. Tampoco se desplegaron aplicaciones de alta tecnología que rastrearan los movimientos de la gente. El país no tiene un centro de control de enfermedades. Y aún cuando se exhortó a las naciones a “testear, testear y testear”, Japón ha realizado pruebas de diagnóstico a sólo el 0,2% de su población, uno de los índices más bajos entre los países desarrollados.

De curiosa forma, Japón logró que la curva se aplane, con la cifra de muertes muy por debajo de 1.000, de las menores entre las naciones desarrolladas del Grupo de los Siete.

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