Así lo indicó la doctora Stella Lancuba, presidente de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (SAMeR), quien explicó que sostuvo que estudios recientes de la Universidad de California muestran que «el 56% de las mujeres y el 32% de los hombres que hacen un tratamiento de fertilidad desarrollan depresión o angustia».

«En tanto, el 66% de los pacientes, de ambos sexos, presentan elevados niveles de ansiedad», señaló, a la vez que remarcó: «Los sentimientos ante las dificultades para lograr un embarazo son similares -cuando un tratamiento fracasa- a la angustia, la depresión o el estrés que provoca el cáncer».

En ese sentido amplió: «Los pacientes son muy ansiosos en los tratamientos y el 93% que experimenta ansiedad no retiene las consignas y, en ocasiones, no cumple las pautas terapéuticas. Hoy sabemos que 1 de cada 3 pacientes en tratamiento de fertilidad asistida lo abandona por el estrés y la congoja emocional que éste le produce».

Durante las 23º Jornadas Concebir, un evento abierto a la comunidad donde referentes expusieron sobre aspectos vinculados a la salud reproductiva, Gisela de Antón, presidente de la Asociación Civil Concebir dijo: «El manejo de las emociones es un punto crítico en el camino que recorren las personas a las que les cuesta concebir un hijo».

«Todavía hay mitos que erradicar y falta información, lo que hace que se desatiendan cuestiones esenciales como, por ejemplo, saber que la edad es uno de los factores más determinantes de las posibilidades de lograr un embarazo. Además, ante la realización de tratamientos, sin información clara, se pueden generar expectativas desmedidas y después la realidad puede ser dura», expresó. (NA)

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