La desesperada búsqueda de Priscila Alejandra Martínez —la adolescente de 15 años que desapareció en febrero— tuvo el peor final. Tras una ardua investigación policial y judicial, su cadáver fue hallado, enterrado, cubierto con cemento en la casa de Rubén Oscar Ávila, el supuesto homicida.

El cuerpo de la menor fue hallado cerca de las 18.30 en una casa de calle Catamarca, casi Larraburre, del barrio Los Lagos, en La Banda, a donde arribaron los fiscales Natalia Saavedra y Hugo Herrera, junto con las autoridades policiales.

Las averiguaciones comenzaron el pasado 23 de febrero, cuando su abuela y su tía acompañaron a la madre de la menor hasta la Comisaría Nº2 del Menor y la Mujer e informaron que desde hacía dos días que la víctima no estaba en la casa.

La instrucción para dar con el paradero de la menor empezó con la reconstrucción de sus últimas horas. Así se determinó que Priscila había sido vista por última vez junto con Ávila, su tío, quien fue detenido el pasado 10 de marzo por violar y golpear a otra menor.

A raíz de los testimonios, los investigadores manejaron distintas hipótesis. En ese marco se allanaron cuatro domicilios en La Banda: la casa de Ávila y dos viviendas de un docente implicado.

La investigación se trasladó hasta Tucumán y Buenos Aires, donde las declaraciones de allegados a la menor la ubicaban en esas provincias. La pista final que llevó a dar con el cuerpo fue una pericia caligráfica.

En medio de la investigación, la familia de Priscila recibió una carta —que apareció entre los hierros del portón de la casa de su tío— donde decía “Hola tía, estoy embarazada. No vuelvo a casa, me junté”.

Los expertos determinaron que la letra no era de la víctima y que sí podría ser de Ávila. A esas evidencias se sumaron testimonios de vecinos, quienes revelaron que días después de la desaparición, el imputado habría realizado trabajos de construcción en su casa.

“Tenía desesperación por hacer ingresar cal, ripio y cemento a la casa”, habría sido el común denominador en los dichos de los lugareños. De inmediato se realizó un nuevo allanamiento.

Al ingresar a la casa, los fiscales notaron que había dos tipos de trabajos en el piso de la habitación donde dormía Ávila. “Había un alisado muy fino y un contrapiso más elaborado”, manifestó una fuente de la causa.

Según se supo, al ingresar no había ningún tipo de olor. Pero todo el panorama cambió cuando los expertos de la policía comenzaron a destruir el cemento.

Apenas un metro de profundidad, cubierto con revistas, boletas de impuestos a nombre del tío de Ávila y CDs viejos yacía el cadáver de la menor. En el lugar no hallaron ropa, ni ningún objeto que Priscila tenía cuando fue vista por última vez.

A pesar del estado de descomposición, el cadáver no presentaba lesiones visibles graves. Solo en una de sus piernas —en la parte de atrás— tenía un corte que podría ser un cuchillazo.

Los resultados de la muerte de la menor serán develados hoy cuando los forenses realicen la autopsia en el Centro de Salud Banda.

Ahora la Fiscalía realiza averiguaciones para determinar si la casa de Ávila fue el escenario de la muerte y cuál fue el móvil que llevó al incalificable sujeto —ya imputado por abuso sexual— a truncarle la vida a una adolescente, que anoche era llorada por su familia y amigos.

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