Pese al avance implacable del coronavirus en Brasil, varias ciudades de los cinco estados más afectados por la pandemia reanudaron actividades con el objetivo de frenar el deterioro de la economía.

El país superó los 526.000 contagios y quedó al borde de las 30.000 muertes. Sin embargo, en los estados San Pablo, Río de Janeiro, Ceará, Amazonas y Pará habilitaron actividades este lunes.

Los principales economistas del Brasil elevaron en una semana de 5,89% a 6,25% su previsión de contracción del producto bruto interno (PBI) para este año, según la encuesta de expectativas del Banco Central, y el de mayo pasado fue el menor superávit comercial mensual en cinco años, reportó el Ministerio de Economía.

San Pablo -más de 111.000 casos y de 7.600 muertes-, donde desde fines de marzo rige una cuarentena “blanda”, comenzó ayer una flexibilización por fases de la que quedó exceptuada el área metropolitana de la ciudad homónima, que concentra casi la mitad de los 46 millones de habitantes de la región.

En Río de Janeiro -más de 54.000 contagios y de 5.400 decesos-, que la semana pasada superó a China en cantidad de fallecimientos por Covid-19, la capital del mismo nombre habilitó concesionarios de automóviles, mueblerías e iglesias, y anunció que desde este martes se podrán realizar ejercicios físicos al aire libre y bañarse en el mar, pero no permanecer en las playas.

El alcalde de Río, el pastor evangélico Marcelo Crivella -uno de los principales aliados de Bolsonaro-, afirmó que la cuarentena está causando “trastornos de todo tipo a la población” y sostuvo que un comité científico aseguró que el sistema de salud de la ciudad no tiene riesgo de colapso.

También Ceará, Amazonas y Pará -respectivamente tercero, cuarto y quinto estados con más casos- liberaron actividades industriales, comerciales y de servicios.

En Brasil no rigen disposiciones de alcance nacional, debido a la negativa de Bolsonaro a decretar cuarentena u otras medidas preventivas, que no obstante fueron adoptadas por la mayoría de los gobernadores y alcaldes.

La postura del jefe del Estado le generó enfrentamientos con numerosos gobernadores y legisladores, e incluso le costó la salida del gabinete dos ministros de Salud en menos de un mes.

Paralelamente, Bolsonaro se enemistó con Moro, hasta hace muy poco una de las figuras del gobierno con mejor imagen y quien dejó el gabinete en desacuerdo con cambios de autoridades policiales dispuestos por el presidente en el contexto de una investigación que puede comprometerlo.

Esos dos conflictos, hasta ahora paralelos, se cruzaron ayer, cuando Moro dijo que Bolsonaro está promoviendo una “rebelión armada” contra los gobernadores y alcaldes que decretaron cuarentena, y el mandatario respondió calificando de “cobarde” a su antiguo ministro.

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