Lo que tenía que pasar, pasó: con la última campanada de la cuenta regresiva ya en cero, el Reino Unido ha dejado de pertenecer oficialmente a la Unión Europea.

Luego de 47 años de membresía, sin haber saldado el persistente debate que se dio en el plano interno sobre si el Brexit marca la recuperación de la soberanía o si, contrariamente, verá mermada su presencia en Europa y el resto del mundo.

Exactamente a las 23, hora de Londres, después de tres años y medio de división nacional, tres primeros ministros e interminables debates parlamentarios desde el referéndum de 2016, Gran Bretaña dejó formalmente la Unión Europea (UE), con la que compartió destinos comunes hasta ahora.

Para el bloque europeo, es la primera vez en la historia que uno de sus miembros toma un camino separado. Los otros 27 países de Europa vivieron esta separación con ciertas muestras de dolor.

El 23 de junio de 2016, para sorpresa de muchos, los británicos decidieron por un 52 por ciento la salida de Reino Unido de la UE, poniendo fin así a una pertenencia no exenta de polémicas y altibajos y abriendo una etapa de incertidumbre, habida cuenta de que nunca antes un país había abandonado el bloque.

La decisión tuvo también otra consecuencia, la dimisión del primer ministro, David Cameron, quien nunca imaginó que cuando en 2013 planteó la celebración de un referéndum sobre el Brexit y en 2015 lo incluyó en su programa electoral el resultado le sería adverso.

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