Llega el frío y para muchos corredores esto es sinónimo de ya no salir a correr. No es que no les guste el running, es simplemente que no están acostumbrados o no encuentran la manera de salir sin sufrir el frío. Pero cualquiera que desee ser corredor todo el año, tarde o temprano se encontrará con días más fríos que otros, siempre dependiendo del lugar donde viva. Las primeras jornadas de baja temperatura son las más difíciles, luego el cuerpo se va acostumbrando, siempre con las precauciones adecuadas que pasamos a detallar.

Correr en invierno trae muchos beneficios, además. Los días son más cortos y el ánimo de las personas se ve afectado. Salir a correr produce endorfinas, lo cual mejora el ánimo y el humor, algo que se vuelve aún más importante cuando las horas de luz escasean. En la misma línea de sentirse bien y estar bien, mantener el estado físico también ayuda a las personas a estar mejor consigo mismas. Entregarse al sedentarismo en las semanas frías trae consecuencias en el ánimo. Así que, con esa motivación en mente, ya podemos imaginar nuestra salida.

En esa misma línea, más importante que cubrir los brazos es tener las manos abrigadas. De esta manera se evita el malestar inicial y si luego tenemos calor, los guantes se sacan y se colocan en la cintura, donde ya no molestan para nada. Lo mismo se puede decir de un Buff o un cuello, que según como se use puede tapar la cabeza o las orejas, según donde se sufra más el frío. Con la misma facilidad se lo puede quitar luego y poner en la muñeca. Un gorro cumple una función parecida. Ya una gorra de corredor ayuda, no descuidar las extremidades.

Con respecto al torso, es mejor usar varias capas livianas que una sola abrigada. Sofocarse con un buzo grueso no ayuda en nada, se suda en exceso y hasta se corre el riesgo de deshidratarse. Una remera fina de manga corta, otra de manga larga y un rompevientos sirven mucho más que un abrigo pesado. A medida que se siente calor, se pueden sacar las capas y atarlas a la cintura. En caso de salir de la puerta de casa y volver a ella sin detenernos, esto ni siquiera es necesario, con una capa, guantes y Buff casi siempre alcanza. Cada uno conoce lo friolento que es y la temperatura del lugar.

Entrenar con frío, si uno usa la ropa adecuada, es placentero. Un carrera con 5 grados de temperatura es más fácil de correr que una de 35 grados. Lo mismo para entrenar. Lo fundamental es que luego de correr y elongar, no nos debemos quedar desabrigados. Si volvemos a casa, no hay problema, si nos quedamos afuera, es imprescindible abrigarse lo más rápido posible. Si la ropa se ha mojado, lo ideal es cambiarla por otra apenas se termina el movimiento
En esa misma línea, más importante que cubrir los brazos es tener las manos abrigadas. De esta manera se evita el malestar inicial y si luego tenemos calor, los guantes se sacan y se colocan en la cintura, donde ya no molestan para nada. Lo mismo se puede decir de un Buff o un cuello, que según como se use puede tapar la cabeza o las orejas, según donde se sufra más el frío. Con la misma facilidad se lo puede quitar luego y poner en la muñeca. Un gorro cumple una función parecida. Ya una gorra de corredor ayuda, no descuidar las extremidades.

Con respecto al torso, es mejor usar varias capas livianas que una sola abrigada. Sofocarse con un buzo grueso no ayuda en nada, se suda en exceso y hasta se corre el riesgo de deshidratarse. Una remera fina de manga corta, otra de manga larga y un rompevientos sirven mucho más que un abrigo pesado. A medida que se siente calor, se pueden sacar las capas y atarlas a la cintura. En caso de salir de la puerta de casa y volver a ella sin detenernos, esto ni siquiera es necesario, con una capa, guantes y Buff casi siempre alcanza. Cada uno conoce lo friolento que es y la temperatura del lugar.

Entrenar con frío, si uno usa la ropa adecuada, es placentero. Un carrera con 5 grados de temperatura es más fácil de correr que una de 35 grados. Lo mismo para entrenar. Lo fundamental es que luego de correr y elongar, no nos debemos quedar desabrigados. Si volvemos a casa, no hay problema, si nos quedamos afuera, es imprescindible abrigarse lo más rápido posible. Si la ropa se ha mojado, lo ideal es cambiarla por otra apenas se termina el movimiento.

La ropa oscura permite absorber los rayos del sol, así que es un buen consejo elegir ropa oscura durante el invierno. Si sale de noche, esa ropa debe tener algo de superficie reflectante, algo muy común en la ropa y calzado deportivo. Y aunque en invierno se pierde menos líquido que en verano, igual algo de agua o una bebida isotónica en pequeños tragos ayuda a evitar la deshidratación. A no confiarse, sudar mucho por tener abrigo también puede ocurrir. Son esos detalles los que hacen la diferencia para sentirse bien.

Una frase que yo siempre repito es: “Nadie se arrepiente nunca de salir a correr.” Y para quienes solo salen a correr cuando hace calor, la sorpresa será enorme cuando descubran que correr con temperaturas más bajas es muy placentero y permite incluso correr mejor. En primavera, quienes siguieron corriendo y quienes no, se van a notar desde lejos. Por eso hay que elegir bien la ropa, tener en cuenta estas precauciones, y no distraerse al terminar el trabajo. Más allá de eso, habremos ganado más kilómetros y días de felicidad, pasar el invierno corriendo es fascinante”.

Comparte esta noticia