La epidemia vuelve a golpear a Alemania, que tanto sufrió las anteriores olas. Este lunes registró 9.658 casos de contagio, 3.085 más que hace una semana. Además, la tasa de incidencia de los últimos siete días se sitúa en 154,8 por 100.000 habitantes, cuando era de 110,1 el lunes pasado, según el instituto de vigilancia sanitaria Robert Koch.

Las hospitalizaciones de pacientes graves de covid-19 aumentaron un 40% en siete días, según la Sociedad de hospitales alemanes, la mayoría, personas no vacunadas. Respecto a los cuidados intensivos, el aumento de casos es del 15%.

También la alarma se enciende porque aparecieron focos de contaminación en residencias de jubilados. En un establecimiento de la región de Mecklemburgo-Pomerania, 66 de los 83 residentes se contagiaron, y 14 han muerto, después de que se diera una ola de contagios, seguramente a raíz de una fiesta organizada a principios de octubre. Solo el 6% de los residentes no estaba vacunado, pero uno de cada tres trabajadores no había recibido la dosis, lo que sin duda aceleró las contaminaciones.

La canciller saliente Angela Merkel, que gestiona los asuntos corrientes del país hasta que el socialdemócrata Olaf Scholz forme un nuevo gobierno, dio la voz de alarma este fin de semana desde la cumbre del G20, en Roma. «Me preocupa mucho la evolución actual en los hospitales, y el número de fallecidos (…) debería preocuparnos a todos», sostuvo.

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