Medicinas deglutibles personalizadas con una estructura física particular permiten que puedan acceder a sus tratamientos personas con disfagia, un trastorno que impide tragar y que afecta a 8 de cada 100 españoles, entre ellos un 85 % de los pacientes de Alzheimer en algún punto de su enfermedad.

Se estima que un 30 % de los mayores de 65 años padece disfagia, un trastorno «infradiagnosticado, que no se ve pero con el que están lidiando a diario los sanitarios que tratan a personas mayores con determinadas patologías», según ha explicado a Efe la investigadora en mecanoquímica y extrusión reactiva del Instituto Tecnológico del Plástico (Aimplas), Carolina Acosta.

Por eso, este centro, perteneciente a la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunitat Valenciana (Redit), ha puesto en marcha el proyecto Deglumed, con el que buscan nuevas formulaciones de medicamentos, suplementos nutricionales, vitaminas y extractos para facilitar su deglución y evitar atragantamientos que, en muchos casos, pueden llegar a cobrarse la vida de las personas con disfagia.

Acosta ha indicado que las personas con esta patología generalmente son personas mayores de 70 años, pacientes de alzheimer, personas que han sufrido cánceres de cuello o cabeza o que han tenido que pasar por la UCI o estar intubados por Covid.

Extrusión y medicamentos personalizados
Fruto de problemas mecánicos en la deglución o porque no se activa el reflejo neuronal que «da la orden» de tragar, estas personas no pueden beber o comer con normalidad y, por tanto, es fácil que estén desnutridas o deshidratadas, que se atraganten y que no puedan incorporar los medicamentos que necesitan para tratar sus enfermedades, que generalmente se distribuyen en pastillas o disueltos en agua.

Esta tecnología, que se lleva a cabo con maquinaria específica, permite «reordenar» los elementos sólidos, y es un proceso que ya se utiliza en la industria farmacéutica para hacer que los medicamentos sean solubles.

Desarrollo de medicinas deglutibles en Aimplas
En concreto, en la sala blanca de Aimplas -diseñada específicamente para elaborar fármacos en ella-, los técnicos del proyecto exploran nuevas formulaciones para medicamentos, suplementos alimentarios y vitamínicos y pueden llegar a producir, en esta fase de «escala piloto» de 300 a 500 gramos por hora.

Como resultado, se obtiene un filamento o un «pellet» -hilo triturado- que, en el siguiente paso, se incorpora a una impresora 3D que le da forma. Pero no cualquier forma se puede tragar fácilmente, como explica Acosta, sino que se han identificado dos que pueden deglutir las personas con disfagia.

«Son tragables los formatos tipo film, como las láminas rectangulares de chicle de unos pocos centímetros de largo, y los comprimidos pequeños que se disuelven en contacto con la saliva. En ambos casos, mediante la extrusión, podemos ajustar la textura y el grado de humedad para favorecer que se active la salivación», ha detallado la responsable del proyecto.

Un proceso de elaboración «en minutos»

Además, esta técnica permite crear medicinas deglutibles totalmente personalizadas, que se adaptan al grado de disfunción que presenten los diferentes pacientes.

Utilizar la extrusión para la elaboración de fármacos no solo permite el acceso de las personas que no pueden tragar, sino que también es más sostenible pues, al tratarse de un proceso para mezclar componentes sólidos, no se utilizan disolventes.

«Es fácil de escalar y de emplear a nivel industrial, porque es un equipamiento que ya se conoce, que se usa en la industria alimentaria y también en la farmacéutica», asegura Carolina Acosta, que destaca asimismo que es un proceso rápido, que permite obtener «en minutos» mucha cantidad procesada, lo que reduce el gasto energético.

Una enfermedad que puede afectar a todos

«Parece que la disfagia sea una enfermedad minoritaria, pero, según las estadísticas, la sufre o la sufrirá una de cada siete personas en el mundo», detalla Acosta, que asegura que, como en parte está ligada con la edad, mucha gente, «aunque no lo crea, la va a sufrir».

De ahí la necesidad de diseñar soluciones para este colectivo, que además ha crecido como una consecuencia imprevista de la pandemia y los tratamientos hospitalarios contra el Covid, asegura Acosta.

«Me gustaría pensar que en la Comunitat Valenciana y España se puede impulsar esta tecnología en la industria farmacéutica y la de la nutrición», concluye la investigadora, que destaca la necesidad de seguir apostando por la medicina personalizada: «Está claro que no todos tenemos la misma dolencia, pero también que no todos la padecemos igual»./EFE

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