Hace 25 días una larga caravana de vehículos se aglutinó sobre la ruta de acceso a Nagorno Karabaj desde Armenia. Un grupo de ciudadanos de Azerbaiyán bloqueó la carretera a la altura de la ciudad de Shushi, bajo ocupación azerbaiyana a partir de la guerra de 2020. Los manifestantes afirmaron que el despliegue respondía a reclamos ambientales, particularmente por el manejo de minas de oro, cobre y molibdeno.

Estas minas se encuentran en el terreno de Nagorno Karabaj bajo control armenio; sin embargo, Azerbaiyán cedió sus derechos de explotación a la compañía británica Anglo Asian Mining en julio.

En reiteradas oportunidades, los azerbaiyanos intentaron acceder a la mina de Kashen bajo el argumento de un “monitoreo ambiental”, aunque su acceso fue denegado por las tropas pacificadoras rusas, instaladas en la región con la misión de garantizar la seguridad de la población armenia de Nagorno Karabaj.

La parte armenia cuestionó la índole ecologista de la concentración y aseveró que está conformada por enviados del Gobierno del presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, con el objetivo de sitiar el territorio de Nagorno Karabaj. Medios de comunicación de Armenia verificaron las identidades de algunos manifestantes y concluyeron que son integrantes de los servicios especiales de Azerbaiyán o entidades vinculadas a su Gobierno.

En esta oportunidad, el bloqueo no tuvo cuota de asombro, ya que un hecho similar ocurrió el pasado 4 de diciembre, cuando un grupo más reducido decidió cortar el corredor Berdzor-Lachin a modo de protesta. En aquella ocasión, el cerco duró tres horas y por medio de negociaciones con las tropas pacificadoras de Rusia, la carretera retomó su funcionamiento habitual. Hoy la historia es diferente. La crisis humanitaria se acentúa con el paso de los días.

Un corredor vital

El corredor de Lachin se encuentra bajo el control de las tropas rusas, quienes supervisan el movimiento de ciudadanos, vehículos y carga de la región. La declaración tripartita del 9 de noviembre de 2020 marcó el punto final de la última guerra de Nagorno Karabaj y planteó explícitamente la disposición de una conexión terrestre entre Armenia y Nagorno Karabaj. En consecuencia, la parte armenia evalúa este bloqueo como una violación a aquel acuerdo y el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinian, acusa a Azerbaiyán de implementar continuas medidas para lograr un “Nagorno Karabaj sin armenios”.

El funcionamiento de esta vía es vital, especialmente para la actividad económica de Nagorno Karabaj que depende principalmente de su lazo con Armenia. Por lo tanto, es inevitable el desastre humanitario tras un asedio de largo plazo como este. Durante los últimos días circularon imágenes de comercios con góndolas vacías y puestos del mercado de Stepanakert cerrados.

A partir de las primeras horas del bloqueo, el presidente de Nagorno Karabaj, Arayik Harutyunyan, convocó al Consejo de Seguridad Nacional para analizar la situación. A su vez, afirmó que lejos de constituir una acción organizada espontáneamente por civiles azerbaiyanos, responde al objetivo de “lograr el éxodo de los armenios de Nagorno Karabaj”. En palabras del mandatario, “Artsakh está al borde de un genocidio*”.

Además, Harutyunyan señaló la importancia de elevar el reclamo del pueblo armenio a la comunidad internacional y firmó la ejecución de una serie de medidas en el marco de la ley marcial vigente en este territorio para garantizar la seguridad de la población y la correcta distribución de alimentos, medicamentos y bienes de primera necesidad.

A casi un mes de bloqueo del “corredor de la vida”, la población de Nagorno Karabaj se encuentra totalmente desconectada del mundo y al borde de una crisis humanitaria profunda. El acceso denegado imposibilita el ingreso de insumos esenciales y el traslado de pacientes con necesidad inminente de recibir tratamientos médicos en Yerevan. Se registran solo algunas excepciones de vehículos de la Cruz Roja que han atravesado el corredor transportando insumos de primera necesidad.

Recientemente, el ministro de Estado de Nagorno Karabaj, Ruben Vardanyan, apuntó un recurso en suspenso desde hace décadas: el aeropuerto de Stepanakert. El ministro aseguró que el establecimiento está listo para recibir aviones, lo que cambiaría drásticamente la situación de crisis. Sin embargo, a pesar de la reconstrucción y los planes para su normal funcionamiento, el aeropuerto continúa en desuso por las amenazas de Azerbaiyán de derribar las aeronaves.

La problemática del asedio poblacional se agravó aún más con el corte del suministro de gas en todo el territorio de Nagorno Karabaj, donde habitan alrededor de 120.000 personas. Armenia responsabilizó a Azerbaiyán de la interrupción de este servicio básico, como ocurrió el año pasado, cuando el bando azerbaiyano dejó a la población armenia desprovista de gas por varias semanas. Hoy el escenario se repite, mientras el invierno acecha. Afortunadamente, luego de dos días marcados por la presión internacional, Azerbaiyán restableció el suministro de gas.

Por un lado, se oyen los cánticos de los activistas azerbaiyanos, mientras los soldados rusos intentan frenar su avance y concentran equipamientos militares a un costado de la carretera. Por el otro, los vehículos de los ciudadanos armenios ya habían formado una extensa hilera.

El Ombudsman de Nagorno Karabaj, Gegham Stepanyan, informó que un total de 1.100 personas quedaron varadas en la ruta bajo las duras condiciones del invierno, incluidos 270 niños separados de sus familias. Más aún, Stepanian agregó que el fin de Azerbaiyán es crear terror psicológico en la población de Nagorno Karabaj e infundir dudas sobre su futuro.

Por su parte, el primer ministro armenio evaluó la situación como extremadamente aguda. “Como resultado de estas acciones de provocación, los residentes de Nagorno Karabaj están despojados del derecho a la libre circulación, enfrentan dificultades para calentar sus viviendas en el clima invernal (…) Los ciudadanos con graves problemas de salud están privados de medicamentos y servicios, el suministro de alimentos y otros bienes fundamentales han sido interrumpidos. Un total de 120.000 personas son rehenes en el asedio”, manifestó Nikol Pashinian y concluyó que esta crisis humanitaria surgió como resultado del incumplimiento de las obligaciones internacionales de Azerbaiyán.

Paloma estrangulada

La parte azerbaiyana intenta visibilizar las protestas que bloquean la carretera como pacíficas. A modo simbólico, los manifestantes lanzaron palomas blancas en representación de la paz entre los países vecinos. En esta ocasión, una activista –“ecologista”- gritaba a viva voz sosteniendo un altoparlante en una mano y una paloma en la otra. El ave murió de estrangulamiento como consecuencia de la fuerza que ejerció la mujer. A partir de ese suceso, la paloma sin vida se convirtió en un símbolo de las relaciones entre Armenia y Azerbaiyán.

En este panorama, el comportamiento pacifista que los activistas azerbaiyanos intentan exteriorizar plantea un interrogante. El cuestionamiento gira en torno a una inevitable crisis humanitaria que padece la población armenia de Nagorno Karabaj, mientras una gran pantalla transmitía la final de la Copa Mundial de Fútbol en medio del corredor de Lachin.

Además, en innumerables imágenes capturadas desde el sitio de la convocatoria, las manos de los ciudadanos azerbaiyanos hacían la seña de los Lobos Grises, una organización antiarmenia y xenófoba originaria de Turquía. Estos indicios marcan incongruencias entre las actitudes visibles de los manifestantes y las demandas que usualmente eleva una movilización ecologista.

Las autoridades de Armenia y Nagorno Karabaj han hecho un llamado a la comunidad internacional para repudiar las acciones de Azerbaiyán en torno al bloqueo de la carretera.

En Yerevan, se han activado protestas frente a sedes de organismos globales, como la ONU, y embajadas en busca de reacciones ante la violación de los derechos de los habitantes del territorio sitiado. La Unión Europea, a través del portavoz de Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Peter Stano, emitió un comunicado exigiendo a las autoridades de Azerbaiyán que garanticen la libertad y la seguridad de circulación a lo largo del corredor frente a grandes preocupaciones humanitarias.

Por su parte, Estados Unidos, Francia, Chipre, Grecia, Países Bajos, Noruega, España, Uruguay, Reino Unido y Canadá también reclamaron el desbloqueo de la carretera. Azerbaiyán se mantiene reacia a estas peticiones; mientras en Nagorno Karabaj, el denominador común en las voces de los habitantes es una rotunda negativa a abandonar sus hogares incluso en un marco de crisis.

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