Más ecuatorianos están aprendiendo a manejar un arma de fuego para protegerse debido a un aumento de los delitos violentos y de las bandas criminales, dijeron instructores en seguridad y ciudadanos.

Los pocos campos de tiro en el país están recibiendo semanalmente a decenas de personas para pedir información o entrenarse, luego de que el presidente conservador Guillermo Lasso firmó un decreto en abril que permite a los civiles portar armas para su defensa, después de un estricto proceso de aprobación.

El decreto es parte de los esfuerzos de Lasso -quien disolvió la Asamblea Nacional el 17 de mayo y convocó elecciones anticipadas en medio de un intento de juicio político- para reducir la creciente violencia en las calles y en las cárceles, que el Gobierno atribuye a riñas de bandas de narcotraficantes.

A pesar de varios estados de excepción y de otras medidas, las muertes violentas aumentaron un 69% interanual en el primer trimestre de 2023 en Guayaquil, considerada la ciudad más peligrosa del país, a 555 homicidios, según datos oficiales.

Ecuador fue uno de los países más violentos de América Latina en 2022, con menos homicidios que Colombia pero más que México, según InSight Crime. Un repunte regional más amplio de la violencia ha visto un creciente interés en las armas para protección incluso en Chile, uno de los lugares más seguros de la región.

«Las personas ya quieren armarse y protegerse ellas mismas porque ahora la inseguridad está muy grande y los miembros de la fuerza pública no se dan alcance», dijo Mario Quinatoa, instructor del polígono Ceforsin en Quito. «Hay mujeres que quieren aprender para defenderse».

El expresidente Rafael Correa prohibió en 2011 que los civiles tuvieran armas de fuego, por la inseguridad, y los polígonos de tiro solo han estado abiertos para prácticas deportivas, para guardias de seguridad y guardaespaldas en entrenamiento.

Ahora acuden hasta grupos de 30 personas a un solo polígono cada semana, según cálculos de cuatro instructores en manejo de armas consultados por Reuters, frente a un par de civiles que iba antes del decreto.

Las importaciones de armas de fuego también están prohibidas en Ecuador, pero el Gobierno está evaluando los requisitos sobre quién podría venderlas.

«No es que vamos a ir a la tienda de la esquina y decir ‘deme una pistola o un revólver’, hay que cumplir los requisitos», dijo el secretario de Seguridad, Wagner Bravo, a Reuters. «No se le está trasladando la responsabilidad al ciudadano para que ahora sea el policía del barrio, sino es para su autodefensa».

Sólo las pistolas de hasta 9 milímetros y los revólveres calibre 38 están autorizados para uso civil, según el decreto.

Una persona para portar armas deben ser mayor de 25 años, no tener antecedentes penales ni antecedentes de violencia doméstica y aprobar exámenes psicológicos y de habilidades con armas de fuego. El proceso de permisos será gestionado por el Ministerio de Defensa.

Kevin Paredes, de 28 años, fue a una clase de tiro en Quito porque se siente inseguro en la calle, pero luego dijo que no estaba convencido de querer un permiso.

Las personas necesitan al menos 30 horas de entrenamiento para aprender a usar una pistola y familiarizarse con las reglas básica que rigen su uso, dijo José Bastidas, director del club de tiro Kat-Bas.

El entrenamiento no garantiza la aprobación para un permiso de armas, agregó.

Margarita Alvarado, quien cerró su pequeña peluquería en el norte de Quito por la amenaza de extorsionadores, dijo que le hubiera gustado tener un arma para defenderse, aunque reconoció que no se siente psicológicamente preparada para usarla.

«Mal que el presidente diga no puedo más, autorizo el porte de armas y defiéndanse como puedan, las armas son sólo para los que puedan comprarlas», dijo Alvarado de 45 años. «Me siento indefensa»./Reuters

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