En las semanas siguientes a que el coronavirus comenzara su expansión por el mundo, comenzaron a aparecer numerosos actos de discriminación en contra de chinos o personas del sureste asiático.

La discriminación contra China y sus ciudadanos no es nueva: la sinofobia es un fenómeno bien documentado que ha existido por siglos.

Las múltiples formas en que se manifestó durante la crisis del coronavirus revela la compleja relación que el mundo tiene con China en el presente.

El rechazo que se produce por el virus se expresa de varias maneras.

En lugares donde los asiáticos son una minoría visible -como Europa, Australia y EE.UU.-, la sinofobia es aparentemente impulsada por estereotipos superficiales de los chinos como personas desaseadas y poco civilizadas.

El que los llamen lisa y llanamente «un virus», por ejemplo, se ha vuelto bastante común. Las minorías asiáticas son rechazadas físicamente en público o se han convertido en blanco de insultos y ataques racistas.

Titulares como «Peligro amarillo», «Panda-monio por virus chino» y «Los hijos de chinos deben quedarse en casa» se han publicado en diarios franceses y australianos.

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