Alberto Fernández no tiene intenciones de entregar su lapicera a Cristina Fernández de Kirchner para designar al primer candidato a diputado nacional en Buenos Aires, ni tampoco cederá el liderazgo de la campaña electoral en la Provincia pese a las presiones y sugerencias que se ejecutan desde la Cámpora y el Instituto Patria.

El Presidente tiene un plan propio que apuntala su vocación poder y sabe que la Vicepresidente aprovecha todas las ocasiones posibles para esmerilar su imagen publica que está a la baja por las consecuencias sociales, sanitarias y económicas causadas por su estrategia oficial frente a la segunda ola del COVID-19.

La lógica de acumulación de CFK ya se conoce de memoria en Olivos: lima a Alberto Fernández para designar con escasa resistencia al primer candidato a diputado en Buenos Aires y a su vez correrlo de la campaña electoral del conurbano, que será ardua y decisiva para las aspiraciones de Cristina y sus aliados.

El jefe de Estado hace ejercicios de yoga y ejecuta ciertos gestos políticos para mantener la pax armada. El viernes pasado, cuando Cristina Fernández de Kirchner hacía su interpretación sobre la génesis del Pacto con Irán, ordenó que no se transmitiera su discurso en el almuerzo de Camaradería de las Fuerzas Armadas para permitir que su adlater ocupe en soledad el centro de la arena mediática.

El plan de Alberto Fernández – que diseña con los propios encabezados por Santiago Cafiero-, implica definir la lista de los candidatos en los 24 distritos, forzar un cambio de Gabinete que mantenga los equilibrios internos y ratificar que va por la reelección en 2023, pese a la silenciosa ambición de Axel Kicillof que insufla CFK.

El jefe de Estado ajusta su discurso electoral que imagina con una fuerte impronta destinada a recuperar al voto indeciso que siente frustración por un programa electoral que nunca le cumplieron. Ese voto aún no tiene candidato, y Alberto Fernández considera que puede recuperarlo con una sucesión de actos y anuncios que hará desde principios de agosto a mediados de noviembre.

“Tenemos que ofrecer, de nuevo, un probable futuro. Hay que hablar de la pandemia y de lo que hicimos contra el COVID-19. Pero para volver a enamorar, tenemos que hablarle a la clase media que debe dos alquileres, y que hace mucho que no come asado dos veces por mes. A esas familias, Alberto (Fernández) le tiene que hablar”, explicó un integrante empoderado del Gobierno.

Y remató: “El Presidente tiene que ocupar el centro del escenario, liderar la campaña. Y después de las elecciones, hay que hacer un cambio de Gabinete. Se cumplieron ciclos, y hay que prepararse para los dos próximos años. Alberto (Fernández) tiene que hablar de lo que viene. Y dejar temas que sólo son para un público cautivo. En el conurbano conocen muy poco de Cuba y la Revolución”.

Alberto Fernández analiza reemplazar a Felipe Solá como ministro de Relaciones Exteriores. Jorge Arguello, embajador argentino en Washington, encabeza todas las listas por su manejo de la diplomacia en Estados Unidos y sus contactos internacionales. De hecho, en estos momentos, se encuentra en una visita oficial a Israel, que coincide con un nuevo aniversario del ataque terrorista a la AMIA.

El Presidente es amigo personal de Arguello y le pidió que explicará en Tel Aviv que su Gobierno no comparte los actos terroristas de Hamas, que se ejecutan en las sombras desde la Franja de Gaza. Tarea compleja para el embajador asentado en DC: Argentina apoyó una comisión investigadora de la ONU que puso en igualdad jurídica al Estado de Israel -sólo ejerció su derecho a legítima defensa- con la organización fundamentalista que opera desde Gaza.

Arguello sabe que encabeza todas las listas de candidatos a canciller, pero asume que Alberto Fernández privilegiará su trabajo en Washington. El embajador fue clave para lograr la donación de las vacunas de Moderna que envió Joseph Biden desde Memphis, y trabaja para coronar una bilateral de ambos presidentes antes que comience el otoño en Estados Unidos.

“No vamos a desvestir un santo, para vestir a otro. Descartá a Arguello. Yo miraría a (Daniel) Scioli”, aconsejó un miembro del Gabinete conoce la mayoría de los secretos de Balcarce 50.

El Presidente cavila sobre los próximos dos años de su gestión, e imagina un gobierno más ágil y proactivo. En este contexto, no se descarta en Gobierno que haya una eventual fusión de las carteras de Economía, Producción, Obras Públicas y Transporte.

Ello no implica un Super Ministerio: sólo una probable decisión política a favor de Martín Guzmán, actual jefe del Palacio de Hacienda, y de Gabriel Katopodis, titular de la cartera de Obras Públicas. Guzmán y Katopodis, cada uno con su estilo propio, son leales a Alberto Fernández y se transformaron en codiciados trofeos de caza del Instituto Patria.

Alberto Fernández y Cristina despliegan una idéntica lógica de poder: ambos quieren designar al candidato principal en la Provincia, controlar la campaña, definir los cambios de Gabinete y jugar -otra vez- en los comicios 2023. Sólo habrá lugar para uno: aunque el Presidente y la Vice aseguren de aquí a la eternidad que integran una coalición de Gobierno que se llama Frente de Todos.

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