El juicio de Valérie Bacot se abrió este lunes en una corte de Saône-et-Loire, en el centro de Francia. Cerca de 600.000 personas han firmado una petición para exigir la liberación de esta mujer que narró el infierno que vivió durante años en un libro.

Esta mujer, presentada como la “nueva Jacqueline Sauvage”, una sexagenaria condenada en 2014 por haber matado a su marido tras décadas de violencia conyugal pero indultada en 2016, recordó la violencia y el miedo con los que convivió durante años.

“Siempre encontraba algo… Al principio eran bofetadas, luego se convirtieron en patadas, puñetazos y me estrangulaba. Con el paso del tiempo, hubo amenazas con arma”, el revólver que terminaría usando ella para matarlo.

El 13 de marzo de 2016, Valérie Bacot, entonces de 35 años, mató a Daniel Polette, de 61. Con la ayuda de dos de sus hijos, enterró su cuerpo en un bosque, pero fue denunciada y detenida en octubre de 2017. Confesó inmediatamente y explicó su acto por 25 años de calvario.

A los 12 años fue violada por Daniel Polette, que era entonces el amante de su madre. Condenado y encarcelado en 1995, la justicia le autorizó, a su salida de la cárcel, a volver a la casa familiar. “Todo volvió a empezar como antes”, cuenta Bacot en su libro publicado el mes pasado.

Cuando se quedó embarazada a los 17 años, su madre la echó de la casa y Valérie Bacot no tuvo más remedio que instalarse con “Dany”. Pero el hombre, que bebía mucho alcohol, se mostraba cada vez más violento. Una Navidad la golpeó con un martillo porque una guirnalda que compró no funcionaba. Otro día la estranguló hasta que se desmayara, pese a estar embarazada, cuenta la acusada.

A esta violencia física cotidiana, “usual”, según Bacot, se añadió la prostitución que su marido le impuso en la parte trasera de su auto. Él le daba “instrucciones” a través de un auricular para satisfacer mejor al cliente.

“Tenía miedo todo el tiempo. Quise huir mil veces”, asegura la acusada. Pero temía no poder escapar de su marido violento, que la amenazaba regularmente con una pistola. El detonante fue el miedo a que su hija Karline corriera la misma suerte cuando, a los 14 años, le confesó que su padre le preguntó “cómo era sexualmente”.

El 13 de marzo de 2016, tomó la pistola que su marido guardaba en su vehículo y le disparó en la nuca. No pudo invocar la defensa propia porque este último estaba conduciendo y le daba la espalda. Pero sus abogados explican su acto por la “violencia extrema que sufrió durante 25 años y el miedo a que se repita contra su propia hija”.

Cerca de 600.000 personas han firmado una petición para exigir la liberación de esta mujer. El juicio está previsto hasta el viernes./ElComercio

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