Los soldados de una región rural de Myanmar retorcieron la piel de un joven con pinzas y lo patearon en el pecho hasta que no pudo respirar. Luego lo provocaron diciendo cosas de su familia: “Tu madre ya no te puede salvar más”, le dijeron.

El muchacho y su amigo, detenidos al azar mientras iban a sus casas en bicicletas, soportaron horas de agonía adentro de un edificio municipal transformado en un centro de torturas.

“Voy a morir”, pensó el joven, mientras veía estrellas en sus ojos. “Te quiero, mami”.

Desde el golpe de febrero, los militares han estado torturando a los detenidos en forma metódica y sistemática en todo el país, según comprobó The Associated Press a través de entrevistas a 28 personas presas y liberadas en los últimos meses. A partir de evidencia fotográfica, bosquejos y cartas, junto con el testimonio de dos capitanes militares y un ayudante de un militar de alto rango, la investigación de la AP representa la mirada más profunda ofrecida hasta ahora a la situación en Myanmar y a un sistema de detenciones secretas con más de 9.000 presos./LaTimes

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