“Mis seguidores me dicen que siempre se me están cayendo las calzas”. En una mañana muy fría en “El Marquesado”, un balneario al sur de Mar del Plata, Evelyn da vueltas en su bicicleta mientras su novio no deja de mirarla. Es el principal testigo de su desnudez, pero elige no ser el único.

Evelyn es creadora de contenido erótico: graba videos sin ropa en lugares públicos que vende en las redes sociales.

Mientras, en la Ciudad de Buenos Aires, Franco, Camilo Faisul encontraron en la práctica del sexo al aire libre su nicho para producir material original y ganar hasta 3 mil dólares mensuales. Los apellidos de los cuatros testimonios se resguardan por un pedido de ellos.

Si bien los creadores de contenidos se las arreglan para evitar penalizaciones, el exhibicionismo es un delito en la Argentina. Ellos consideran que filmar escenas de sexo o desnudez en lugares públicos “tiene un morbo adicional” que hacerlo dentro de una casa. La posibilidad de ser observados por transeúntes o que pueda llegar la Policía siempre está latente y alimenta su objetivo. “Una vez se acercó un patrullero y tuvimos que inventar cualquier cosa para zafar”, cuenta Evelyn.

La experiencia de Faisul fue aún más lejos: “En una ocasión que estábamos teniendo sexo en los bosques de Palermo, vino la Policía y le pagamos $3 mil para que nos dejara irnos”.

El artículo 129 del Código Penal establece una multa de hasta $15 mil por “actos de exhibiciones obscenas expuestas a ser vistas involuntariamente por terceros”. Pero si los afectados son menores de dieciocho años la pena será de prisión de seis meses a cuatro años.´

El exhibicionismo o cruising (en inglés, nació en la década de 1970 y se hizo muy popular en todo el mundo) no es una novedad, pero mostrarlo en internet es el nuevo fenómeno y el escenario es Buenos Aires, aunque también otras ciudades, en plena pandemia.

Según Juan Ignacio Di Rosa, psicólogo (MN. 71036) y sexólogo, el exhibicionismo es un tipo de fetiche donde hay una fijación sexual a un objeto o acto específico. “La persona lo necesita para llegar al orgasmo”, explicó. En el caso del exhibicionismo, “está la adrenalina de lo prohibido”.

“Lo que más me gusta es romper las reglas. Hacer algo indebido. Para mí es algo normal”, advierte Camilo. Hace cuatro años llegó de Colombia y lo que más le atrae de Buenos Aires es la posibilidad de tener encuentros fortuitos cuando sale a correr por los bosques de Palermo.

Evelyn vive en Mar del Plata y su novio la graba desnudándose en parques, playas o al costado de una ruta. “Me gusta ser diferente, sentir la adrenalina de que alguien pase en ese momento y me vea”, dice.

En la actualidad, la industria del sexo es accesible las 24 horas del día, los 365 días del año. La popularización de Internet les permite con un celular producir contenido casero, subir el material a las redes sociales y en minutos recibir miles o millones de visualizaciones y comentarios.

Franco dejó su Posadas natal para experimentar las oportunidades de la gran ciudad. “Grabarme teniendo sexo nunca fue algo que me costara…pero jamás pensé que pudiera trabajar de esto, menos en la Argentina”, cuenta.

Los creadores de contenido tienen diferentes perfilles en las principales redes sociales donde se promocionan la plataforma de contenido erótico. La más conocida actualmente es Onlyfans con más de 150 millones de usuarios en todo el mundo. “Siempre subo un adelanto en Twitter y saben que si quieren ver el material completo tienen que suscribirse a mi cuenta”, cuenta Evelyn.

Las suscripciones tienen diferentes precios. Generalmente las tarifas empiezan con pagos de 5 dólares mensuales. Dentro de la plataforma se pueden vender los videos por mensaje privado que oscilan entre los 15 y 50 dólares. Además son comunes las bonificaciones o descuentos para los que compartan las publicaciones o nuevos seguidores. De cada suscripción la plataforma se queda con el 20% y el resto es para el creador de contenido.

Franco trabajaba en un negocio de venta de gafas en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza y por la pandemia estuvo frenado varios meses. “Por mes puedo ganar 3 mil dólares, pero hay algunos chicos que ganan el doble”, explica.

Camilo ya recibió invitaciones para ir a grabar a España cuando las condiciones sanitarias lo permitan. No quiere trabajar siempre con contenido erótico. Su deseo es ser chef profesional. La historia de Faisul es diferente. Debió dejar Venezuela por la crisis humanitaria y tras una breve estadía en Perú eligió hace un año radicarse en la Argentina. Él es productor y actor porno.

Al momento de filmar pueden existir dos circunstancias. Que surja espontáneamente en un encuentro fortuito o los creadores de contenido se ponen de acuerdo con otros a través de Twitter o WhatsApp para hacer colaboraciones y compartir el contenido. “Se deja un celular fijo en un ángulo, otro de frente y si hay otro más se va pasando de mano en mano para hacer algún zoom dentro de la escena”, cuenta Camilo.

Los videos van desde apenas unos segundos que se suben a los perfiles de Twitter para atraer seguidores y el contenido completo que puede durar hasta 40 minutos se ve únicamente en OnlyFans. Evelyn busca desafiarse en cada sesión: “Siempre trato de ir a lugares que llamen la atención. Siempre llevo un conjunto para la sesión. Tengo varios disfraces y juguetes”.

Para Franco, este negocio recién empieza: “Me pienso dedicar a esto unos 15 años más”. /TN

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