Fue un duelo de necesitados. La victoria se presentaba como una necesidad imperiosa para no hipotecar su futuro en la Copa Libertadores. En el José Dellagiovanna Tigre recibió a Bolivar luego de haber perdido en sus tres primeras presentaciones del Grupo B. Además, el conjunto boliviano también llegó a la zona norte del conurbano bonaerense con la obligación de ganar para mantener las posibilidades de acceder a los octavos de final de la competición internacional.

Como objetivo secundario, en los debilitados equipos que se vieron las caras en Victoria, también se puso en juego la continuidad continental en la Copa Sudamericana, dado que los terceros de cada zona accederán al segundo torneo más importante de América.

En los primeros movimientos el Matador se mostró más agresivo. Sin embargo, un remate de Riquelme al palo representó la amenaza más peligrosa para abrir el marcador, pero la fortuna no estuvo del lado de la visita.

Unos instantes después, una proyección de Facundo Giacopuzzi marcó el camino para que el equipo de Néstor Pipo Gorosito se ponga en ventaja. El disparo del lateral fue desactivado por Javier Rojas, pero el oportunismo de Pablo Magnin construyó el eufórico 1 a 0.

La superioridad del Bolivar se representaba en el desarrollo del pleito, pero no en los números. Por eso, cuando Gonzalo Marinelli protagonizó un error catastrófico en su deseo de salir por abajo con prolijidad, Marcos Riquelme se tomó revancha del poste que le había ahogado el grito y selló el 1 a 1. Los gestos de Pipo cuando se tomó la cabeza por el lamento que le invadió el blooper de su arquero reflejaron el dolor colectivo que vivió el combinado argentino.

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