Con varias denuncias hechas en la Comisaría de Arraga, esta madre de dos hijos, teme morir en manos de su ex pareja. Con más de 15 años de hostigamiento, manipulación y agresiones de todo tipo, el pasado 12 de febrero escapó de los tiros de escopeta. Un pedido de auxilio en mayúscula.

La noticia del doble femicidio ocurrido el 16 de febrero en el Lote 40, cerca de Los Juríes, estremece a Ángela Patricia Pérez. Teme con todo su cuerpo, ser la próxima víctima que aparezca en las noticias. Y es que la mujer de 37 años, residente en El Simbol, departamento Silipica, va realizando varias denuncias por violencia de su ex pareja y la protección nunca llega.

Tal como sucedió con Úrsula Bahillo, la jovencita de 18 años de Rojas, provincia de Buenos Aires, quien hizo numerosas denuncias contra su novio policía Matías Martínez, pero este igualmente la terminó matando de 15 puñaladas.

Lo sucedido en Los Juríes fue similar. Silvia Rojas, de 31 años, realizó días antes una exposición reservada por amenazas, aún así su ex marido Rino Garnica de 45 años, la mató de varios puntazos. Como si el odio y la cobardía fueran poco, también asesinó a Silvina, su ex cuñada.

Este último paisaje se produjo frente a la vista de los hijos del ex matrimonio. Como lo ocurrido en Monte Quemado, el 11 de enero, cuando Jorge Flecha de 29 años mató de un escopetazo a Yesica Palma de 23 años, mientras sostenía en brazos a su hijo de dos años. No conforme con el hecho, mató luego del mismo modo a su ex suegra Felipa Antonia Correal. 

Ángela sabe sobre estos episodios, e insiste que no quiere ser la próxima. El pasado 12 de febrero su ex pareja Sergio Teófilo Roldán (45 años), padre de dos de sus tres hijos, irrumpió la casa y a escopetazos la destrozó. Escapó de la situación cómo pudo. Se fue al monte y tras permanecer ahí durante la noche, al día siguiente radicó nuevamente una denuncia en la Comisaría 37 de Arraga, para luego asentar la misma en Ciudad Capital.

Se conocieron hace 19 años, era vecino de su madre. Cuando nació su primer hijo aparecieron los primeros golpes. Mantuvo la situación en secreto, hasta que los celos, actos de manipulación, piñas y machetazos se volvieron incontrolables. A los seis años su hijo mayor, y cinco del menor, se separaron. El distanciamiento creía le iba a traer paz, pero todo lo contrario pasó. Hoy grita a viva voz que no quiere morir en brazos de su ex pareja. 

¿Cuántas denuncias llevas radicada?

Desde el 2003 realizó denuncias en la Comisaría N° 37 de Arraga. Tengo unas cinco hechas allí, otras en el Juzgado de Familia.  También estuve en la Comisaría del Menor y la Mujer, en la Fiscalía. En todos lados.

Pero hace poco comencé a tener «asco» a la policía, porqué a pesar de que fui nunca tuve respuesta. Todas las veces era lo mismo. Una sola vez lo detuvieron, estuvo dos días.

 

¿Qué respuesta te dieron todos estos años en la comisaría?

La policía dijo en varias oportunidades que era yo la «pleitera», o «¿Para qué vuelve señora si ya lo conoce?”. Por eso buscaba otro lugar para denunciar, pero parecieran todos los mismos. 

 Yo no trabajo, él era peón golondrina. Iba a la policía para encontrar ayuda. Ese hombre era el sostén económico, y no quería seguir pasando por el hostigamiento de que me usará para darme alimentos para los chicos. Me decía que debía tener relaciones sexuales a cambio de la comida.

Frente a esto hice los trámites para el régimen de Cuota Alimentaria, hasta una vez le fui a cobrar por qué no le estaba pasando. Ese día olvidé poner mi firma y me agarró a machetazos. La pase muy mal.

 

¿Cuándo comenzaron los primeros golpes?

A partir del nacimiento del primer bebe comenzaron los golpes. Siempre fue violento. No podía salir a ninguna fiesta, porque hostigaba consultando donde miraba, constantemente me repetía que seguramente con esa persona yo lo engañaba. 

Hace 19 años que lo conozco, era vecino de mi madre. Fue mi primera pareja, no nos casamos, solo vivimos en concubinato. Nos separamos a los 5 y 6 años de nuestros pequeños.

Durante ese tiempo recibí golpes, agresiones. Sufrí varios machetazos, y una vez me golpeó tan feo que el mismo se escapó a Catamarca. En esa provincia estuvo unos siete u ocho años. Pude respirar un poco.

Muchas veces me prive de denunciar porque la venganza iba a ser peor. 

 

¿Se fue todos esos años sin recibir ningún castigo?

En aquel momento, cuando se encontraba viviendo en Catamarca, desde el Juzgado lo citaron para que regrese porque mi hijo más chico sufría una afección en el oído y teníamos que llevarlo a Buenos Aires.

Por esta situación, tomamos la decisión de regresar como pareja, pero fue imposible. No estuvimos ni un año. La separación también fue violenta, no solo conmigo. Como yo rehíce mi vida en esos años que él se fue, tuve un hijo con otra pareja, entonces se agarró con el niño. No lo permití y me distancié definitivamente.

 

Te quedaste con tus tres hijos, él se fue, a partir de ahí ¿las agresiones terminaron?

Solía recibir mensajes amenazantes que decían que sabía dónde estaba, cómo me vestía.  

Para que no viera para adentro de la casa cuando pasara, tuve que poner ladrillos en una ventana. En pleno invierno sucedió que nos intoxicamos con carbón. Casi morimos por estar todo cerrado. Esa noche levanté como pude a mi hijo que ya tenía espuma en la boca.  Si hubiéramos tenido la ventada no pasaba eso. 

Yo misma me sentí culpable de regresar con él. Por eso no dije nada a mi familia. Nadie sabía nada. 

 

¿La familia de él alguna vez te brindó ayuda?

De parte de mi familia siempre me apoyaron. Me hicieron incluso una pieza en la casa de mis padres para que viviera, pero lo mismo se llegaba a molestar. 

Ahora estoy nuevamente en la casa que compartimos en concubinato. En el 2007 el Juez determinó que me quedaría aquí.

Le hicieron exclusión de hogar y restricción de acercamiento, pero se terminaban los 120 días de la medida y regresaba a lo mismo. 

La familia de él jamás supo lo que pasaba. Sentía vergüenza de hablar. Todos los hermanos se separaron por violencia. Él siempre fue así, pero se puso peor cuando falleció mi hijo.

 

¿Cómo ocurrió ese desenlace?

Mi hijo mayor vivió todas las situaciones de violencia. Incluso su padre regresaba «machado” y lo arrancaba de la cama, le sacaba la colcha. 

Ambos niños se pusieron muchas veces en el medio para que no me golpee. 

Una de las últimas veces con vida, me salvó que el padre me diera puñaladas.  Roldán me metió una piña, tiró a la cama, y él y su hermano intervinieron para que no me hincara. 

Tuvo varios intentos de suicidio. En una oportunidad quiso tirarse a la ruta, cómo no lo podía manejar lo hice llamar al padre. Así como vino le metió una trompada en la boca. En ese momento le dije que quería ayuda no que lo lastimara, y me contestó que «esto me pasaba por no saber cuidar a mis hijos». 

 

¿No recibiste ninguna ayuda por su parte respecto al estado de tu hijo?

No. Y mi hijo no ha querido tampoco ir a una psicóloga. Me abrazaba y decía que no estaba loco, que él iba a cambiar. Yo lo abrazaba más y decía que no se hiciera daño. Tenía 19 años, era muy disciplinado. Yo lo encontré colgado de una soga. Realmente me arrepiento de no haber tenido los recursos para llevarlo a un psicólogo. 

En ese momento (Roldán) no me culpo de lo que le pasó, pero hoy me dice que yo provoqué su muerte.  Al tiempo trate de trasladar a mi hijo a un lugar propio, ya que está (todavía) en uno prestado. Como este señor es albañil me dijo que haría la construcción. Cuando consigo lo necesario me manifestó que iba a ser a «cambio» de estar con él. Y desde ese momento regresaron los problemas. Volvió a buscarme para tener relaciones y como le dije no, se puso más violento.  

Así fue siempre, cuando quería ir a mi madre debía tener relaciones porque decía que me «podían dar ganas» en el trayecto. Cuando estaba en la cama sentía que me violaba.

 

El último episodio fue el pasado 12 de febrero, ¿Qué sucedió?

Yo lo vi que estaba consumiendo bebidas mientras iba llevando a mi hijo menor a la casa de una amiga. Mi hijo que le sigue, estaba en Jesús María trabajando. Él es peón. 

 Al regresar esa noche a la casa me entró a bañar en un ranchito que hacíamos de baño. Como me había olvidado el shampoo regreso a la pieza a buscarlo y escuchó un fuerte sonido. 

No sabía si se trataba realmente de un tiro o de un cohete. Con el miedo encima me fui a esconder en un lugar oscuro, al costado del ranchito. Ahí vi una sombra que se acercaba, y era él. No me encontró, pero le disparó al espejo, a los cuadros de los chicos. Rompió el lavarropas, el secarropa, el aire acondicionado, la mercadería. Hasta las bolsas de cemento para la tumba de mi hijo.

Salí corriendo a buscar ayuda, a denunciar.

¿Cuál fue la respuesta ante esta nueva denuncia?

Hice ampliación de la denuncia. Fui hasta la Comisaría del Menor y la Mujer en la ciudad Capital, la Dra. Judith Díaz está a cargo de mi caso. Me dijeron que está detenido en Arraga, pero no me notificaron nada más. 

Espero que no se vaya a querer escapar, no me quiero ver muerta. Esta última vez si no me escapaba en medio del monte, no estaría «contando el cuento».

 

¿Cómo es tu vida actualmente?

Ahora varias organizaciones de mujeres se contactaron conmigo. Me piden que vaya a vivir a la ciudad, pero mi hijo menor no quiere, está acostumbrado al aire libre. Me mantengo con 4 mil pesos al mes. No cobro ni la asignación de mi último hijo, porque su padre que es monotributista no está pagando, entonces no tengo ese ingreso. Con trabajos para lavar ropa o barrer casas llegó a darles de comer.

Estoy asfixiada, no encuentro solución a tanta violencia. Tengo miedo de que termine con mi vida. 

 

ESTA NOTA LA PUEDES ENCONTRAR EN www.revistalacolumna.com.ar 

 

 

 

 

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