Con el objetivo de concientizar a la población sobre una enfermedad grave, prevenible y tratable en la mayoría de los casos, la Dra. Valeria El Haj desarrolla los conceptos principales para identificar la patología y disminuir el riesgo y las consecuencias.
Los Accidentes Cerebroavasculares (ACV) causan más de 18.000 muertes al año y son la primera razón de discapacidad permanente en adultos en Argentina, según datos del Ministerio de Salud de la Nación. Las posibilidades de recuperación, luego que se desencadena esta afección se relacionan directamente con el tiempo que transcurre desde el inicio del evento hasta el momento en el que el profesional interviene. Por esto es fundamental reconocer los síntomas y actuar rápidamente.
En principio, hay que decir que el ACV, “apoplejía” o “ictus cerebral” son términos que usan los médicos cuando una parte del cerebro muere porque ha transcurrido tiempo sin irrigación sanguínea.
Aunque el peligro de sufrir un ataque cerebral no puede eliminarse del todo, hay conductas a seguir que ayudan a disminuir la probabilidad de que eso pase: los controles médicos regulares, el estricto control de la presión arterial y la diabetes, el abandono total del cigarrillo, la optimización y seguimiento médico de la dieta, la práctica de ejercicio físico bajo supervisión médica, y el control y tratamiento de las enfermedades del corazón.
TIPOS
Existen dos tipos principales de accidente cerebrovascular:
-Accidente cerebrovascular isquémico, causado por un bloqueo en un vaso sanguíneo en el cerebro por una trombosis o una embolia.
-Accidente cerebrovascular hemorrágico, causado por la ruptura de un vaso sanguíneo hacia dentro del cerebro.
En apenas minutos, cualquiera de los dos casos hace que las neuronas se debiliten o mueran.
El ACV isquémico representa el 87% de todos los eventos y es factible de tratamiento efectivo durante un período de tiempo breve, unas horas.
En el caso del ACV hemorrágico, es primordial controlar los efectos del sangrado sobre la masa encefálica antes de que el daño sea generalizado porque esa persona puede llegar a necesitar de una práctica neuroquirúrgica.
Detectar los síntomas y reconocer que un paciente está sufriendo un ACV, solicitar asistencia médica inmediata, identificar el tipo realizando una Tomografía de Cerebro, permitirá -si es isquémico- utilizar una medicación (trombolítica) con la capacidad de disolver el coágulo que obstruye la circulación sanguínea y/o realizar un procedimiento endovascular más avanzado, y si es hemorrágico tomar medidas para controlar el sangrado y sus efectos.
“El tiempo es cerebro. Por ello, las primeras 3 horas desde el inicio de los síntomas son cruciales y actuando en forma precoz se puede llegar a la reversión parcial o total de este cuadro neurológico potencialmente devastador”, sostiene la Dra. Valeria El Haj, Directora Médica Nacional de OSPEDYC.
¿Cómo reconocer un accidente cerebrovascular?
Es necesario informar y saber cuáles son los síntomas que, por lo general, aparecen de forma súbita, y cómo se debe accionar frente a una situación donde una persona está sufriendo un ACV ya que cuanto antes empiece el tratamiento, mayores serán las posibilidades de recuperación.
Por esta razón, se debe actuar rápido y pedir asistencia médica inmediata ante la presencia de alguno de los siguientes puntos:
-Cara: ¿La cara de la persona luce torcida o caída de un lado?
-Brazo: ¿La persona siente debilidad o adormecimiento en uno o ambos brazos? ¿Uno de los brazos se cae si la persona intenta mantenerlos a ambos levantados?
-Habla: ¿La persona tiene problemas para hablar? ¿Su forma de hablar suena extraña?
-Equilibrio: ¿La persona tiene dificultad para estar de pie o caminar?
-Ojos: ¿La persona está teniendo problemas súbitos con la visión?
Ante estas situaciones es necesario:
“Gracias al reconocimiento temprano de los síntomas y la pronta búsqueda de atención médica, se pueden reducir considerablemente las posibilidades de muerte y discapacidad, es decir, se puede disminuir al mínimo la lesión cerebral aguda y maximizar las oportunidades de recuperación del paciente”, comentó la profesional.
Prevención de los ACV
Los factores de riesgo para el ACV incluyen la edad, la hipertensión arterial, la diabetes, el sedentarismo, la obesidad, el tabaquismo, la hipercolesterolemia, el consumo de drogas y alcohol, así como los antecedentes familiares.
La hipertensión arterial es uno de los principales factores de riesgo, ya que está presente en casi el 80% de los pacientes que sufren un ataque cerebral en la Argentina. Además, el 22% de quienes tienen un ACV son diabéticos.
Por otro lado, el peligro aumenta entre un 50% y un 70% en fumadores, y el impacto es mayor en las mujeres.
Otros factores de riesgo son el colesterol alto y el alcoholismo. En este sentido, el estricto control de la presión arterial, diabetes, y enfermedades del corazón es fundamental. Como también, tratar la adicción a la nicotina, realizar actividad física periódica, bajar de peso evitando la obesidad-sobrepeso, llevar una dieta equilibrada y evitar el alcohol. Otras medidas contemplan el uso de antiagregantes plaquetarios (por ejemplo, la aspirina).
El riesgo de sufrir un ataque cerebral se duplica a partir de los 55 años de edad. Y también influye el género, ya que los hombres están más expuestos que las mujeres a padecer uno.
Tampoco hay que pasar por alto la herencia, debido a que todos los estudios muestran que las personas con antecedentes familiares de enfermedad coronaria o cerebrovascular constituyen un grupo de mayor riesgo, igual que aquellos que ya sufrieron un ataque cerebral y pueden padecer otro.
“Es sumamente importante entender que el ACV se puede prevenir y que es fundamental llevar adelante una vida sana, trabajar sobre los factores de riesgo, y realizar los controles médicos periódicos”, finaliza la Dra El Haj.