“El arte, en todas sus formas, siempre salva”, dice Milena Bárcena, una joven maquilladora a punto de convertirse en una empresaria del mundo de la cosmética. Los baches para llegar esta instancia fueron múltiples. No solo por el aspecto económico, financiero y organizacional que implica crear una marca; sino por toda la historia de vida que ella arrastra y es digna de contar.
Cuando tenía solo 13 años, Milena enfrentó la devastadora noticia de que un cáncer afectaba a sus huesos. Desde entonces comenzó un largo proceso de recuperación en el que la medicina fue una constante clave que recién a los 18 pudo superar. Sin embargo, en medio de esos complejos tratamientos que incluían internaciones y la tan temida quimioterapia, comenzó a dar sus primeros pasos en la que hoy es su carrera profesional.
El maquillaje era un pasatiempo, su mejor distracción para los momentos que la terapia oncológica lo permitía. Quizás entonces no pensaba que esa actividad se convertiría en su fuente de trabajo años más tarde y muy inocentemente se “perdía” entre paletas de colores, pinceles y brochas.
La adolescencia de Milena la desafió a continuar pese a todo. Y cuando su salud empezó a mejorar, después de dos quimioterapias, casi por inercia decidió continuar abocada a la estética. El que fue su hobby en horas de encierro obligado se convirtió en una forma de vida que le abrió un abanico de posibilidades.
Su talento y dedicación le permitieron llegar muy lejos. Hace 8 años se recibió de maquilladora profesional y hace unas semanas obtuvo un nuevo título en una prestigiosa escuela de Buenos Aires. Hoy, a sus 27 años, trabaja en su propia línea de cosméticos, bajo el nombre de “MAB”. Es decir que, además de ofrecer sus servicios de maquillaje en su propio salón de estética, pudo darle un nuevo rumbo a su carrera para elaborar productos específicos con su sello.
Milena dice que los resultados de este gran trayecto no son solo suyos. Que su familia y la contención social que recibió también fueron un motor para encarar un tratamiento tan complejo como lo es el oncológico. Su fortaleza se forjó con el aliento de quienes la aman y estuvieron para sostenerle la mano, incluso en los momentos en que pensó en rendirse.
Pues, en los cinco años que duró su tratamiento hubo avances y algunos retrocesos que amenazaban su futuro. Cuando pudo volver a caminar quería ayudar a otros niños y niñas que atravesaban por su misma situación. Y qué mejor que hacerlo con su arte que tantas veces la había salvado. Le añadió un toque divertido y se lanzó como “pintacaras” para contagiar su buena energía a otros pacientes.
Desafortunadamente, a los 16 años, su frágil salud recibió un nuevo golpe. La enfermedad había afectado uno de sus pulmones, al punto en que tuvieron que quitárselo. Una de las etapas más desalentadoras para la adolescente que hasta entonces había remado con todas sus fuerzas.
“A mis 16 años tuve que enfrentar nuevamente a una quimio; de esta etapa no tengo fotos porque, siendo sincera, estaba cansada. Odiaba a todo el mundo, no quería hacerme las quimios de vuelta, no quería saber nada. ¿Otra vez? ¿Por qué de nuevo? Me preguntaba sin tener respuestas, me acuerdo como si fuese ayer”, rememoraba sobre el complejo momento.
Con un solo pulmón, Milena logró salir adelante una vez más. Terminó sus estudios del Nivel Secundario e inmediatamente se encaminó en su carrera, pero ya no como un hobby o un modo de ayudar a otros durante su tratamiento, sino de manera profesional. Abrió su estudio de cosmética y no tardó en alcanzar el reconocimiento público por su prolífico trabajo.
Tuvo más escollos sí, pero ya de otra índole. En 2020, por ejemplo, tuvo que cerrar su local, debido a la crisis ocasionada por las restricciones por la pandemia del Covid-19. En busca de nuevos horizontes, se mudó a Córdoba donde consiguió trabajo en una fábrica de sándwiches artesanales.
Poco después, encontró empleo haciendo lo que amaba y de la manera menos esperada. Durante una temporada teatral fue la maquilladora de Morena Rial, la polémica hija del periodista farandulero, Jorge Rial.
Por cosas del destino, regresó a Santiago del Estero y decidió apostar a reabrir su estudio para conquistar nuevamente al público local. Y no para. En redes sociales alcanzó gran popularidad como creadora de contenido, siempre ligado a su ámbito laboral. Para muchos, este es el primer contacto con la gama de productos de MAB que cuenta con todas habilitaciones de rigor.
“Para mí es un sueño poder haber hecho este recorrido, miro atrás y lo que veo es que nunca dejé de ser yo, me miro y no puedo creer las fuerzas que tuve siendo tan chica”, decía Milena dejando entrever su orgullo y gratitud.
Más allá de las aciagas circunstancias que se presentan cada tanto, la joven sabe que no se comparan con lo que vivió. “Cada vez que siento que me pierdo, miro las fotos de mis años de adolescencia para acordarme quién soy, de dónde vengo y hacia dónde voy”, señalaba.
Consciente de que cada momento aquí cuenta, la empresaria se puso como meta “vivir, amar y reír con todas las fuerzas, que la vida es un instante; lo digo yo, que vi pasar todo en un momento, pero decidí quedarme en este mundo para mostrar mi arte y así poder volver a vivir”.