27 de septiembre, 2024
Pienso, luego existo

Uno de los mayores flagelos de la humanidad es la trata de personas y quizás muchos desconozcan que el día 23 de setiembre, cuando internacionalmente se recuerda esta lucha contra la explotación sexual y la trata de personas, lo fue por un hito trascendental nacido en nuestro país. Sí, este día fue instituido por la Conferencia Mundial de la Coalición Contra el Tráfico de Personas en coordinación con la Conferencia de Mujeres que tuvo lugar en Dhaka, Bangladesh, recordando a la primera ley en el mundo contra la prostitución infantil. Casualmente, dicha ley fue argentina y presentada por el legislador argentino Alfredo L. Palacios, quien defendiera su proyecto contra la “represión de la corrupción de mujeres”.

Vio la luz como la ley N° 9143 y fue revolucionaria para su época, dado que imponía durísimas penas para quienes “promuevan o faciliten la prostitución o corrupción de menores de edad para satisfacer deseos ajenos” y escalas penales mayores si las víctimas tenían entre 12 y 18 años y menos de 12. La pena máxima se estipulaba en 15 años de prisión. El mismo texto establecía que “esta última pena será aplicable, prescindiendo del número de años de la víctima, si mediare violencia, amenaza, abuso de autoridad o cualquier otro medio de intimidación, como también si el autor fuese ascendiente, marido, hermano o hermana, tutor o persona encargada de su educación o guarda, en cuyo caso traerá aparejada la pérdida de la patria potestad, del poder marital, de la tutela o de la ciudadanía en su caso”.

El cambio paradigmático que motorizó el socialista Palacios es haber trocado la posición de higiene que existía en la legislación cuando miraba a la prostitución como algo que facilitaba la propagación de enfermedades venéreas a los clientes para direccionar la mirada en la prevención de la trata de seres humanos, en particular la trata de mujeres con destino de explotación sexual. Para su época era todo un adelanto, se planteaba así el expreso reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres y que no fueran cosificadas.

Se sabe que la trata de personas afecta a millones en todo el mundo, y la Organización Internacional del Trabajo estima que 24.9 millones de personas son víctimas de este delito, que se manifiesta en múltiples formas, desde la explotación sexual hasta el trabajo forzado. La falta de recursos y oportunidades económicas, combinada con el aumento de la violencia de género, ha creado un caldo de cultivo propicio para la explotación. Este día es una oportunidad para elevar la voz sobre esta problemática.

La concientización es esencial para prevenir la trata y proteger a las potenciales víctimas. Todavía existen muchas personas que no reconocen los signos de la explotación o desconocen los recursos disponibles para quienes se encuentran en situaciones de riesgo. Obviamente que debemos fortalecer las políticas públicas, donde no solo penalicen la trata, sino que también garanticen la protección y asistencia a las víctimas. También debe existir una constante y permanente colaboración internacional porque la trata de personas es un problema global que requiere un enfoque coordinado. Es por ello que resulta imperativo recordar que la lucha contra este flagelo requiere el esfuerzo de todos. Desde los gobiernos hasta las comunidades, cada uno tiene un papel que desempeñar en este oprobioso flagelo

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