Platos mexicanos, árabes, venezolanos y más son parte del menú de BulCas; un negocio que surgió de la pasión y el talento de dos jóvenes santiagueñas que decidieron dejar atrás la vida de empleadas en cocinas.
Luciana Bulacio y Alejandra Castillo preparan comidas internacionales
Luciana Bulacio (33) y Alejandra Castillo (32) estaban cansadas de trabajar en relación de dependencia. Durante muchos años aprendieron los secretos de la gastronomía, un ámbito que les apasiona, pero en el que no podían innovar, ni tomar sus propias decisiones por encontrarse de proyectos ajenos. Hace dos meses se propusieron cambiar su situación y se lanzaron a la vida de emprendedoras con "BulCas", un negocio de comidas internacionales, donde la creatividad y la distinción están a la orden del día.
Comenzar no es nada fácil, más si el público es un tanto reacio a las novedades culinarias y si el contexto económico es tan complejo como el actual. No obstante, el deseo de crecer personal y profesionalmente se impuso entre estas jóvenes emprendedoras que sueñan con expandir sus ventas y ampliar su abanico de propuestas con sabores de distintos países.
En su negocio se puede encontrar platos de la cocina mexicana, venezolana, árabe y más. Cada semana, experimentan con nuevos sabores y texturas para que los clientes puedan aproximarse a la gastronomía del mundo, sin moverse de Santiago. Y, aunque se complica instalar alternativas, dados los paladares muy costumbristas, las chefs saben que hay un público interesado en probar otras comidas y quieren ser su mejor opción.
En la siguiente entrevista con La Columna, Luciana cuenta del despegue de este proyecto que tanto anhelaban. Cómo aprendieron de cocina, cómo trabajan y qué las llevó a renunciar a sus empleos anteriores para abocarse a la gastronomía sin límites de fronteras.
-¿Cómo y cuándo arranca este emprendimiento?
-Nosotras hemos trabajado en el rubro de la gastronomía durante muchísimos años. Decidimos emprender de manera particular, por el mismo cansancio de trabajar en relación de dependencia y, obviamente con ansias de ser nuestras propias jefas y obviamente de tener de tener esa libre expresión/decisión de incorporar un menú nuevo, opinar, de querer cambiar ciertas cosas, de ver cómo mejorar otros tipos de situaciones.
Como nos conocíamos desde antes con mis compañeras, hemos decidido renunciar a nuestro empleo en relación de dependencia y comenzar. Ha sido netamente una decisión, digamos y no porque estábamos desempleadas.
-¿Cómo aprendieron de gastronomía?
-Yo he empezado a estudiar gastronomía aproximadamente a los 19 años, me he recibido de chef y mi compañera, al haber trabajado tanto en el rubro, es prácticamente, es una chef más. Las dos tenemos muchísima experiencia laboral en esto.
-¿Cómo se les ha ocurrido incursionar con comida internacional?
-Primero, para tratar de innovar lo que es la propuesta gastronómica que ya existe. Tratar de incorporar nuevos sabores al ambiente gastronómico de Santiago, porque es muy difícil que la gente quiera probar, quiera vivir una experiencia diferente, porque tienen miedo, a veces, de los nuevos sabores.
Obviamente, la economía tiene mucho que ver, porque todas las propuestas, lamentablemente, no van a ser de la misma disposición monetaria. Algunas exigen más, son un poco más elevadas de lo que solíamos conocer aquí en Santiago.
Yo estaba trabajando en un restaurante que era vinoteca, y mi compañera también estaba en un lugar donde todo era bastante exigente. Es decir, no era el típico bar con las minutas, la típica rotisería, sino platos gourmet. Entonces, al venir de una propuesta tan elevada, y de un ambiente de cierto poder adquisitivo, decidimos apuntar en primera base a platos que puedan ser bien remunerados. Y después superar la brecha de que la gente empiece a probar y que se arriesgue, pero no irnos por la tangente porque la idea es también que todo el mundo nos conozca.
-¿Qué propuestas tienen?
-En primera instancia, lo que queríamos era plantear diferentes temáticas gastronómicas que iban a ser temporales. Por ejemplo, tres fines de semana hacemos comida pura y exclusivamente mexicana, los tres fines de semana siguientes, comida árabe. Después, teníamos comida venezolana, ahora queremos incorporar comida peruana. Tratamos de que sea una propuesta interesante para que la gente siempre nos tome en cuenta.
A veces la gente no se quiere arriesgar y consulta, pregunta mucho qué es, qué sabores tiene en cuanto a picantes o cosas especiales.
-¿Los platos son los típicos de cada país o apuntan a algo más rebuscado?
-Si elegimos una temática temporal, lo que es propuesta gastronómica, por ejemplo, para el ‘finde’, tratamos de que sean los platos más típicos y regionales de cada lugar que elegimos para que la gente conozca.
Lógicamente, que ha habido veces que nos hemos tenido que ser flexibles y no solamente abocarnos a un solo tipo, porque nunca falta el que te dice: ‘ah, yo quería comprarte árabe’, por ejemplo o quería comprar menú criollo. Pero bueno, más adelante seguramente vamos a tener más propuestas. Nuestra meta a futuro es tratar de tener viandas o si no menú ejecutivo, pero que sean internacionales para seguir con la impronta de algo diferente.
-¿Cómo se organizan para el trabajo? ¿Cocinan todos los días?
-Nuestro horario laboral es por las tardes, noches. Desde las 20 a 1 tomamos pedidos. Trabajamos en mi domicilio particular, en Misiones 815. Aquí hacemos la elaboración, para aquí vienen todas las compras y todo ese tipo de cuestiones y desde aquí sale el delivery o algunas personas vienen a buscar.
-¿Por tratarse de comidas internacionales, es mucho más cara que lo tradicional?
- En lo que es el mercado gastronómico capaz que al distinguirse, te favorece ese sentido. Por ejemplo, que vos tengas la posibilidad de encargarlo hasta el horario pactar y no tener que ir a un lugar, sentarte, pagar el cubierto para que te sirvan... Y es casi la misma gastronomía.
Con la experiencia que tengo en lo que es la gastronomía, por el momento, los gastos son medio parecidos. Porque lo que no se contempla, por ejemplo, es que en los locales capaz tienen mucha variedad de menú, que en este momento yo no tengo, aunque sí hay diferentes platos. Mi limito a poder cumplir y dar la oferta de que sean todos diferentes, pero que tengan un cierto nivel.
-¿Qué es lo que más demanda tiene, lo que mejores resultados les ha dado?
-Nos hemos dado cuenta de que las comidas que son muy sazonadas, las que contienen mucho sabor, por ejemplo, la comida venezolana, tiene más salida que el pollo “crispy”, que es un pollo frito al estilo estadounidense. Capaz el santiagueño es como que, al imaginar el pollo en esa cocción y todo, como que prefiere no arriesgarse.
También queríamos sacar una línea de sándwiches, pero que sean de estilo gourmet. Por ejemplo, un sándwich de solomillo con papas rejillas; o uno de bondiola a la cerveza roja. Y por ahí es como la que la gente, cuando desconoce el nombre de lo que va a comer, no se quiere arriesgar. Pero ve los videos de las publicaciones que hacemos en Instagram y ahí empiezan a interesarse.
-Este proyecto nace en un contexto económico bastante complicado. ¿Cómo enfrentan eso?
-En primera instancia, algo que es obvio que nos va a favorecer es que no pagamos alquiler. Al manejarnos en mi domicilio, ese tipo de gasto se acorta. Obviamente que sí tenemos el gasto de la luz y el gas, pero no es lo mismo que tener un gasto fijo de alquiler. Igual, a grandes escalas, sí tenemos la idea alquilar a futuro.
Por otro lado, lo que sí se nos complica es que los ingredientes que usamos son difíciles de conseguir y caritos a veces. Por eso, en lo que es insumos de carnes, de verduras, tratamos de buscar precios, como cualquier emprendedor. Además, los gastos fijos tratar de limitarnos, de que se venda todo y podamos recuperar. Gracias a Dios, todo lo que gastamos en el día para producir, lo recuperamos.
-¿Qué consideran que se podría hacer desde el Estado para ayudar a los emprendedores?
-Debería haber como una entrada más fácil para llegar a ellos y presentar un proyecto y que no sea tan engorroso. Hay veces que el emprendedor busca, quiere presentar, pero es como que tiene que pasar un montón de situaciones.
Hay veces que exigen una cosa, y otra y otra y para el que recién inicia es medio complicado. Es como que siempre es difícil llegar a la ayuda porque hay otras personas antes que vos.
-¿Qué anhelos tienen para este proyecto?
-En un futuro nos gustaría progresar a grandes escalas. Poder llegar a más consumidores, que la gente nos conozca más. Lo bueno es que siempre nos consideran, cuentan con nosotros día a día. Queremos ser esa propuesta segura y aspirar a tener otro lugar de trabajo, empleados y que las compras no sean por determinado monto, sino más grandes. Eso es lo que esperamos.
-¿Cómo se definirían ustedes como emprendedoras?
-Primero, como libres porque tenemos total libertad para decidir, para actuar y creo que eso es lo mejor de ser emprendedor. Y felices porque la verdad que esto nos gusta y es difícil encontrar dentro de la gastronomía a gente que le guste lo que hace. Por lo general, es como una propuesta laboral rápida en Santiago, lo digo porque he trabajado muchos años en estos. Y la gente va y viene y muchas veces no es feliz haciendo lo que hace.