Hace 20 años salieron a la luz videos sexuales que involucraban Monseñor Juan Carlos Maccorone, entonces obispo de la Diócesis de Santiago y un joven remisero. El hecho generó un verdadero escándalo, que devino en la renuncia del prelado y acusaciones de venganza política. Un hecho que hizo tambalear a la iglesia santiagueña.
Santiago del Estero no sólo fue la primera ciudad fundada por los españoles en este territorio, sino que fue aquí donde la Iglesia de Roma estableció su primer Obispado, convirtiéndose en la Sede Primada de Argentina, título que luego fuera trasladado a Buenos Aires y finalmente, el Papa Francisco le devolviera en septiembre del año pasado. El fervor religioso es una las piedras basales del pueblo santiagueño y se incrementó desde que Mama Antula, hija de esta tierra, fuera consagrada como la primera Santa del país.
Fueron demasiados los religiosos que predicaron con su ejemplo y evangelizaron con la palabra divina. No en vano, la Iglesia santiagueña tiene 472 años, de fe, de esperanza, de espiritualidad.

Sin embargo, no todas fueron rosas, esta iglesia también tuvo sus yerros, sus debilidades, sus pecados, que la hicieron tambalear y apuntaron directamente al centro de la curia. Uno de esos hechos tuvo que ver con quien fuera su máxima autoridad y ocurrió hace dos décadas.
EL OBISPO
En febrero de 1999, Juan Carlos Maccarone asumió en la Diócesis de Santiago del Estero, y llegaba para reemplazar a Monseñor Gerardo Sueldo, quien había fallecido en septiembre de 1998 en un confuso accidente de tránsito.
De larga y reconocida trayectoria en la Iglesia, había sido uno de los teólogos más respetados y tenía una clara visión progresista.
Había nacido en Buenos Aires el 19 de octubre de 1940 y fue ordenado sacerdote en 1968 en la parroquia Inmaculada Concepción, de Burzaco. En 1993 fue nombrado obispo auxiliar de Lomas de Zamora y tres años después asumió como obispo de Chascomús. Fue, además, decano de la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina (UCA).
Por sus conocimientos de derecho, asistió como representante del Episcopado a la convención que reformó la Constitución Nacional en 1994, donde expuso las posiciones de la Iglesia. Tenía una buena relación con el ex presidente Raúl Alfonsín.
A poco de su llegada a esta provincia tuvo fuertes enfrentamientos con los gobiernos de Carlos Arturo Juárez y su esposa Mercedes Aragonés. Se había animado a denunciar a “los Juárez” por supuestas pinchaduras telefónicas y persecuciones. “Las paredes escuchan en Santiago”, refirió ante un medio escrito, sin saber que se adelantaba a la historia que terminaría con su carrera eclesial.
Mantuvo frecuentes diálogos con organizaciones de derechos humanos y alzó su voz frente a las autoridades de la provincia para reclamar el esclarecimiento del doble crimen de la Dársena.
Participó activamente de la Mesa del Diálogo Argentino, que promovió el Episcopado durante la profunda crisis de 2001-2002 y era con frecuencia uno de los obispos elegidos a la hora de redactar los documentos de la Iglesia sobre la realidad política y social.
No solo abogó por la intervención federal de Santiago del Estero, sino que también se plantó frente a la policía local y a los funcionarios del gobierno por corrupción. Tras la caída del régimen de los Juárez, apoyó al interventor Pablo Lanusse.
El 25 de mayo de 2005 recibió al presidente Néstor Kirchner y a su esposa Cristina Fernández en la Catedral Basílica, siendo la primera vez que el tedeum se oficiaba fuera de Buenos Aires.
Era uno de los prelados más respetados y se avizoraba como candidato a suceder a Antonio Basseotto, como obispo castrense.
EL COMIENZO DE UNA RELACIÓN
Corría el año 2.000, era verano. El sol quemaba hasta las entrañas, pero, ese día, negros nubarrones se apoderaron del cielo santiagueño. Las advertencias climatológicas presagiaban un destino incierto para el avión que traía a Monseñor Maccarone de regreso a la provincia:
- ¿Hola?
- Agencia de remises. Buen día.
- Buen día. Necesitamos un coche en condiciones para que vaya a traer al obispo desde Tucumán.
- Cómo no señor. ¿El horario?
- 11 horas, le rogamos puntualidad.
- Descuide, nuestra empresa es responsable.
- Por eso los llamamos, que tenga buen día y que el señor lo acompañe.

Debido a la ausencia del chofer del Obispado, desde la Secretaría Privada de la institución se habían ejecutado las acciones pertinentes tras conocer el desvío de la aeronave hacia la vecina provincia,
Obviamente, para la remisería, de ningún modo era un viaje más, pues podría aparejar la continuidad comercial, a sabiendas que “los curas pagan muy bien”. La empresa eligió, para la ocasión a Alfredo Serrano, quien por ese entonces tenía apenas 18 años.
Al enterarse del inusual viaje, su familia le pidió que aprovechara la situación para conseguir una ayuda, pues su padre había fallecido, su madre no contaba con un trabajo estable y él necesitaba conseguir un empleo
TORMENTO DE MIS TORMENTOS
El muchacho, que no era “muy creyente”, aunque asistía a misa de vez en cuando, atravesaba un momento difícil. Su presente económico estaba haciendo estragos en el alicaído bolsillo familiar.
-Padre, ¿no sabe de algún trabajito?
-Hay que ver, no es tan fácil... pero quizás yo pueda ayudarte.
Ésta y otras promesas en este sentido habrían motivado a que Serrano depositara su confianza al religioso.
En un principio, el remisero se enganchaba con las historias de “los Juárez” y las denuncias que el obispo realizaba en las diferentes oficinas de Derechos Humanos. Incluso, le habría comentado que Luis Duhalde y la Comisión Interamericana ya estaban al tanto de todo y que, cada vez, era más posible “desprenderse de ese matrimonio nefasto”.
Según Serrano, Maccarone le comentó “que necesitaba gente de confianza, por la situación que atravesaba en ese momento la provincia, agregando que podía usar de sus influencias para ayudarme, que le diera unos días para que él pudiera contactarse y me pidió mi número de teléfono”.
Poco a poco, las visitas de Serrano al entonces obispo se fueron incrementando. Un domingo, luego de la misa central, estaban conversando en su oficina privada. “Me empezó a contar los problemas que él estaba teniendo, que estaba muy presionado, y muy tenso por la situación de la provincia, y me pidió si le podía dar unos masajes en la espalda, a lo que le respondí que no había hecho nunca masajes”.
Luego, “él me dijo que yo estaba también muy tenso, y que me hacían falta unos masajes para descontracturarme, y él se ofreció de inmediato a proporcionármelos, le respondí que no pero luego me preguntó si desconfiaba de un representante de Dios, le dije que no, pero volvió a insistir y por ello accedí”, recuerda Serrano.
Mientras recibía masajes en los hombros “me preguntaba sobre mi relación afectiva, le contesté que tenía novia y me interrogó sobre si teníamos relaciones sexuales, a lo que le contesté que era una pregunta muy personal y me dijo que era pecado tener relaciones sexuales sin estar casado”.
Asimismo, el joven recordó que “desde ese momento debía incluir esos relatos sexuales en mis confesiones, que era mejor que termine con mi noviazgo, toda vez que se acercaban tiempos difíciles. En esa oportunidad le volví a preguntar si era necesario incluir esos relatos, y me contestó que sí, que era un representante del pueblo de Dios, que no permitiría que ninguna oveja se descarríe, y que era la máxima autoridad en esta provincia de la Iglesia católica, empezando a tutearme, cosa que me sorprendió”.
LA RELACIÓN ENTRE EL OBISPO Y EL REMISERO
En una oportunidad, el sacerdote habría llegado a exigirle que se quedara en la habitación que éste poseía en el Obispado local. “Él me exigió que me quedase y amenazó que, si me iba, no me podría dar el trabajo que ya me había conseguido y que debía empezar al día siguiente”, rememoró Serrano.
“Las siguientes charlas rondaban sobre mi vida sexual, qué hacíamos con mi novia, que le cuente si tenía pensamientos impuros, si fantaseaba con hombres, si los hombres me habían ofrecido dinero para tener sexo, que yo era muy atractivo y que a muchos hombres les gustaría estar conmigo”, explicó Serrano.
“Le dije que no me gustaban los hombres, y le recordé que el ser homosexual estaba cuestionado por la Iglesia, pero el señor obispo contestó que eso era en el Vaticano, que ni siquiera había una ley que prohibiera a los homosexuales ingresar en el sacerdocio”, relató.
Poco a poco, nació una relación afectiva y sexual, por supuesto a escondidas de todos.
Consciente de la necesidad económica del joven, el prelado habría comenzado ayudándolo con sus gastos diarios, siempre con la promesa de conseguirle un trabajo estable. Lo que nunca ocurrió y que, a la postre, habría sido la clave para que el remisero tomara su revancha.
EL VIDEO
El tiempo pasaba y ya nada volvería a ser igual. Serrano comenzó a sentirse usado por la falta de cumplimiento del obispo, entendiendo que la relación era desigual. Por otro lado, su familia empezaba a sospechar de este “peligroso acercamiento”.
Acorralado por las circunstancias y defraudado por el sacerdote, no encontró otro camino más que exponer la debilidad del religioso. Para ello, decidió comprar una cámara casera de video para grabar alguno de sus encuentros íntimos.
Sin embargo, no sería fácil. Maccarone era un hombre desconfiado. Por eso se tomó un largo tiempo para preparar una estrategia segura para llevar a cabo su cometido. El remisero necesitaba un pretexto para introducir un bolso con la cámara. La excusa de tomar una ducha se presentaba propicia. Todo salió a la perfección.
Lo que se grabó después dejó en evidencia las prácticas sexuales del obispo. Fue un video por demás explícito, grabado el 4 de agosto de 2025.
Aunque en un principio Serrano habría grabado las escenas para presionar a Maccarone, ya con el material filmado en las manos, se habría sentido invadido por el temor a represalias, por lo que decidió hacer pública su historia. “Tengo miedo a terminar en una zanja”, habría confiado a su mejor amigo.
La grabación habría llegado a manos del padre Jorge Ramírez, secretario del prelado, quien le sugirió a Maccarone que presentara la renuncia ante la contundencia de las imágenes.
EL VIAJE DEL VIDEO
Durante la madrugada del miércoles 17 de agosto de 2025, un laico, ex diplomático, con excelentes contactos en el clero, le entregó al entonces nuncio apostólico, Monseñor Adriano Bernardini, embajador del Papa en nuestro país, el video que comprometía a Juan Carlos Maccarone.
Bernardini se comunicó telefónicamente con Maccarone, quien admitió la existencia del video y su responsabilidad. Quedaron de acuerdo en encontrarse en la Nunciatura el viernes 19.
Tras ese diálogo, el embajador del Papa preparó un largo y minucioso informe contando el caso. Más tarde, avisó a El Vaticano que, por correo diplomático, viajaban el video y el documento completo que había escrito.
Con las debidas precauciones, monseñor Bernardini mandó también un cable cifrado a la Secretaría de Estado con el texto del informe. No se sabe exactamente si habló por teléfono con el secretario de Estado, cardenal Angelo Sodano, con el “canciller” de El vaticano, monseñor Giovanni Lajolo; o con el Sustituto, el arzobispo argentino Leonardo Sandri, quienes se encontraban en Colonia, Alemania, acompañando en visita oficial al Papa Benedicto XVI
Por otro lado, un obispo habría anticipado telefónicamente a la Secretaría de Estado de El Vaticano que tenía la filmación y la gravedad del caso.
Durante la tarde del jueves 18 de agosto, el Prefecto de la Congregación para los Obispos -el ministerio vaticano encargado de los nombramientos, renuncias y problemas de los episcopales-, cardenal Giovan Battista Ré, llevó la documentación al Papa.
Benedicto XVI firmó de inmediato la aceptación de la renuncia.
En la mañana del viernes 19 se encontraron, en Buenos Aires, Bernardini y Maccarone quién se enteró allí, en la Nunciatura, que “su dimisión ha sido aceptada por el Santo Padre”.
Ese mediodía, se notificó oficialmente que monseñor Maccarone no era más el obispo de Santiago del Estero, por propia decisión del Sumo Pontífice.
A las 17, la noticia sobre la dimisión de Maccarone ya había tomado estado público.
EL PAGO
Una vez que Serrano tuvo el video, comenzó diversas gestiones para venderlo a distintos medios de comunicación, así es como habría llegado a manos del padre Ramírez. Uno de esos medios lo compró, pero no esperaba publicarlo, sino que su idea habría sido adquirirlo para evitar que fuera difundido. No se logró.
Cuando Serrano se enteró que el video estaba ya en el Vaticano habría intentado venderlo a otro medio, y hasta comenzó a hacer gestiones para que llegara a los espacios mediáticos de Buenos Aires. Pero era tarde, nadie quiso pagar, el video ya era público.
Agobiado por la situación, Serrano habría admitido que grabó el video porque le pagaron 95 mil pesos, lo que sumó a su “cansancio” por “las mentiras de Maccarone”. Pero no imaginaba el escándalo que se desataría.
El obispo de Santa Fe, José María Arancedo, elogió su servicio pastoral, así como su pronta decisión de renunciar.
Mientras tanto, los partidarios del obispo realizaron marchas en Santiago del Estero, en apoyo de Maccarone. Un activista de derechos humanos dijo: "No es posible que esto haya ocurrido casualmente. Si le ocurrió a una persona tan querida, respetada y prestigiosa como el obispo, entonces podría pasarle a cualquiera de nosotros".
“MI VIDA NO FUE UNA MENTIROSA APARIENCIA”
En una carta de siete párrafos, Mons. Juan Carlos Maccarone, pidió perdón a sus hermanos obispos reunidos en Comisión Permanente en Buenos Aires.
La carta fue leída por el Cardenal Jorge Bergoglio durante las sesiones de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina, señala a sus hermanos obispos que “les debo muchas cosas”.
“Como a hermanos quiero decirles que, a pesar de este hecho, mi vida no fue una mentirosa apariencia. Obedecí siempre a la Iglesia desde mi vida de seminarista para realizar cosas que nunca imaginé para mi vida sacerdotal”, expresa Mons. Maccarone en su carta.
“Por obediencia acepté el Episcopado y los diversos destinos donde debí ejercerlo. Así también acepté sin discusión lo que los obispos me encomendaron para tareas extraordinarias”, agrega la nota.
Según el Prelado, el incidente que llevó a su renuncia fue “un acontecimiento preparado por intereses y tecnología que implicaban un proyecto de extorsión se aprovechó de mi buena voluntad y trajo como consecuencia herir la calidad moral de mi persona y la autoridad correspondiente”.
Pero reconociendo su propia responsabilidad y la confianza puesta en él “todo se me hace más doloroso y se transforma en un pedido fraterno de disculpa y perdón”.
EL APOYO DE LOS OBISPOS
Frente a ello, el 22 de agosto de 2005, la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina emitió una declaración “con motivo de la renuncia de Mons. Juan Carlos Maccarone al obispado de Santiago del Estero”.
La misiva decía lo siguiente:
“La Iglesia, en la debilidad de sus hijos, es en el mundo signo de la misericordia de Dios Padre en Jesucristo. Esto nos exige día a día una constante conversión y penitencia sin temer a la verdad ni pretender ocultarla.
Sentimos en esta hora el dolor y el desconcierto de nuestro pueblo. Es el momento de renovar nuestra confianza en el poder de la gracia de Dios.
Nos solidarizamos con el presbiterio y el pueblo de Santiago del Estero y con ellos queremos expresar nuestro agradecimiento a la labor de seis largos años de Monseñor Juan Carlos Maccarone al servicio de los pobres y de quienes tienen la vida y la fe amenazadas.
Acompañamos a nuestro hermano con afecto, comprensión y oración.
Que María, Reina de los Apóstoles, nos proteja y consuele en este momento de prueba.
La declaración fue realizada en Buenos Aires y estaba firmada por el presidente de la entidad, Mons. Eduardo Mirás, su vicepresidente primero, Cardenal Jorge Mario Bergoglio, vicepresidente segundo, Mons. Domingo Castagna, y el secretario general Mons. Sergio Fenoy.
DENUNCIAS
Un par de semanas después, Maccarone fue acusado formalmente por el presunto delito de abuso sexual calificado, presentación que fue al titular del Juzgado del Crimen de I Nominación, Dr. Gustavo Adolfo Herrera. La demanda fue impulsada por Alfredo Serrano
En su declaración testimonial, Serrano aseguró que la idea de elaborar el video surgió porque "no aguantaba todas las cosas" que el ex obispo Maccarone hacía con él y que, a su vez, quería que el remisero le hiciera.
"Me venía mintiendo que me iba a conseguir un trabajo y solucionar el problema de mi familia durante cuatro o cinco años y yo dije ya basta", agregó.
A la vez, sobre Serrano también pesaban dos denuncias por presuntos delitos de "violación grave a la intimidad y extorsión", promovidas por el presidente de la Federación de Profesionales de Santiago del Estero, el abogado Marcelo Agüero, y la asesora del Movimiento Campesino (MOCASE), la convencional constituyente Mabel Bravo.
Maccarone nunca cuestionó la autenticidad del video, pero dijo que fue víctima de un plan de extorsión, un acto de venganza política, y sugirió la participación de Carlos Juárez.
DESTINO FINAL
Por orden del Papa Benedicto XVI, Maccarone vivió una vida de penitencia durante un tiempo en un monasterio mexicano.
En 2010, regresó a Argentina y ejerció su ministerio ocasionalmente a petición de un obispo local. Luego continuó trabajando como sacerdote en Claypole, celebrando misa para las monjas que cuidaban a niños discapacitados en el Cotolengo de Don Orione.
En diciembre de 2010 volvió a aparecer públicamente al confirmar a chicos en la parroquia Santísima Trinidad de la ciudad santafesina de Rufino, a 284 kilómetros de Rosario.
La presencia de Maccarone en la confirmación causó estupor en la feligresía de Santa Fe. Según se explicó, fue el propio obispo diocesano, monseñor Gustavo Help, quien designó a Maccarone a ejercer el ministerio debido a que él, por razones de agenda, no podía estar presente.
“Maccarone renunció al obispado de Santiago del Estero pero no al ministerio. Tampoco tiene impedimento alguno para celebrar los sacramentos. Acá no hubo ninguna condena ni ningún delito civil alguno”, aclaró a FM 106 de Rufino el párroco de esa localidad, Diego Cavanagh.
Según se supo, el ex obispo de Santiago del Estero participó en dos liturgias. La primera fue en la última semana de octubre y la segunda en el primer fin de semana de noviembre. Al no contar con nadie que pudiera realizar las confirmaciones, el obispado de Venado Tuerto lo designó a cargo.
El 29 de marzo de 2015, a los 74 años, Juan Carlos Maccarone falleció en el Cottolengo de la Obra de Don Orione.