Talleres, esculturas, ferias y exposiciones: La Casa taller y galería de artes La 48 se convirtió en un punto de encuentro para quienes quieren expresarse y vivir el arte sin barreras.
Pero esto no tiene por qué ser una realidad, y así lo entendieron los artistas Valeria Bullaude, Carlos Hopian, Alicia Vidal y Luis Garay. Impulsados por el amor a crear y por la enseñanza, con la determinación de descentralizar y desacralizar el entorno artístico, dieron origen a la Casa taller y galería de artes La 48.
Desde fines de 2019, en una casa de paredes blancas que hoy se cubren con cuadros, pinceles y telas en proceso, este espacio se ha dedicado a forjar y acompañar artistas en diferentes expresiones y técnicas. Brindan talleres de porcelana en frío, bordado, escultura, pintura, grabado, sublimado textil, dibujo y acuarelas. También realizan restauración de imágenes, cuadros y esculturas.
Los primeros trazos
La idea surgió cuando Valeria Bullaude y Carlos Hopian le propusieron a Alicia Vidal y Luis Garay establecer una galería, dada la oportunidad de alquilar un local ubicado en una zona céntrica. Con este marco inicial, decidieron darle un giro y alejarse de la noción tradicional de un punto de comercialización de obras, para establecer un sitio donde lo que se ofreciera fuera producido allí mismo.
Esta diferenciación ha permitido a la profesora nacional de escultura y grabado Alicia Vidal continuar produciendo y enseñando, un deseo que llevaba consigo desde su jubilación. Quien, junto a su esposo Luis Garay, dibujante y grabador, se ha dedicado a hacer del taller un lugar que facilite la experiencia de quienes quieren incursionar en el ámbito artístico.
Es así como diferentes profesores han pasado por La 48 para enseñar, con el objetivo de que, especialmente los recién recibidos, puedan ganar experiencia. Artistas de toda trayectoria han conseguido exponer sus obras, y quienes buscan hacer del arte parte de su vida han podido formarse con grandes exponentes.
Arte y convivencia
Actualmente, La 48 es una comunidad. Las tardes están llenas de mate, música, risas y charlas. Unos dibujan, otros pintan y algunos modelan arcilla, mientras el perrito de la casa juega y acompaña a los alumnos, como un guardián silencioso de este rincón de arte.
Es un lugar de intercambio y encuentro, donde la seguridad es un principio fundamental que abre las puertas a la expresión y al diálogo. Forma no solo en técnica, sino también en valores. Lleva como estandarte la inclusión y a la diversidad como objetivo.
“Trabajamos con la memoria de que nosotros hemos empezado igual que quien viene por primera vez, ya sea una persona que quiere aprender, un alumno de la Escuela de Bellas Artes o un colega. Sin anteponer la jerarquía, la trayectoria, ni el nombre, que muchas veces inhibe a la persona que quiere expresarse”, manifestó Alicia Vidal en una charla con LA COLUMNA.
Se ha convertido en el rincón seguro de quienes habitan el arte en sus diferentes formas y de quienes estaban lejos de la posibilidad de hacerlo, abriendo las puertas a todas las personas que cuentan con ganas y dedicación, independientemente de su solvencia económica o conocimiento, fundamental en un ámbito donde los materiales y las clases son costosos.
“Para nosotros hoy, el taller significa la vida, porque estamos casi todo el día aquí. Nos da la posibilidad de desarrollar nuestros trabajos, pero también de compartir. Ya sea con quienes vienen a trabajar o con quienes llegan a conversar. Es un lugar de encuentro, que siempre tratamos de mantener abierto, lleno de vida y de dinamismo”, expresó Luis Garay.
Visibilizando el talento
Además de los talleres regulares, La 48 también se ha propuesto que el arte no quede solo en las paredes del taller. Por eso organizan instancias de venta, donde los participantes pueden ofrecer sus producciones y aprender también sobre la circulación de sus obras. Así, el espacio se convierte en un puente entre la creación y la comunidad, con precios accesibles y la posibilidad de que el trabajo artístico local sea valorado.
La 48 ha participado en encuentros culturales, entre ellos la Feria del Libro, donde llevaron piezas de grabado, ilustraciones y objetos intervenidos. También han estado presentes en actividades relacionadas con los festejos por el aniversario de Santiago del Estero. Estos espacios de intercambio les permitieron dialogar con un público más amplio y visibilizar la producción que se gesta en el taller.
Durante la pandemia, cuando las puertas permanecían cerradas, el grupo encontró otra forma de seguir creando colectivamente: un mural realizado por encargo de la municipalidad. La obra fue, además de un trabajo artístico, una manera de reafirmar el rol del taller como motor creativo aun en tiempos de aislamiento.
Durante el mes de agosto realizaron una exposición en la Casa Argañaraz Alcorta, que refleja la esencia del taller. Exhibió creaciones de diferentes alumnos y profesores, todos con su propio estilo y método plástico.
Con casi seis años de recorrido, el objetivo de quienes sostienen La 48 se mantiene claro: permanecer. No solo como galería y casa-taller, sino como comunidad abierta que se reinventa y crece junto a quienes encuentran allí un lugar para expresarse.
“Nos gustaría permanecer, que esto permanezca en el tiempo. Ir creciendo de a poco. Poder incidir más en la sociedad, pero básicamente permanecer. Que no es algo sencillo, sobre todo teniendo en cuenta los momentos políticos y económicos por los que estamos atravesando. No hay un incentivo que ayude más que la voluntad de sostenerlo. Pero nuestro mayor deseo es poder permanecer y mantener el espacio”, agregó Luis Garay.
Hoy, La 48 es mucho más que un taller o una galería: es un espacio donde el arte deja de ser exclusivo, un lugar donde cualquiera puede acercarse a crear, aprender y compartir. En cada pincelada, en cada hilo bordado o en cada pieza modelada, se reafirma que el arte no es un privilegio, sino un derecho que se construye colectivamente. Permanecer y seguir abriendo puertas es, para sus integrantes, la obra más importante.