El licenciado Leandro Peiretti, psicólogo y perito oficial del Gabinete de Psicología Forense del Poder Judicial de la Provincia, supo analizar a fondo la problemática de niños abusados sexualmente por otros niños. Se refirió a la necesidad de hablar de la sexualidad con los menores, sin mitos ni tabúes. A la vez, hizo hincapié en el acompañamiento de las familias y en la necesidad de un tratamiento terapéutico que los lleve a borrar las huellas de los abusos.
-¿En su ámbito de trabajo suelen toparse con casos de niños abusados sexualmente por otros niños?
-Sí, nos topamos constantemente con casos de estas características que sorprenden por ahí al común de la sociedad, pero no son tan lejanos. Es decir, es común que haya un porcentaje significativo de este tipo de casos dentro del ámbito tribunalicio y que nosotros, que somos el cuerpo de Psicólogos Forenses del Poder Judicial, tengamos que evaluar y hacer una apreciación al respecto de este tipo de situaciones.
-¿Estos casos son comunes o es algo descabellado hablar de ello?
-No sé si descabellados es el término. Pasa bastantes veces durante el ámbito de tribunales. Una o dos veces al mes ingresan causas de esta naturaleza. Es un número bastante significativo o elevado para la cantidad de población que existe dentro de la provincia. Pasa muchas veces, más de lo que uno imagina. A veces tiene una repercusión mediática y otras veces no, pero sí es común que suceda. De todos modos, me interesa aclarar que el Cuerpo de Psicólogos Forenses trabaja a partir de la particularidad de cada situación y siempre tratamos de ver qué es lo que origina o cuál es la causalidad que determina una situación de esta naturaleza, y eso tratamos de plasmar en la pericia. También para poner información fidedigna y lo más completa posible sobre la personalidad del menor o los menores implicados.
ANTECEDENTES
-Es cierto que cada caso es particular, pero ¿cuándo llega a un niño a convertirse en un agresor sexual de otro niño?
-En principio, uno siempre tiene que hablar de caso por caso y ver qué es lo que sucede en este tipo de situaciones. En general, uno ve en la casuística que, antes de que se pase a hechos de esta naturaleza, es posible que hayan aparecido una serie de antecedentes, que los adultos que rodean al niño sepan leer, escuchar e intervenir, justamente, para que uno pueda tener una participación en los momentos previos y, en lo posible, tratar de prevenir una situación de esta naturaleza.
-¿Por ejemplo?
-Por ejemplo, los niños pueden empezar con preguntas que giren directamente sobre la sexualidad. Existe el prejuicio -por suerte se está desmitificando- que los niños no tienen ninguna relación con la sexualidad. Esto no es así. Los niños, desde el momento en que son concebidos, tienen una cierta relación con su propio cuerpo y con la sexualidad. Entonces, la sexualidad tiene que dejar de ser un tabú dentro del ámbito familiar, o dentro del ámbito de adultos que rodean al niño. Hay que tratar de hablar del tema y de transmitir cuáles son las normas y legalidades que permiten, justamente, ordenar la conducta de los niños con respecto a una temática de esta. Fundamentalmente, hay que despejar dudas. La pregunta no tiene que asustar ni tampoco ser motivo de chiste o de risa. Es una pregunta de alerta que da la oportunidad para referirnos al tema.
-¿Hablar sería la premisa?
-Justamente, para hablar de las normas y legalidades que ordenan el accionar sexual de un niño, y que le permiten, tamizar estas cosas vía la palabra. También es importante ver cómo se llega a cometer un hecho de esta naturaleza, que no es un delito porque estamos hablando de menores, más específicamente de infantes. ¿Cómo se llega? Es posible -no digo que siempre sea así- que el niño que comete una agresión sexual hacia otro menor haya tenido, dentro de la historia de su vida, algún trauma que haya dejado una impresión en su psiquismo y que eso sea lo que se intenta tramitar vía la acción.
-¿Como que haya sido abusado sexualmente?
-No sé si abusado sexualmente. Puede ser. En términos generales, vamos a llamarle alguna experiencia traumática que haya repercutido directamente en el ámbito de su sexualidad, de su privacidad. Puede ser que haya antecedentes que no vayan vía la pregunta o vía los comentarios con respecto a la sexualidad de los niños, pero sí que haya cambios conductuales previamente. Un niño alegre que de repente comienza a estar muy triste, muy callado. Entonces habrá que indagar qué sucede en ese silencio. O que se enferme demasiado repentinamente, o empiece a ponerse agresivo verbal y físicamente. Son todos indicadores de alerta. Por ahí, los cambios conductuales dicen más que las palabras, sobre todo cuando son muy pequeños. Por eso hay que tratar de indagar qué es lo que sucede y, si es necesario, tratar de realizar una consulta.
UNO Y OTRO
-Entonces ¿cómo tratamos a los niños abusadores?
-Siempre el tratamiento es caso por caso y a partir de entender cuál es el orden de causalidad que lo ha llevado a cometer un acto como el que ha cometido. Los niños tienen un psiquismo que está en formación. No es algo que está determinado, sobre todo si es antes de la pubertad. Entonces, lo fundamental es que se pueda, primero, tratar de envestir qué es lo que ha sucedido vía la palabra, que lo pueda expresar y encontrar las explicaciones. Eso va actuar reforzando las normas y legalidades que dan orden y estabilidad al psiquismo, para que este tipo de situaciones no se vuelva a cometer. Es importante que la persona que ha cometido estos delitos pueda manejarse de un modo particular en relación a su propia culpabilidad, que haga una interiorización de la culpa y pueda responsabilizarse de ello.
-En la vereda del frente, ¿qué pasa con el niño abusado?
-Fundamentalmente, hay que ver la repercusión que ha tomado el evento en su subjetividad y, en relación a eso, ordenar el tratamiento. Sí brindar contención emocional, tratar de ver qué es lo que se produce en la cabeza del menor, a partir de lo que ha sucedido. Es decir, qué es lo que puede decir con sus palabras. En función de eso, ordenar un tratamiento, a partir del cual pueda elaborar este suceso y no quede como una marca para su narcisismo, como una injuria que vaya a tener una repercusión a futuro, entiéndase como desencadenante de alguna conducta patológica o alguna enfermedad que lo posicione en algún lugar de sufriente. Pero, fundamentalmente, hay que tratar de ver cuál es el posicionamiento que toma ante la culpa, cuál es el impacto que ha causado el evento en el menor y tratar de hablarlo con cierta naturalidad, en un ámbito terapéutico serio.
CASO POR CASO
-Desde su experiencia, ¿se encontraron con casos en que ambos niños son integrantes de una misma familia y que, después del hecho, tienen que convivir bajo el mismo techo? Por ejemplo hermanitos y primos.
-Sí, ha sucedido, donde es importante ver cuál es la historia previa a que se haya dado el evento sexual poco común entre los integrantes de una misma familia. Eso sí, el tratamiento con los niños nunca deja excluido al adulto responsable de este menor. Es fundamental que se implique y se responsabilice. Así como es importante que haga las preguntas concomitantes para poder historizar lo que ha sucedido, que se responsabilicen del tratamiento, que tomen una participación lo más significativa posible y que puedan contener al menor. Como le dije, son psiquismos en formación y es fundamental que quienes estén sosteniendo esa formación estén lo suficientemente preparados y haciéndose cargo para que esto no deje huellas altamente negativas para el menor.
-¿Estos niños provienen de hogares disfuncionales?
-No podemos generalizar. No toda familia que se califique como disfuncional va a tener como resultado un niño que comete algún desorden sexual sobre otra persona. Hay casos donde uno ve un armonioso funcionamiento familiar y, sin embargo, también han sucedido hechos de esta naturaleza porque, justamente, el niño no está solamente con la familia. Puede haber vivenciado algo, independientemente de cuál sea el hecho, que ha repercutido dentro de su subjetivad, y que por eso dé lugar a un acto de esta naturaleza. Entonces, uno tiene que tener cuidado y no envestir esto de prejuicios. Siempre, siempre, en temas que competen a la intimidad de las relaciones sexuales y de la sexualidad, es caso por caso. Dentro de la comunidad científica actual, no existen perfiles como situaciones armadas que den lugar a eventos de esta naturaleza. Por eso es importante también que, dentro de la pericia psicológica, podamos particularizar el caso y dar información específica que sirva para ver cuáles son los pasos a futuro.
DERRIBANDO MITOS
-Precisamente, hablando del futuro. ¿Qué pasará con ese niño abusador? ¿Se convertirá en un agresor sexual, en un hombre con una conducta desviada?
-Lo que sucede dentro del ámbito de la infancia y dentro del ámbito de los menores, siempre tiene un texto y un pretexto. Es importante que podamos ver qué es lo que ha sucedido, cuál es el orden de causalidad y que el niño pueda dar, a esto que ha sucedido, una implicancia dentro del ámbito de las palabras. No hay causa y efecto. No porque haya sucedido esto dentro del ámbito de la infancia en la adultez se va a mantener. Depende de los profesionales intervinientes y de los adultos que están a cargo de estos niños que se tomen las acciones necesarias para que esto no tenga repercusiones a futuro o impliquen una conducta delictiva.
-La última, ¿qué recomendaciones podría hacer a los papás para evitar situaciones como ésta?
-En cuanto a la prevención, es importante conversar con respecto a la sexualidad, escuchar cuáles son las preguntas de los niños, no minimizar ninguna de esas preguntas y tampoco hacer un drama cada vez que esto suceda. Sencillamente, tratar de envestir lo que los niños tienen como duda o intriga y poder conversar con ellos, sin los mitos ni tampoco los prejuicios. Y, si es necesario, hacer las consultas y saber que todo lo que sucede siempre implica al adulto.