03 de diciembre, 2024
Actualidad

El estudio permite prolongar y proteger el almacenamiento de las vainas de algarroba. A largo plazo, las propiedades del árbol, podrían aprovecharse para la generación de productos farmacéuticos.

Científicos de la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE) y el CONICET llevan adelante numerosos estudios de gran impacto ambiental y productivo. Uno de ellos demostró que es posible combatir bacterias e insectos de forma natural, mediante el uso del aceite esencial del aguaribay.

El proyecto denominado “Aplicaciones biotecnológicas del aceite esencial obtenido del aguaribay” investiga las propiedades del árbol que crece en abundancia en nuestra provincia. Y, de acuerdo a los avances presentados, su aceite logra ser un bactericida e insecticida (entre otros posibles usos), para conservar vainas de algarrobo almacenadas y evitar que sean atacadas por insectos y/o bacterias.

El Dr. en Biotecnología, Axel Hollmann es quien dirige este proyecto que, en principio apuntaba a investigar si las especies vegetales eran capaces de “matar bacterias, para que funcione de alguna manera, como un antibiótico, pero natural”. “Probamos diferentes plantas basándonos en la información previa más  tradicional y vimos que el aguaribay tenía mejores resultados”, explicaba el experto en Radio Universidad.

A su vez, señala que las bacterias se van adaptando y se vuelven resistentes a los antibióticos existentes y esto marca la necesidad de encontrar compuestos nuevos que permitan controlarlas de manera más eficaz.

Si bien se conoce que los aceites esenciales se utilizan generalmente en aromaterapias, en este proyecto se busca darle utilidad antibacterial e insecticida. A su vez, “este proyecto, pone en valor la flora de Santiago del Estero ya que busca encontrar las potenciales aplicaciones y pensar en una industrialización de estos hallazgos”, según detalla el investigador independiente del CONICET y director del Laboratorio de compuestos Bioactivos del CIBAAL (UNSE-Conicet).

Hollmann, explica que los aceites esenciales son “derivados del  metabolismo de los vegetales, compuestos de bajo peso molecular; es decir que son muy chiquititos. Son volátiles; lo cual significa que, si yo tengo un frasquito con aceite esencial y lo abro, se va a sentir la fragancia, porque ese compuesto natural pasa al aire y uno los puede obtener de diferentes partes de la planta. Lo que se obtiene es un concentrado de una mezcla de compuestos que se almacenan en las plantas”, precisó.

El profesional, comentó que los aceites esenciales “se utilizan hace bastante tiempo” en aromaterapia, de modo que, para el estudio averiguaban “si tenían capacidad de atacar a la bacteria y tratar de entender cómo es que la atacaban”. “Nosotros ya tenemos caracterizado el compuesto, el mecanismo de acción”, indicó sobre la etapa en la que se encuentra.

De momento, se plantea una aplicación más inmediata que apunta a la conservación de vainas de algarrobo. “Cuando uno utiliza estos aceites en alimentos, por el modo de aplicación, en general, los tiempos son más cortos y muchos aceites, como ya se utilizan en la industria alimentaria como aromatizantes, hay una parte de esa aprobación que dice: ‘esto se puede utilizar en alimentos, aunque  no estaba definido que servía para lo que yo quiero. Eso hace que los procesos sean más cortos”, manifestó.

Para eso, trabajan con el Dr. Sergio Rodríguez, del Instituto de Ciencias Químicas, con quien planean aplicar el aceite esencial en silos donde se almacenan las vainas de algarroba, “justamente porque puede inhibir el crecimiento de las bacterias y como insecticida. Esto permite que las vainas que se almacenan durante muchos meses, no pierdan su calidad y se puedan usar durante todo el proceso”.

La idea de aplicar en estos frutos tiene que ver con que el aceite de aguaribay mostraba actividad antibacteriana contra dos bacterias que “normalmente contaminan la vaina. Además, vieron que tenía actividad insecticida contra el insecto-plaga más importante de la algarroba; sumado a que esta fruta es un producto importante para la economía local de Santiago del estero. Nos pareció que sumar todo eso podía darle un valor especial”, señaló.

Este proyecto forma parte de un conjunto de proyectos que se desarrollan en el laboratorio, como, por ejemplo: Nano partículas, péptidos (pedacitos de proteínas) capaces de matar a las bacterias y otros.

Hollmann trabaja junto a un equipo conformado por Sergio Rodríguez, Dr. en Ciencias Químicas (Investigador y Docente UNSE CONICET); Andrea Cutro, Dra. en Ciencias Biológicas (Investigador y Docente UNSE CONICET); Anahí Bordón, Lic. en Biotecnología (Becaria doctoral CONICET) y Valeria Tapia Mattar, Lic. en Química (Becaria doctoral CONICET).

 

ANTIBIÓTICOS

Lo más llamativo de esta investigación es que puede ampliarse al campo de la salud, aunque para eso se necesitan unos 10 años más de estudio. “Todo lo que se aplica en salud requiere de muchos controles y validaciones porque justamente es algo que se va  a aplicar en humanos”, expresó.

Asimismo, comentó que en la actualidad “hay toda una demanda de la industria farmacológica por encontrar compuestos nuevos, que justamente puedan ir reemplazando a aquellos compuestos químicos que ya no tienen más actividad y que antes eran muy buenos”.

Tal como se dijo, pasará un buen tiempo hasta que estos productos puedan ser usados en la medicina y será de un modo escalonado. Pues, Hollmann sostiene que “en el campo de la salud uno puede encontrar aplicaciones con diferente grado de sofisticación. Como por ejemplo, hay aceites que se usan de forma tópica, como una crema y se absorben por la piel, eso implica menos estudios porque yo no estoy inyectando nada”. De modo que, “el uso del aceite en aplicaciones de ese tipo no es una cosa tan lejana”. “El problema es que nosotros hacemos una investigación que está centrada en sistemas in vitro, normalmente. Después hay que hacer experimentos con animales, luego cuando uno ya está seguro de que, no solo es bueno, sino de que no tiene nada malo, tiene que avanzar a estudios con humanos. Eso requiere de una infraestructura que no tenemos los laboratorios de investigación. Uno va publicando los avances y hay empresas que captan eses conocimiento, para hacer esta última parte”, precisó.

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