El exrepresentante de modelos Ricardo Piñeiro murió este miércoles tras sufrir un ACV hemorrágico. Estaba en terapia intensiva en el Hospital Fernández.

Allegados a Piñeiro confirmaron su fallecimiento por redes sociales. 

Piñeiro, que tenía 67 años y fue ícono de la década de los 90, estaba internado grave en el Sanatorio Otamendi, después haber sufrido un accidente cerebrovascular (ACV) hemorrágico en su departamento del barrio porteño de Recoleta.

El lunes, Piñeiro fue encontrado con pocos signos vitales en su vivienda, tras la llamada de un amigo al 911. Como primera medida se lo trasladó al Hospital Fernández y luego de la atención primaria que recibió en ese centro público fue derivado. Como consecuencia del ACV tenía una insuficiencia respiratoria y renal, e hipotensión arterial.

El amigo de Piñeiro había realizado la llamada de urgencia luego de que el exrepresentante no contestara los llamados a su puerta. Alertados de esta situación, agentes de la Comisaría Vecinal 2A se trasladaron hasta la avenida Las Heras al 1600, donde el exrepresentante de modelos como Mariana Arias, Andrea Frigerio y Paula Chaves vivía desde hace siete años.

Al entrar lugar, los oficiales encontraron al denunciante y, tras franquear el acceso al departamento, hallaron al Piñeiro en grave estado. Fue entonces que llamaron a una ambulancia del SAME. Pese a los intentos por lograr una mejoría en su salud, finalmente el hombre falleció hoy en el Otamendi.

Quién era Ricardo Piñeiro 

Nació en febrero de 1956 en Montevideo, Uruguay. En la década de los 90, se convirtió en uno de los mayores representantes de modelos de Argentina. A partir de su agencia supo crear un imperio con las figuras femeninas más destacadas del país, copando las tapas de revistas y los programas de televisión. Durante esos años, su escudería dirigía a las modelos más destacadas y solicitadas del momento: Andrea Frigerio, Mariana Arias, Verónica Lozano y Paula Chaves, solo por mencionar algunas de diferentes generaciones.

En 2011 sufrió un duro revés económico que lo obligó a reinventarse, un episodio crucial que significó un punto de inflexión: por una estafa perdió “hasta el nombre”, reconoció, un hecho del que asegurara que también tenía una parte de responsabilidad, por lo que aceptaba lo sucedido. Como él mismo reconociera, nunca fue un buen empresario, sino más un “idealista”, y ese tipo de experiencias son las que forjan el aprendizaje.

Con el tiempo después decidió alejarse del universo fashion y se enfocó en su vida, la cual compartía con sus perras, combinando su pasión por la fotografía. En los últimos tiempos trascendió su ayuda como voluntario en la iglesia Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón, donde colaboraba en la asistencia a personas en situación de calle. También la batalla que libró contra el alcoholismo y la sanación que encontró en el mismo espacio religioso.

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