06 de junio, 2025
Actualidad

En diálogo con LA COLUMNA, la odontóloga Luciana Morales explica por qué es necesario dejar de ver la boca como un órgano aislado. Desde problemas cardíacos hasta trastornos posturales, muchas afecciones pueden originarse, o detectarse, en la cavidad bucal.

Desde niños, cada vez que alguien se siente mal, lo primero que pide un médico es: “abrí grande la boca y saca la lengua”. Pero ¿qué tiene que ver eso con lo que siente el paciente? La respuesta es simple: muchas enfermedades se expresan a través de la boca.

Lejos de lo que comúnmente se cree, la boca no se limita a albergar nuestros dientes. No es una estructura aislada, como tampoco lo son un brazo o una pierna. Somos un todo, y por eso es necesario empezar a considerar a la odontología como la especialidad interdisciplinaria que realmente es.

Cómo influye la boca en todo el cuerpo

La cavidad bucal forma parte del sistema estomatognático: un conjunto de estructuras anatómicas interrelacionadas que intervienen en funciones como la masticación, deglución, habla, respiración y expresiones faciales. Esto significa que está conectada con diversos sistemas del cuerpo.

Uno de los factores con impacto directo en la salud general es la oclusión, es decir, la forma en que los dientes superiores encajan con los inferiores al cerrar la boca. Más allá de la estética, una mala oclusión puede provocar problemas posturales e incluso afectar la columna. Cuando los dientes encajan correctamente, la postura mejora y el centro de gravedad del cuerpo se ubica correctamente en la cadera, lo que favorece el movimiento y la actividad física, explicó la Odontóloga Luciana Morales en entrevista exclusiva con LA COLUMNA.

Pero la influencia de la boca no se limita a la postura: también existe una estrecha relación entre la salud bucal y el corazón. Las personas con mala higiene dental, múltiples caries y afecciones cardíacas pueden desarrollar endocarditis bacteriana. Las bacterias que habitan en la boca pueden viajar por el torrente sanguíneo, alojarse en el corazón y formar una “vegetación” que, al desprenderse, genera sepsis: una disfunción orgánica potencialmente letal causada por una respuesta desregulada del cuerpo frente a la infección.

Boca y diabetes: una ida y vuelta peligrosa

La conexión con la salud general no termina allí, por ejemplo, la relación entre la diabetes y la salud bucal es bidireccional. Altos niveles de glucosa favorecen enfermedades periodontales como la periodontitis –una infección que afecta los tejidos de soporte de los dientes– y la gingivitis, que provoca inflamación en las encías, lo que puede significar hasta la pérdida de sus elementos dentales.

 También pueden aparecer infecciones por hongos, como la candidiasis, que causa aftas, que llegan a ser dolorosas. La xerostomía (sequedad bucal) es otra complicación frecuente en pacientes con diabetes, y favorece la aparición de infecciones y caries. “Estos tipos de complicaciones son alimentados por la flora bucal que existe en nuestra boca, y sobre todo, este exacerbado por la presencia de ese  desbarajuste que hay de la insulina, que es la que controla o regula a la glucosa” detalló Morales.

Estrés, ansiedad y salud bucal

Por otro lado, el estado emocional y el estrés también impactan en la boca. Situaciones emocionales complejas bajan las defensas del organismo, lo que facilita la proliferación de bacterias como Eikenella corrodens. Su aumento puede provocar infecciones severas que se diseminan y afectan órganos vitales como el corazón. El herpes tipo I también se activa ante el estrés. Puede durar hasta 14 días y, en casos más graves, afectar la nariz y los ojos.

Otra manifestación vinculada al estrés y a la ansiedad es el bruxismo: apretar o rechinar los dientes de forma consciente o inconsciente. Desde la pandemia, los casos aumentaron notablemente. El bruxismo provoca desgaste dental y afecta la articulación temporomandibular, que conecta la mandíbula con el cráneo. En casos severos, puede causar complicaciones cervicales y dolor en músculos como el esternocleidomastoideo (cuello), el trapecio y el deltoides (hombros y espalda), afectando incluso la columna vertebral y el coxis. El bruxismo no tiene cura. El tratamiento consiste en usar una placa de relajación. Pero su origen está en una sobreproducción de adrenalina que el cuerpo no logra procesar. Por eso, la profesional enfatizó que es fundamental que el tratamiento sea interdisciplinario e incluya acompañamiento psicológico.

Los consejos de la odontóloga Luciana Morales para una salud bucal integral

  1. Realizar controles periódicos
    • Dos veces al año si se tiene buena salud bucal.
    • Cada cuatro meses si existen antecedentes, arreglos o tratamientos previos.
  2. Conservar las piezas dentales
    • Evitar extracciones innecesarias: hoy se prioriza salvar el diente. Hay que dejar atrás el mito de que la única solución para un diente cariado es la extracción.
    • La pérdida de una pieza puede afectar todo el sistema masticatorio.
  3. Tratar el dolor bucal crónico
    • No naturalizar el malestar: puede deteriorar la calidad de vida.
    • Un dolor persistente requiere atención profesional.
  4. Mantener una alimentación equilibrada
    • Consumir hidratos, proteínas y lípidos en proporciones adecuadas.
    • Una buena dentadura y la correcta producción de saliva son clave para la digestión y el funcionamiento de órganos como el corazón, el hígado y los riñones.
  5. Evitar la automedicación
    • No tomar medicamentos sin indicación profesional.
    • El uso indebido puede provocar afecciones como hepatitis medicamentosa y obliga a usar tratamientos más agresivos.
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