30 de enero, 2025
Mujer

Parar es salud. Interrumpir de vez en cuando el flujo de atención y la exigencia es clave para no sufrir estrés. Somos más eficaces en el trabajo y desarrollamos vínculos más felices y saludables cuando no estamos estresados, y para eso necesitamos desconectar.
Un famoso estudio de la Universidad de Stanford concluyó que el estrés laboral tiene consecuencias tan dañinas para la salud como ser fumador pasivo, uno de los mayores problemas sanitarios en el ámbito del trabajo. Las cifras, basadas en la digestión de cientos de investigaciones anteriores, revelan que la tensión crónica en el trabajo aumenta un 35 % las probabilidades de enfermarse y un 20% las de muerte prematura.
El estrés puede producir consecuencias devastadoras para el organismo. Pero la cantidad de efectos secundarios físicos depende en gran medida de la forma en que afrontemos este sobresfuerzo al que obliga el mundo actual
El psicólogo Richard Lazarus, de la Universidad de California en Berkeley, fue pionero en el estudio de estas estrategias cognitivas de minimización del estrés. Sus investigaciones reflejan que es más importante la valoración que hace el individuo de la situación que las características objetivas de ésta.
Es importante entender que el estrés surge como consecuencia de la puesta en marcha de ciertos procesos mentales. Si interpretamos lo que está ocurriendo como peligroso o consideramos que nuestros medios son insuficientes para afrontarlo, pondremos en marcha mecanismos de alarma. De lo contrario, permaneceremos estables. Los problemas surgen cuando la situación es percibida como excesiva, y la persona siente que supera sus recursos y pone en peligro su bienestar.

No naturalizar
Todos tenemos un estilo psicológico de afrontamiento del estrés, que se empieza a hacer automático a medida que vamos sumando años: se va “naturalizando” un mecanismo mental de alarma que en realidad es aprendido. 
Hay gente que aprende desde joven a enfrentarse a lo que la estresa; otros se distancian emocionalmente; otros buscan apoyo social; otros ponen en marcha mecanismos de autocontrol y hay quien activa estrategias de huida o evitación del estímulo
Estas estrategias resultan adaptativas y saludables en ciertas ocasiones, pero en otras nos llevan a resultados indeseados y deterioran nuestra calidad de vida. Ahí es clave empezar a detectar cuándo nuestras reacciones son excesivas y así empezar a hacer conciente y cambiar nuestro estilo de afrontamiento del estrés. Evaluando si nuestra forma inconsciente de responder a las demandas nos hace felices, podremos decidir si queremos variar la estrategia con que respondemos ante las tensiones.
Podemos empezar por distinguir entre estrés bueno y malo. El primero se produce cuando nuestros estados de alarma se acompañan de la impresión de que el sobresfuerzo es voluntario (elegido) y tenemos recursos (aptitudes, capacidad psicológica, etc.) para afrontarlo. El estrés malo o dañino se experimenta cuando nos sentimos obligados a afrontar un estado de alarma o al creernos indefensos o superados ante una circunstancia angustiante.

Tips
Si bien no hay una técnica universal o una estrategia de afrontamiento que funcione para todo el mundo o en cualquier circunstancia, podemos tener a mano algunos tips:
-Elegir qué batallas conviene librar y cuáles pasar de largo. Diversos estudios revelan que hay una relación entre el riesgo de enfermedades cardíacas y el patrón de comportamiento de ciertos individuos. Están constantemente secretando una gran cantidad de hormonas del estrés, y su presión arterial y número de pulsaciones ascienden a menudo a lo largo del día.

-Llevar las riendas de la propia vida.  Es importante, en situaciones desbordantes, centrarse en aquello que sí podemos hacer, aunque nos parezca una parte muy pequeña de la solución. Es una manera de aumentar la sensación de control y bajar el estrés.

-Tomarse las cosas de otra manera. Un estudio de la Universidad de Michigan reveló que aquellas personas que experimentan ira con frecuencia tienen tres veces más riesgo de morir de forma temprana. Vivir en modo queja o en estado “inflamable” daña la salud y deteriora fuertemente los vínculos personales y sociales, favoreciendo el aislamiento y la soledad. Muchos investigadores aconsejan abandonar la percepción subjetiva de lucha continua contra el mundo. Los individuos que exhiben mayor tolerancia al estrés tienen reglas sencillas para decidir qué problemas resolver y cuáles disolver

-Relajarse, darse un mimo, reírse y desconectar. Tratarse bien a uno mismo es la única manera de tratar bien al mundo y ser más feliz.

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