Un artículo de la Organización Panamericana de la Salud sostiene que en Argentina existe un riesgo muy alto de volver a tener casos, dado a un “descenso en la cobertura de vacunación”.
En 1956, Argentina tuvo la mayor epidemia de su historia: 6.496 casos notificados de poliomielitis, una enfermedad que puede causar la muerte o una severa discapacidad. Gracias a la vacunación contra el virus, no volvieron a registrarse casos desde 1984. Sin embargo, un informe de Organización Panamericana de la Salud advirtió en octubre del año pasado que podrían aparecer casos nuevamente, debido al “descenso en la cobertura de vacunación”.
En el mundo el virus sigue en circulación, ya que existen regiones que no lograron erradicarlos, especialmente aquellas con poblaciones más vulnerables. Países como Pakistán y Afganistán todavía contabilizan niños que son alcanzados por esta enfermedad viral aguda, con el daño transitorio o permanente a su salud y la posibilidad de morir que representa.
Las bajas coberturas de vacunación en estos países significan un riesgo de importación de casos a los países de la región, según señaló el antes Ministerio de Salud de la Nación.
PELIGRO LATENTE
Si bien en 1994 la región de las Américas logró eliminar la transmisión del poliovirus salvaje y los virus salvajes tipo 2 y 3 fueron erradicados, en algunos países como Afganistán y Pakistán continúa siendo endémico el virus salvaje tipo 1.
Además, en un porcentaje mínimo y de manera muy inusual, se puede generar una mutación derivada de la vacuna oral contra la poliomielitis con capacidad de transmitir la enfermedad a personas vulnerables al no estar vacunadas.
El pediatra e infectólogo, Alejandro Ellis, quien también contrajo la polio en la década del 50’, señala que “una persona puede llegar en avión con el virus y si está en contacto con una población que no está vacunada o que no tiene todas las dosis, se puede producir un brote, por eso es tan importante tener globalizada la vacunación”, explica el médico.
Generalmente el virus se transmite de persona a persona, a partir de las heces de un individuo infectado que llegan a la boca de otro a través de las manos, juguetes, agua y alimentos contaminados, o a partir de secreciones respiratorias.
Como una gran proporción de las personas infectadas no presentan síntomas, las medidas de higiene necesarias para evitar la transmisión pueden no ser tomadas en cuenta con la importancia requerida. Por esa razón, la mejor forma de evitar la infección es mediante la vacunación contra la polio.
Lamentablemente y a nivel general “en la última década las coberturas de vacunación mostraron una tendencia decreciente. Así la región de las Américas pasó a ser la segunda con menor cobertura del mundo”, afirma la representante de la Organización Panamericana de Salud en Argentina (OPS/OMS), Eva Jané Llopis. Ante la situación descripta, agrega que “el riesgo de brotes de enfermedades prevenibles con vacunas alcanza su nivel más alto en 30 años”.
La tendencia se replica en Argentina con un descenso gradual y progresivo en el período 2009-2019, según información del Ministerio del ex Salud de la Nación. En la década mencionada, se observó una disminución de 14 puntos en la tercera dosis de vacuna contra la poliomielitis (de 97% a 83%).
Para más datos, la consultora nacional en Inmunizaciones de OPS, Florencia Nolte, añadió que “la cobertura de vacunación se ha visto gravemente afectada por la pandemia de COVID-19 en la mayoría de los países, y el riesgo de circulación de la poliomielitis nunca ha sido tan elevado desde 1994”.
Además, Nolte advirtió que según la última clasificación basada en el nivel de vacunación contra la polio y la vigilancia del síndrome de parálisis flácida aguda “Argentina se encuentra entre los países con riesgo muy alto de volver a tener casos de poliomielitis”.
QUÉ ES
La poliomielitis es una enfermedad muy transmisible causada por el virus polio, que puede ser grave y afecta con mayor frecuencia a lactantes y niños y niñas menores de 5 años.
En cuestión de días, o hasta de unas horas, puede afectar las neuronas motoras de la médula espinal. Algunos casos son leves; otros son mucho más graves y causan discapacidades físicas permanentes.
La poliomielitis puede comenzar con un poco de fiebre y dolor de garganta. Algunos niños también pueden tener dolor o rigidez en la espalda, el cuello y las piernas.
El virus afecta en particular el sistema nervioso central y causa parálisis musculares, incluso de los músculos respiratorios.
Hasta el momento, la enfermedad no tiene tratamiento pero se puede prevenir a través de la vacunación. Existen vacunas seguras y eficaces contra la poliomielitis. Argentina avanzó en el reemplazo de la vacuna OPV o Sabín bivalente por la vacuna IPV o Salk ya que es un paso necesario en el camino hacia la erradicación de la polio.
Por eso, a partir de junio de 2020, el esquema de vacunación contra la poliomielitis se realiza completamente con la vacuna inactivada (IPV-Salk), consta de un esquema primario de 3 dosis: a los 2, 4 y 6 meses de edad y un único refuerzo al ingreso escolar.
Estrategia de vacunación (vacuna IPV/Salk):
**1era dosis: 2 meses de vida
**2da dosis: 4 meses de vida
**3era dosis: 6 meses de vida
**Refuerzo: a los 5 años (edad de ingreso a la escuela primaria)
“La polio es una enfermedad infecciosa que deja secuelas, principalmente a las neuronas motoras que son las que mueven los músculos. De manera más frecuente afecta a los miembros inferiores y causa una parálisis asimétrica, es decir, puede afectar una pierna y a la otra no. Si esto no se revierte en las primeras semanas post enfermedad queda una secuela de por vida”, amplía Alejandro Ellis.