05 de febrero, 2025
Actualidad

El historiador, integrante del Museo de la Inmigración, hizo un repaso por la creación de los hoteles que albergaban a extranjeros que querían radicarse como mano de obra en Argentina.

En la década de los 80’, Buenos Aires fue cuna de los “Hoteles de Inmigrantes”, creados por el Estado Nacional con el fin de acrecentar la población en el país. Así lo exigía el modelo económico agroexportador de la época, como una característica sobresaliente que marcó incluso la actualidad.

Este fenómeno fue abordado bajo la óptica de los Derechos Humanos, el pasado 10 de diciembre, al conmemorarse su Día Internacional. Para eso fue convocado Mariano Andrés Niemand, historiador y referente del Museo de los Inmigrantes ubicado en Retiro (Buenos Aires), donde funcionó el último hotel que recibía a los extranjeros y donde es hoy la Dirección Nacional de Inmigraciones.

Este espacio fue creado en la década del 90’, con el aporte de las colectividades que mantienen vivos los recuerdos del complejo de edificios y fue declarado Monumento Histórico, durante la presidencia de Carlos Saúl Menem. Quienes descienden de inmigrantes encuentran allí toda una base de datos a la que pueden acceder para conocer sobre su pasado familiar.

Se trata de un archivo que digitalizó los libros de entradas de la inmigración. Tarea que estuvo a cargo de la ONG “Centro de Estudios Migrantes Latinoamericanos” (CEMLA). La organización cedió su información a la Dirección Nacional para ponerla a disposición de aquellos que estén en busca de los orígenes de su familia.

Niemand señala que tienen datos de “a dónde fueron, cuándo llegaron, con quiénes vinieron, en qué barco llegaron y el año de arribo”, ya que la idea es ofrecerles una  especie de “reconstrucción familiar”.

 

Inmigración conveniente

Argentina fue un país “de puertas abiertas” para los extranjeros, dado el sistema económico reinante a partir de la década de los 80’. Los hoteles son una evidencia de la necesidad de trabajadores en el campo.

Es un país con muy baja población. Como no había mano de obra, a partir de 1853, que es la Constitución y 1860 con la consolidación del Estado Nacional, se llama a la migración”, recuerda.

Lo paradójico, si se quiere, es que el arribo masivo también tenía que ver con una oferta salarial un tanto mejor que la de Europa y Medio Oriente, cuyos planes en ese entonces, era expulsar a sus ciudadanos.

El problema fue que Argentina recibió gran cantidad de inmigrantes. Por lo menos, Buenos Aires era un pueblo, una aldea muy chiquita, que no estaba todavía preparada para recibir tanta cantidad”, sostiene el docente de Historia.

En este contexto, la ciudad de Buenos Aires tuvo que adaptarse “a los tumbos” para recibir la corriente migratoria que demandaba techo, además de trabajo. Así, por los hoteles“pasaban 3.000 personas por semana”. “Tenían el alojamiento y la comida gratis”, dice para remarcar “la fuerte intervención estatal” durante el proceso de migración.

Si bien el de Retiro es hoy uno de los más emblemáticos, solo fue el último de su tipo. Uno de los primeros fue el de “La Recoleta”, donde actualmente se levanta una iglesia llamada “del Pilar” y, “hubo varios en la calle Corrientes”, aunque“las tierras no estaban ganadas”.

Con el correr de los años y la consolidación del modelo agroexportador, los primeros hoteles de inmigrantes quedaron chicos. Por eso es que el ingeniero Eduardo Madero, a quien se encomendó la reconstrucción de la dársena al norte (Puerto Nuevo) y construyó al lado un Hotel específico para los que venían a radicarse en el país.

Niemand cuenta que el hotel incluía, además de comida, servicios de salud, a través de un hospital propio y una oficina de empleo en la que podían registrarse. También un salón de capacitaciones, donde se los preparaba para tareas del campo, con las últimas tecnologías.

Todo era parte de un plan estratégico de “adaptación” para aquellos que no tenían familiares radicados en Argentina. Y fue en este contexto que muchos migrantes se conocieron y empezaron a tejer redes para asentarse definitivamente y traer al resto de su familia.

Esto se conoce como redes migrantes. “Son personas que ya se conocen, los paisanos vienen y dicen: ‘tengo un paisano en tal lugar’ y lo invita a venir. De repente vos tenés en un pueblo todos habitantes que provienen de un mismo lugar de Italia”, explica el docente de Historia.

Un dato no menor, entendiendo que así se constituyeron muchos de los barrios de la CABA. “Es básicamente una ciudadela enorme, donde llegaba la gente, se adaptaba, les conseguían trabajo. No todos se iban a las provincias, muchos se quedaban en Buenos Aires. Eso ayudó al desarrollo también”, añade.

Claro que, en paralelo comenzaron los problemas por las viviendas. Prueba significativa de eso es una de las villas de Retiro, donde se radicaron italianos. En ese sentido, Niemand derribaba un mito: “Siempre se acusa al peronismo de que las villas son de su época, pero en realidad son anteriores”.

Las villas aparecen mucho antes. El último Hotel de Inmigrantes funcionó hasta el año 53. ¿Por qué? Porque la gran inmigración se corta en el año 1929, con la crisis de Wall Street”, sostiene.

Mientras que, en la denominada “década infame” (30’) la migraciones resurgen, aunque con un flujo notablemente inferior. En este caso, ya no por una conveniencia económica, sino por la Guerra Civil Española. “Durante la Segunda Guerra Mundial se frena la inmigración. Vinieron algunos, muy poquitos refugiados. Y después de la Segunda Guerra Mundial, comienza lo que se llama la reunificación familiar”, detalla.

La mayoría de los que arriban en este periodo eran de Italia y ya tenían parientes en Argentina. “Los italianos argentinos llaman a sus familiares o los iban a buscar para empezar la reunificación familiar. Pero como ya no necesitan pasar por el hotel, porque ya están formadas las redes migrantes, no hay necesidad para mantener semejante estructura y así es como deciden cerrarla”, relata sobre el fin de los famosos albergues.

Luego de eso, existieron otras corrientes migratorias, pero nunca con la masividad de las que exigieron la creación de hoteles específicos. Lo que perdura hasta nuestros días, según explica el historiador, son las redes migrantes que se constituyen entre unos y otros.