26 de diciembre, 2024
Actualidad

Es rosarino y se formó como dirigente deportivo en un club de Santiago del Estero que no tiene página de internet. La trayectoria del poderoso brazo ejecutor y armador judicial de la Asociación del Fútbol Argentino: su llegada de la mano de Angelici y su relación con Chiqui Tapia

“Al lado del camino” es una canción que Fito Páez presentó en su disco “Abre”, lanzado en 1999. En Los Grammy Latino del año siguiente, estuvo nominado a Canción del Año, pero perdió con “Dímelo” de Mark Antony. Ganó Mejor Canción de Rock y Mejor Interpretación de Rock Masculina. En el sexto párrafo de la letra, el cantante rosarino entona lo que Pablo Toviggino, el secretario ejecutivo de la Asociación del Fútbol Argentino, elige priorizar en un espacio que Twitter diseñó para que los usuarios se presenten. “No es nada malo, es que pasó una brisa. La brisa de la muerte enamorada”, canta Fito y él cita.

Pablo Toviggino no dedica esos caracteres a su biografía personal. No hace como Chiqui Tapia, por ejemplo. El presidente de la Asociación del Fútbol Argentino destaca justamente eso, que es el “Presidente Asociación del Fútbol Argentino” e incluye una banderita argentina como punto final. En cambio, él no anuncia quién es ni de qué trabaja. Elige un extracto de una popular canción de rock nacional que en las primeras dos estrofas el autor dice que “le gusta estar al lado del camino, fumando el humo mientras todo pasa”. “Todo pasa”, como eternizó Julio Grondona, mítico dirigente del fútbol mundial.

A él no le gusta que le saquen fotos. No le gusta que lo nombren. No le gusta que lo vean. Le gusta más la equitación que el fútbol. Su tuit destacado son fotos de caballos con sus tres hijos, a quienes les transmitió su verdadera pasión. No hay fotos subidas de partidos o pelotas de fútbol. Sus últimas dos publicaciones sí orientan mejor la configuración de un perfil: habla de la reciente controversia entre Boca y la Liga Profesional de Fútbol, conducida por Marcelo Tinelli.

Boca quería jugar con todos sus jugadores a disposición su partido contra Banfield después de que la delegación que viajó a Brasil a disputar el partido de vuelta por los octavos de final de la Copa Libertadores ante Atlético Mineiro protagonizara disturbios dentro del estadio que lo obligó a presentarse en una comisaría cercana. La Liga se negó. Hubo tensiones y acusaciones cruzadas. Boca terminó jugando con juveniles de Reserva y empató 0 a 0 en condición de visitante.

 

Pero antes, Pablo Toviggino, que en redes sociales se dedica más a compartir opiniones ajenas que a postular juicios propios, expresó: “Qué oportunidad dejó pasar el fútbol argentino con su Liga Profesional. Momento justo para mostrarse solidarios y unidos. Pero no. Eligieron el camino del enfrentamiento y la discordia. Tenemos que cuidar los clubes, abrazarnos y caminar juntos. Mi solidaridad con Boca Juniors. Estoy seguro que desde la Asociación del Fútbol Argentino hubiéramos procedido distinto. Toda la responsabilidad a los dirigentes que hoy conducen la Liga Profesional, la falta de manejo y el enfrentamiento, son sus cualidades permanentes. Es el momento de unir el fútbol argentino”. No perdió resquicio para fustigar a Marcelo Tinelli. No es casual que fuera el elegido para lanzar los dardos.

Sus dichos levantaron su perfil. Fueron un grito. Los focos descubrieron a un cultivador del anonimato. Toviggino es el hombre oculto en las sombras de Viamonte 1366: el hombre de poder detrás del poder. Tiene su oficina al lado de la de Chiqui Tapia. Es su armador, su brazo judicial y político, un alfil rápido y sigiloso para acomodarse, con alcance y penetración federal. Allí donde pocos llegan, Toviggino fundó su dominio e influencia. El secretario ejecutivo de la AFA difícilmente sea reconocido en alguna cancha de Primera División. Pero sí en las canchas de tierra de torneos regionales.

 

En 2015 emergió en la AFA tras un acuerdo político con Daniel Angelici, por entonces presidente de Boca. Su designación como Presidente del Consejo Federal de Fútbol fue sorpresiva. Es el hombre que dispone de los contactos judiciales con la venia de Angelici. Un año después, durante el gobierno de Mauricio Macri, la FIFA lo nombró como uno de los cuatro miembros de la Comisión Normalizadora y a su vez tesorero. A comienzos de 2017, denunció ante el ente rector del fútbol mundial que el Comité de Regularización no estaba cumpliendo con sus objetivos. En marzo de ese año, Tapia se convirtió en presidente de AFA y él en secretario ejecutivo de la Presidencia.

Pero antes de la fallida elección del 38 a 38, su injerencia en las oficinas del Consejo Federal ya era plena. Fue quien le acercó al entonces presidente Luis Segura los votos del Interior para la puja electoral. Y en los pasillos de la AFA coinciden en que es quien está detrás las designaciones arbitrales para los torneos federales o la Primera Nacional. Un resorte sensible en las aspiraciones de los clubes, por lo que son pocos los que se animan a cuestionarlo en voz alta. Y si lo hace, es ante un fallo lapidario de un juez, sobre la leche derramada.

Tal es la desconfianza que generan los arbitrajes en el Ascenso en la actualidad que se suceden situaciones absurdas. Como lo ocurrido en Agropecuario-Gimnasia de Mendoza: en protesta por los fallos arbitrales, el plantel visitante se marchó del campo de juego cuando restaban algunos minutos de descuento por disputarse y perdía 2-0.

Su figura fue uno de los causantes de la erosión que sufrió la otrora granítica estructura del “Ascenso Unido”, con la salida de varios directivos vitales en el armado, como Daniel Ferreiro, o la pérdida de apoyo de clubes como San Martín de Tucumán, que se vio perjudicado por la modificación del torneo de la Primera Nacional tras el parate por la pandemia y llevó el reclamo al TAS.

 

Toviggino es un articulador de escenarios. Un hábil armador de “soluciones”. Él recibió a los investigadores el pasado 13 de mayo cuando allanaron la AFA: les entregó la información que requerían, los atendió y resolvió el problema amparado en su propia cobertura judicial. Se trata de las causas por presunto lavado de dinero y defraudación impulsadas por la diputada Graciela Ocaña, quien denunció que Tapia favoreció a amigos y allegados con contratos millonarios de la entidad.

El caso que más llama la atención a la Justicia es el de la empresa Metro World, agente digital exclusivo de la AFA. Según consta en los registros oficiales de la Asociación, presentó una propuesta el 8 de noviembre y fue aceptada el día 9, sin llamado a licitación ni paso previo por Comité Ejecutivo. Pero con una salvedad: esa empresa aún no estaba registrada como tal en Inspecciones Jurídicas de la Provincia de Buenos Aires, lo que ocurre recién el 14 de noviembre. Hay otros datos que alimentan la sospecha que ahora investiga la Justicia: Metro World cambió su razón social apenas 15 días antes de presentar su oferta a la AFA (pasó de llamarse Metro Music y ser una productora sobre todo de espectáculos musicales y teatrales a convertirse en una agencia de marketing y publicidad) y su titular es Carlos Varela, nombre conocido en el fútbol ya que por entonces era el presidente de Barracas Central, puesto al que había llegado tras la licencia que pidió en ese cargo Tapia cuando asumió en la AFA.

 

Pues bien, al rescate salió Toviggino. También detuvo una movilización de los camioneros que tenía como destino las oficinas de Viamonte al 1300, la sede del órgano rector del fútbol nacional: el Club Camioneros de Pablo Moyano, cuñado del presidente Tapia, tenía pensado manifestarse en las puertas de la AFA para reclamar arbitrajes en su contra hasta que sonó el teléfono del secretario general de la presidencia.

Él fue quien intervino para frenar el caos en el Mundial de Rusia 2018. Toviggino desarticuló el levantamiento de algunos dirigentes del fútbol argentino con filtraciones de audios y fake news de los implicados. El propio capitán de la Selección argentina, Javier Mascherano, expresó en rueda de prensa una inquietud: “No sé si nos pinchas los teléfonos”. El propio Toviggino fue uno de los “pinchados” por el gobierno de Mauricio Macri en la causa por espionaje ilegal que conduce el juez Alejo Ramos Padilla: incluso él se presentó como querellante.

Él fue quien escribió y convenció a Tapia de firmar la carta en la que la AFA se quejaba por el arbitraje en la semifinal entre Argentina y Brasil por la Copa América de 2019. “Lo sucedido en el partido de ayer entre nuestra selección argentina y su similar de Brasil merece una profunda reflexión que pone en duda que se hayan observado los principios de ética, lealtad y transparencia que usted, recurrentemente invoca”, decía la misiva que iba dirigida a Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol. El descargo le costó a Tapia su butaca en el Consejo de la FIFA. Pero tal es la confianza que el presidente de la AFA le profesa a Toviggino que, en 2016, cuando Chiqui Tapia fue reelecto como presidente de Barracas Central, le entregó la vicepresidencia de un club del que nunca formó parte.

 

Nació en Rosario en 1979. No fue ex jugador de fútbol ni dirigente próspero de clubes afiliados. Administraba un establecimiento dedicado a la actividad ecuestre hasta llegar a la vicepresidencia de Comercio Central Unidos de Santiago del Estero, un humilde club que nadie consideró pertinente incluir en Wikipedia y cuya mejor performance histórica sucedió en 2017 cuando fue eliminado por Tiro Federal de Morteros en los cuartos de final del Federal B. Fue solo el primer paso de Toviggino. El ascenso es su universo, su propio club. Toviggino es el mismo que disgregó el poderío de la Primera B Nacional al reestructurarla de manera integral y le inyectó más injerencia al espacio Ascenso Unido, la asociación de clubes metropolitanos que impulsó la candidatura de Tapia a la AFA.

Escaló a la conducción de la Liga Santiagueña de Fútbol, su plataforma de despegue. Consolidó su imperio allí donde los clubes grandes, las entrañas históricas del poder del fútbol argentino, no tienen penetración. Edificó su reino en la ramificación, en la segmentación. Cuando Comercio vivió su mejor performance futbolística en sus 89 años de historia, Toviggino era presidente del Consejo Federal: un florido núcleo de apoyo. Tenía 223 ligas y 3.500 clubes bajo su órbita y responsabilidad: abarcaba más territorio que ningún otro fenómeno social en el país.

El corolario: Santiago del Estero, la provincia que considera su casa, presume por primera vez en su historia de tener a tres clubes en las dos principales categorías del fútbol argentino. Central Córdoba juega en la Liga Profesional, y Club Atlético Mitre y Güemes en la Primera Nacional. Sus ascensos y su crecimiento exponencial no estuvieron exentos de polémicas. El presidente de Central Córdoba es José Felix Alfano, titular del Consejo Provincial de Vialidad. El presidente de Mitre es Guillermo Raed, vicepresidente tercero de la AFA y dueño de la empresa de bebidas Secco, auspiciante de infinidad de clubes del fútbol argentino. Ambas camisetas tienen como sponsor principal el logo de la provincia que, además de ser sede del Moto GP internacional, el TC y el Super TC 2000, construyó un monstruoso estadio denominado Madre de Ciudades que iba a hospedar partidos de la Copa América que finalmente se jugó en Brasil este año.

En su cuenta de Twitter Toviggino sigue a muy pocas personas: 148 en total. Además de familiares, medios deportivos y nacionales, periodistas, el Papa Francisco, dirigentes y presidentes de clubes argentinos.

Maniobras que empiezan a ganar luz del poderoso Jefe de Gabinete de la AFA, el hombre que domina el fútbol argentino desde las sombras. Por más que a él, como ya decía Fito Páez en una conocida canción, le guste estar al lado del camino, fumando el humo mientras todo pasa.

 

(Informe publicado en “Infobae” el 26 de julio de 2021)

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