02 de octubre, 2025
Actualidad

El auge de las redes sociales instaló un nuevo modelo de vida donde  la búsqueda constante se centra en la perfección digital. Entre filtros, “likes” y comparaciones, cada vez más personas  enfrentan frustración y baja autoestima.
Las redes sociales comenzaron con la iniciativa de unir, de compartir aquellos momentos de felicidad y, sobre todo, de acortar distancias. Sin embargo, su auge incesante las ha posicionado como foco central de la vida de muchas personas, especialmente de adolescentes.
Esta realidad ha traído consigo muchas consecuencias, pero sobre todo nuevas modalidades de comunicación y conducta. Ya no se trata de compartir acontecimientos importantes ni de mandarles mensajes a viejos amigos. Ahora, lo importante es demostrar qué tan bien le va a uno y evidenciar que uno tiene una mejor vida que aquel viejo contacto del que perdimos rastro.
Es así que el “perfeccionismo” se ha vuelto el eje central de las redes y, por ende, el perfeccionismo digital comenzó a regir como núcleo de la vida cotidiana. Este fenómeno está relacionado con la búsqueda constante de excelencia y la falta de tolerancia a los errores. Se rige por estándares inalcanzables e imágenes idealizadas.
El problema aparece cuando es necesario intentar cambiar toda la realidad para cumplir con esos estándares, y la comparación se convierte en un hábito que lleva a la frustración e incluso a la obsesión.
Todos los acontecimientos se transforman en una performance. Las actividades de un viaje no tienen que ser divertidas, pero sí lograr que nos permitan conseguir fotos atractivas para Instagram. Cantarle el feliz cumpleaños a un ser querido se traduce en una sesión fotográfica interminable, con tal de que tan preciado momento se reduzca a un buen video para TikTok.
El éxito comienza a medirse en “likes”, los que nunca son suficientes. Los modelos a seguir son influencers, celebridades y personas desconocidas, pero que aparentan ser perfectos. Y aunque la comparación es una aptitud natural de los seres humanos, el perfeccionismo digital ha amplificado este proceso.
Esto puede generar ansiedad, estrés y una sensación de insuficiencia que impacta de manera directa en la autoestima y disminuye nuestra salud mental a largo plazo. El cerebro no siempre distingue entre lo real y lo editado, por lo tanto, es normal olvidarse de que los demás también están actuando sus vidas “perfectas” y que no se ven de la manera en que se muestran en redes.
Perfeccionismo y autoimagen
Una de las grandes dificultades que nacen del perfeccionismo digital es la distorsión corporal. La mayoría de las fotos son sacadas de ángulos estratégicos y están editadas para mostrar una figura ideal. Esto puede generar:
• Insatisfacción corporal: compararse con cuerpos idealizados nos hace ver nuestro propio cuerpo con mayor dureza.
• Trastornos de la alimentación: obsesionarse por alcanzar un físico “perfecto” puede llevar a conductas poco saludables con la comida y el ejercicio.
• Autoestima dañada: sentir que nunca seremos “suficientes” hace que la autoconfianza se vea afectada.
• Percepción distorsionada de la realidad: las redes sociales a menudo muestran una versión idealizada y filtrada de la vida de las personas, omitiendo los aspectos negativos o desafiantes. Esto puede crear una percepción distorsionada de la realidad, donde creemos que los demás tienen vidas perfectas y sin problemas, lo que puede aumentar nuestros sentimientos de insatisfacción y autocrítica.
Por esto, en un mundo obsesionado con la validación en línea y la búsqueda interminable de la perfección, es más importante que nunca encontrar el camino hacia la autoaceptación.
Reconocer los peligros del perfeccionismo y de las redes sociales nos permite mejorar la autoestima, liberarnos de la trampa de la comparación y encontrar la paz y la felicidad en nuestras propias vidas.
No se trata de demonizar las redes sociales, sino de aprender a usarlas de una manera más consciente y saludable.
Aquí algunas estrategias:
• Recordar que lo que vemos es solo una parte de la realidad: todos tienen días malos, inseguridades y problemas, aunque no los muestren.
• Seguir cuentas que promuevan una imagen más realista: hay creadores que hablan de salud mental, cuerpos reales y autenticidad. Rodéate de ese tipo de contenido.
• Reducir el tiempo en redes: pasar menos tiempo comparándonos nos ayuda a enfocarnos más en nuestra propia vida.
• Cuestionar lo que vemos: ¿esa foto está editada?, ¿esa pareja realmente es perfecta o solo muestra los buenos momentos?
• Disfrutar de nuestras actividades de manera autentica y no con la necesidad de que sea un momento que encaje en los estándares de las redes sociales.
Al final, lo importante es recordar que nuestra valía no se mide en “likes” ni en comparaciones con vidas ajenas. Lo que ves en redes sociales es solo una parte de la historia, pero tu vida es mucho más que eso.

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