24 de octubre, 2025
Actualidad

A medida que envejecemos, el cuerpo cambia y también lo hace el cerebro. Sin embargo, mantener una mente activa puede marcar la diferencia. La reserva cognitiva actúa como una especie de “respaldo” que ayuda al cerebro a adaptarse, resistir el paso del tiempo y enfrentar mejor los desafíos del envejecimiento.

Con el paso de los años, la piel pierde elasticidad y aparecen las arrugas; el cabello se encanece y los músculos disminuyen su fuerza. El envejecimiento se hace visible en el cuerpo, pero también el cerebro enfrenta cambios y desafíos a medida que avanzamos en edad.

El envejecimiento repercute en la actividad neuronal. Sin embargo, una alta reserva cognitiva puede contrarrestar estos efectos. Esta reserva se refiere a la capacidad del cerebro para adaptarse y defenderse del proceso de envejecimiento o de posibles lesiones, manteniendo su funcionamiento adecuado.

Esto no significa que la reserva cognitiva actúe como un antídoto capaz de prevenir enfermedades cerebrales, ni que evite el envejecimiento neuronal. Pero sí es un factor que ayuda a retrasar el deterioro cognitivo, promoviendo una red neuronal más fuerte y resistente.

 

ESTIMULAR LA RESERVA COGNITIVA

Una buena reserva cognitiva no depende de cuántas conexiones cerebrales tengamos, sino de cómo las usamos. Lejos de lo que antes se creía, esta habilidad no está determinada desde la infancia ni depende de factores genéticos. Es una propiedad dinámica que se moldea a lo largo de la vida a través de los hábitos y la actitud mental.

Cuando se habla de funciones cognitivas, nos referimos a los procesos mentales que permiten adquirir, procesar, almacenar y usar información para entender el mundo e interactuar con él. Estas funciones abarcan habilidades como la atención, la memoria, el razonamiento, el lenguaje, la percepción y la resolución de problemas, todas fundamentales para aprender, comunicarnos y tomar decisiones.

Estos procesos pueden entrenarse y perfeccionarse con el tiempo. Aunque no existen ejercicios específicos, sí hay una serie de prácticas que ayudan a mantener el cerebro activo y fortalecer la reserva cognitiva. Lo importante es que sean actividades atractivas, que generen interés y puedan sostenerse en el tiempo.

Es fundamental recordar que el cerebro funciona en red y que las capacidades cognitivas se potencian entre sí. Por ejemplo, para mejorar la memoria, también es necesario estimular la atención o la percepción.

CÓMO FORTALECER LA RESERVA COGNITIVA EN EL DÍA A DÍA

Cuidar la mente también forma parte del bienestar. La llamada reserva cognitiva puede fortalecerse con pequeñas acciones cotidianas que mantienen activo al cerebro. Estas son algunas formas simples de hacerlo:

 

  1. Leer: Es una de las mejores maneras de ejercitar la mente. Ayuda a concentrarse, mejora la memoria y estimula la imaginación.
  2. Jugar: Los juegos de mesa no son solo diversión: también entrenan la memoria, la lógica y la creatividad. Jugar en familia o con amigos es una forma entretenida de mantener el cerebro en movimiento.
  3. Aprender: Nunca es tarde para aprender algo nuevo. Estudiar un idioma, tocar un instrumento, hacer un curso o probar nuevas recetas en la cocina son actividades que activan distintas áreas del cerebro y lo mantienen despierto.
  4. Ponerse a prueba: Desafiar al cerebro con pequeños retos diarios, como hacer crucigramas, sudokus o rompecabezas, ayuda a mantenerlo en forma. Lo importante es que las actividades no sean demasiado fáciles ni tan difíciles que resulten frustrantes.
  5. Cambiar la rutina: Hacer las cosas de otra manera estimula nuevas conexiones en el cerebro. Probar otra ruta para ir al trabajo, reorganizar tus espacios o usar la mano contraria para algunas tareas. Los pequeños cambios también cuentan.
  6. Tocar un instrumento o bailar: La música es una aliada poderosa del cerebro. Aprender o practicar un instrumento mejora la memoria, la coordinación y la atención. Bailar también ayuda, porque combina movimiento, ritmo y emoción, favoreciendo la concentración y el ánimo.
  7. Mantener relaciones sociales: Pasar tiempo con otras personas estimula la mente. Conversar, compartir actividades o participar en grupos ayuda a reducir el estrés, mejorar el ánimo y mantener activas las habilidades cognitivas.

 

El cerebro, al igual que el cuerpo, necesita movimiento. Mantenerlo activo, curioso y en contacto con los demás ayuda a fortalecer la reserva cognitiva y a envejecer con una mente más ágil, flexible y preparada para los desafíos de la vida.

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