Como parte de la serie de relatos denominados “Escultores Delgado”, el plástico santiagueño contó detalles acerca de la restauración de una escultura olvidada, que cobró vida en la reinauguración de la Escuela Técnica N°2.
Allá por el año 1939, don Rafael Delgado Castro, eximio escultor español afincado en Santiago del Estero desde 1913, modeló una escultura en la cual se representaba a Jesús en actitud de impartir una bendición.
La estatua fue moldeada y vaciada en yeso, tras lo cual, se le dio un color similar al bronce debido a que estaba destinada a ser fundida en ese metal. Pero lo notable era que la fundación se realizaría en una escuela pública, la entonces llamada “Escuela de Artes y Oficios” de la ciudad de La Banda, que se había iniciado en 1918 y que, entre sus talleres, sumaba el de fundición desde el año 1925.
El pasado a bronce se realizó con el moldeo de la estatua utilizando tierra de fundición; realizando partes que posteriormente fueron soldadas.
Finalmente, la copia en bronce se instaló, a fines de 1939, sobre la calle central del cementerio La Piedad de nuestra ciudad capital.
De este modo, la Escuela de Artes y oficios, entonces bajo la dirección de don Sigifredo Wiaggio, demostraba una vez más su capacidad de poner en práctica lo aprendido y, al mismo tiempo, satisfacer una demanda proveniente de una institución pública como un cementerio.
Cabe destacar que esta pieza de bronce, con 1,90m de altura, sea quizá, hasta el día de hoy, la fundición artística de mayor tamaño que se haya realizado en nuestra provincia; ya que los monumentos grandes y conocidos (a Belgrano, a San Martín, a Yrigoyen o a Francisco de Aguirre) se fundieron en talleres especializados de Buenos Aires.
EL MOLDE
Mientras la copia en bronce fue emplazada en el cementerio capitalino, el modelo de yeso permaneció en la escuela sobre un pedestal de madera que, en su cara superior, tenía la particularidad de contener un puntal, en el cual, seguramente, encastraba la estatua de yeso; hueca por dentro y reforzada con una estructura de caña tacuara atada con alambre galvanizado ("escobero"). Además, para dar consistencia al espesor del yeso -que oscila entre 1 y 2 cm- se utilizó fibra de chaguar.
Es de suponer que, al intentar emplazar la estatua de yeso en el pedestal de madera, haya surgido un problema con el puntal del centro, y la escultura, izada con un aparejo, haya tenido un mal movimiento y algún golpe.
Esta suposición surge de que siempre tuvo una fisura en su base y los pies de la estatua resultaban un tanto hundidos respecto del plano de base.
Pasaron los años y se registraron diversos deterioros, como ser rotura de dedos y cobertura con capas de pinturas sobre la capa original. Hubo un año en que se cubrió la estatua con un color negro y años después con un color blanco.
Ambas capas de pintura (esmalte sintético), sobre todo la blanca (gruesa y de un blanco brillante) perjudicaron visualmente a la estatua, ya que, por un lado, disminuyeron la profundidad de las concavidades y generaron un rebote de luz, cuyo resultado fue una imagen más "desdibujada" de la forma en su conjunto.
En el reciente proceso de refacción de la escuela se produjeron otros daños: rotura y pérdida de toda la base, y rotura transversal del brazo derecho de la estatua.
Con estos últimos deterioros, la escultura ya no podría estar parada. Su destino sería algún depósito, con la posibilidad de que paulatinamente se fueran agregando roturas hasta que, en un futuro, acabara desapareciendo... Si esto se consumaba, se perdería un testimonio de lo que una escuela pública fue capaz de hacer hace muchos años.
RESTAURACIÓN
Por suerte, se encaró el arreglo de la estatua. El 20 de diciembre de 2024 llegó a mi casa y desde entonces se inició el proceso de recuperación de tan valioso testimonio.
Para esto, tuve el apoyo de mi amigo Hugo Argañarás, quien me suministró recomendaciones y facilitó algunas herramientas, y de Pablo y Milagros Delgado, bisnietos de don Rafael Delgado Castro.
En primer lugar, se procedió a remover las capas de pintura para llegar al color original. El problema era que, por ser una estatua de yeso, no era recomendable el uso de removedores, por cuanto se corre el riesgo de que si quedan restos de los mismos (ya sean líquidos o en gel) puedan dañar el material. Tampoco resultaba aconsejable aflojar la pintura con pistola de calor. Solo restaba realizar el arduo trabajo de retirar la pintura con espátulas y gubias. Aunque la tarea se vio medianamente facilitada por el uso de cabezales de minitorno, que permitían quitar las capas de esmalte y dejar la capa original de óleo.
Quitadas las capas de blanco y negro, se procedió al arreglo del brazo quebrado. Para eso se realizaron "grampas" de diversos tamaños con hierro torsionado del seis, cubiertos con antióxido y adheridos con "Poximix para exteriores", un gran adhesivo que, si se lo prepara en forma correcta, posee una gran estabilidad y dureza.
Posteriormente vino el arduo trabajo de moldeo de la base, para lo cual se trabajó en el cementerio, intentando sacar un molde de la base del Cristo en su versión de bronce. Fue un trabajo arduo, llevado a cabo un 18 de enero.
Obtenido el molde, se procedió a realizar el vaciado, reforzando el yeso con "alambrón" del ocho, galvanizado y con malla mosquitera.
Se presentó la nueva base y se procedió al pegado. Para esto, se usó nuevamente poximix para exteriores y hierros torsionados del seis, recubiertos con antióxido.
Pegar la nueva base a la figura era una instancia que requería tener presente dos cuestiones: por un lado, hacer una base resistente al peso y, por otro, pegarla de tal forma que, visualmente, el eje de gravedad de la figura resultase en una posición correcta.
Respetando el tiempo de los materiales empleados se puso nuevamente de pie a la estatua,
el día 7 de febrero.
EL TRASLADO
Tras realizarle un nuevo dedo meñique (moldeando de un calco de la mano), se procedió a realizar pruebas de color sobre la capa original. Obtenida dicha prueba, se realizó un lijado suave para, posteriormente, pasar una mano de goma laca sobre la cual se aplicó óleo, combinando tierra de siena tostada con un verde parecido al verde esmeralda.
Mientras el óleo secaba, utilizando madera de tarimas, se construyó una especie de camilla o catre, para facilitar el transporte de la estatua. Luego de estimar el peso de la estatua se hizo una prueba de resistencia de la camilla; tras lo cual, debidamente embalada, se "acostó" a la estatua.
Mientras todo esto sucedía se había confeccionado un nuevo pedestal, más ancho que el anterior, y trabajado de manera más cuidada. Por gestión de nuestras autoridades, se consiguió el transporte que hiciera regresar a la estatua a su casa.
Se optó por no colocar un puntal sobre la cara de apoyo, pues la estatua sería emplazada manualmente y no izada con poleas. Para contribuir con su fijación al pedestal, se le afirmaron listones de madera (guayabira), atornillados en los bordes, y además, se le aplicó un pegamento acrílico. Para esto, se contó con la valiosa colaboración de los colegas docentes de los talleres de nuestra escuela.
REINAGURACIÓN
Finalmente, el Cristo "resucitó", y pudo participar de la inauguración de la refacción, ampliación y puesta en valor de nuestra querida escuela, en acto realizado el pasado 25 de marzo, que contó con la presencia del gobernador de nuestra provincia.
De este modo, ha retornado a su sitio un testimonio de lo que fue nuestra escuela. Al mismo tiempo, es una vara que puede orientarnos hacia nuestro deber ser.
Para terminar, cabe referir una anécdota sucedida en un aula de nuestro renovado edificio. Un colega docente pidió a sus alumnos que escribieran todo cuanto esperaban de esta nueva escuela. Uno de ellos escribió lo siguiente: “Yo lo que espero de esta escuela es que pongan más estatuas, ya que eso les quedó hermoso”.
¡Que viva el arte! ¡Que viva nuestra escuela pública!