22 de octubre, 2024
Actualidad

En los últimos años, la ANMAT aprobó varias drogas que ayudan a los pacientes a bajar de peso. Apuntan a la atención integral de la enfermedad.

Tenemos que medicar la obesidad y pensar que es una enfermedad”, decía la Dra. Mónica Roldán Suárez a La Columna hace dos años atrás cuando ya se había instalado el tema. La especialista en Nutrición, Diabetes y Endocrinología daba así el visto bueno a los avances científicos que permiten tratar el problema de la obesidad con otra perspectiva y en sus reales dimensiones.

A diferencia de los productos que prometían “adelgazar” rápidamente, y que por años fueron de amplia publicidad televisiva, las drogas para tratar el exceso de peso tienen respaldo médico. Y, no obstante sus buenos resultados, deben ser un profesional el que guíe su uso.

La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica de la República Argentina (ANMAT) autoriza el uso de mazindol y fentermina únicamente a corto plazo. Mientras que orlistat, naltrexona-bupropión, liraglutida y, desde el año pasado, semaglutida, pueden usarse a largo plazo.

Esta última es más conocida por el nombre comercial “Wegoby” por la promoción que le dieron personalidades como Elon Musk, Kim Kardashian y Lady Gaga. En diálogo con Página12, la especialista en nutrición, Mónica Katz, señala que esta froga “es una copia de una hormona natural que todos liberamos en el intestino una vez que comemos, y que nos ayuda a sentir saciedad”.

El medicamento, en tanto, retrasa por un lado el vaciamiento del estómago y provoca en el cerebro una sensación de saciedad, sin efectos emocionales. Además, reduce los niveles de azúcar en la sangre y regula la insulina”, añade el mismo artículo.

Desde ANMAT, explican que, de acuerdo a los rótulos autorizados “el producto está indicado en combinación con una dieta reducida en calorías y un aumento de la actividad física para el control del peso, incluyendo pérdida de peso y mantenimiento del peso”, en adultos con sobre peso y obesidad. Y en presencia de al menos una comorbilidad relacionada con el peso, “por ejemplo, alteraciones de la glucemia (prediabetes o diabetes mellitus tipo 2), hipertensión, dislipidemia, apnea obstructiva del sueño o enfermedad cardiovascular (extracto de prospecto para el profesional de salud)”.

El tratamiento con semaglutida consiste en una inyección por semana en el estómago, la pierna o el brazo. Además, en un comienzo las dosis van aumentando progresiva y gradualmente. Durante el primer mes, se aplican 0,25 mg; cada 4 semanas se aumenta, hasta llegar a los 2,4 mg por semana finales.

La Dra. María Fernanda Gaido, especialista en nutrición médica y enfermedades metabólicas del Servicio de Obesología y Trastornos Alimentarios del Sanatorio Allende explicaba que Wegoby “es una herramienta prometedora en el futuro del tratamiento de la obesidad”. Eso sí, consideraba “de vital importancia continuar destacando la valoración médica inicial y el seguimiento del paciente a lo largo del tratamiento, ya que en algunos no se recomienda su uso”.

Inicialmente fue desarrollada como opción para el tratamiento en pacientes con diabetes tipo dos y se extendió su indicación en pacientes con obesidad y sobrepeso sumado a enfermedades asociadas como la hipertensión arterial”, detallaba la especialista.

Una enfermedad

Por lo general, los pacientes quedan pensando en que la obesidad es parte de la voluntad de bajar de peso, de hacer una dieta y ejercicio. Cuando en realidad, es una enfermedad y a nadie se le pide voluntad para otras enfermedades”, comentaba la Dra. Roldán.

Otro problema, también ligado al desconocimiento del tema tiene que ver con la escasa información disponible, proveniente de “fuentes confiables”. “Entonces, qué pasa, aparecen las publicidades engañosas. De hecho, “Vientre Plano” (un suplemento que se promociona como adelgazante) tiene un juicio por publicidad engañosa. Y la gente por ahí sigue comprando porque no sabe”, advertía.

En la actualidad, la atención del sobrepeso es uno de los focos del tratamiento de la diabetes. “Cuando ves una persona con diabetes, primero miras la obesidad y el riesgo cardiovascular y al último la glucemia. La glucosa en sí, no es lo más importante, porque la glucosa va a mejorar si bajas de peso, si comes saludable, si haces actividad física y si usas alguna medicación que acompañe”, detallaba.

Para los médicos no es extraño hablar de medicación ante cuadros de sobrepeso y obesidad, pero todavía existen algunas reticencias. “En general, a la población de profesionales de la salud, todavía le cuesta aceptar a la obesidad como una enfermedad y entender que el paciente no tiene responsabilidad ni voluntad en lo que tiene que hacer”.

Es como que yo culpe a una persona que tiene un cáncer de pulmón por no hacer un tratamiento. O que culpe a una persona que tiene un cáncer de mamas, o a una que tenga asma y no le dé un tratamiento por eso.

Pero, para eso estamos nosotros, para acompañar, ayudar, indicar la medicación oportuna. A muchos les cuesta entenderlo, un poco menos quizás a los que estamos en la formación de lo que es la obesidad y la diabetes; los que tenemos una mirada como más centrada en tratar la obesidad.

Otro punto en el que debe hacerse hincapié es que ninguno de los fármacos habilitados para estas patologías es de venta libre. En ese sentido, Roldán vuelve sobre sus palabras: “La obesidad es una enfermedad como cualquier otra y tiene que llevar un tratamiento médico, un seguimiento profesional. A la receta te la piden duplicada… Todos los medicamentos son de venta en farmacia”.

Asimismo, advertía sobre otros productos que a menudo se comercializan como “milagrosos”. “No son aritos en la oreja, polvitos… eso es verso. No hay evidencia científica en eso. Y hay que hacer entender a la gente que necesitan usar algo científicamente probado, con estudios y dejar de buscar la solución mágica”, resaltaba.

 

Bajar el riesgo

La Organización Mundial de la Salud (OMS) plantea que la causa principal del sobrepeso y la obesidad es la falta de equilibrio entre calorías consumidas y gastadas. Un desbalance que se ha perpetuado por el incremento del consumo de alimentos hipercalóricos, altos en grasas y azucares, además de la disminución de actividad física.

Ante esto, el organismo recomienda:

**Reducir calorías procedentes de grasas y azucares.

**Aumentar la ingesta diaria de frutas, verduras, legumbres, granos enteros y frutos secos.

**Realizar actividad física durante 60 minutos al día para niños y 150 minutos a la semana en adultos.

Diversos estudios muestran que la alimentación exclusiva con leche materna desde el nacimiento hasta los seis meses reduce el riesgo de obesidad y sobrepeso en niños.