Se anda barruntando que Claudio “Chiqui” Tapia iría a la Conmebol. Esta confederación, que es el organismo máximo del futbol sudamericano, sería la nueva base de acción del actual presidente de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA). Por supuesto, esto ocurriría si Alejandro Dominguez va a la FIFA, lo cual suena fuertemente en los últimos días.
Decir que se va Claudio “Chiqui” Tapia “Moyano” de la presidencia del máximo organismo de este deporte, tan caro a los afectos e intereses de los argentinos, es decir que se iría una pieza fundamental de la nueva estructura de un fútbol impensado en la época de su antecesor: don Julio Humberto Grondona.
No olvidemos que este hombre, que parecía insuperable en su poder omnímodo, portaba un anillo que decía “Todo Pasa”. Y si bien su muerte fue la confirmación de la leyenda de dicho anillo, con el advenimiento de Tapia tomó cuerpo otra frase sabia: “Siempre puede ser peor”. Y si uno pensaba que nada superaría el poder supremo de su antecesor, el yerno de Hugo Moyano rebatió tal afirmación.
El fútbol superó su propia epidermis y llegó a lugares impensados. Impensados porque clubes que otrora ocupaban espacios del rezago futbolístico se enfrentan de igual a igual con los grandes e históricos equipos del espectro deportivo argentino.
Unos lo llaman democracia, otros le podrían decir demagogia. Pero como todo tiene precio, no hay un acto humano que no esté amparado por esta ley del mundo moderno.
La entrada de equipos menores a las grandes ligas significa que alguien, en el mundo del balón, está oblando por un lugar en la meca de un deporte hermoso pero profanado.
Sabemos que, para mantener un buen nivel de poder, se necesita imperiosamente de la existencia de acólitos.
Y en la tropa de Tapia está esa suerte de monje negro llamado Pablo Toviggino.
Quienes lo conocen dicen que no es muy afecto al fútbol, que su pasión va por los caballos. Sin embargo, es el hombre con más poder en la icónica asociación.
Es como el Alfredo Yabrán de la AFA. Pocas fotos, poca exposición, pero mucho, mucho, mucho poder.
Aquí en Santiago tuvo sus negocios, y hoy los multiplicó. Aquí en Santiago aceleró sus súper poderes, pero siempre desde las sombras. ¿De quién es esto?, pregunta uno… ¡De Toviggino!, contesta el interlocutor.
Si hay algo que conmueve genuinamente al argentino es el fútbol y los sentimientos maravillosos que despierta. Nadie dudaría de las genuinas lágrimas que derrama un hincha por un triunfo o por una derrota, los nervios por un penal que se está por ejecutar, o la decepción de un gol en contra en el último minuto.
Todo eso, la ilusión de disfrutar de este emocionante deporte, formando parte de las grandes ligas, fue aprovechado ampliamente por Tapia y sus secuaces. Sacar de la quimera la ilusión de un partido de “igual a igual” con River o Boca, por nombrar algunos equipos icónicos.
Volviendo al punto: DEMAGOGIA, así con mayúsculas. Pero demagogia con un alto precio e importantes retornos.
La fortuna que hoy ostenta Toviggino se basa en toda esa estructura de populismo en el que la estrategia del conejo -persiguiendo la zanahoria que alguien lleva en un hilo- se cumple inexorablemente.
Miles de hinchas van por su zanahoria que es ni más ni menos la ilusión de ver al equipo de sus sueños en canchas internacionales, intercambiando camisetas con jugadores que antes veían sólo en El Gráfico.
SALE TAPIA, ¿ENTRA TOVIGGINO?
Habida cuenta los lazos carnales de Tapia con la Conmebol, se anda diciendo por ahí, que éste dejaría su lugar en la AFA, por lo cual la pregunta del millón es si su hombre de confianza ciega quedaría al mando de la institución madre del fútbol argentino.
Puede ser, si Tapia se lo pide. Pero hay gente que es más funcional operando desde las sombras. Y en eso Toviggino, a quien nos referíamos, es trascendental. Este salieri de Mozart, este hombre sin rostro, pero plenipotenciario suena como un reemplazo lógico, pero no conveniente.
Salvo que una contingencia especial lo requiera, otros nombres están en danza si se da el pase de Tapia a la institución sudamericana.
Lo que se trata aquí es de cuidar y mantener los espacios de poder, y si las penumbras operan a favor de dicho poder, nadie sabe más de umbrías que la mano diestra y por qué no siniestra también de Claudio Tapia.
Pablo Toviggino, quedará donde la conservación del todopoder lo requiera.
No importa que desde las penumbras se sigan urdiendo estrategias que cada día le hacen peor al mejor deporte del mundo.
Es lo más probable, al fin y al cabo, la AFA seguirá siendo una sucursal de la Conmebol, tal vez la preferida, y los negocios que de allí se desprenden, son infinitos. Con o sin aparición pública.
Lo que importa, señoras y señores, es la conservación de la hegemonía, y de esto Tapia y su compañero Toviggino saben bastante.