22 de octubre, 2024
Pienso, luego existo

 

 

Otra vez el fútbol nos citaba, en el mismo lugar donde a Diego le cortaron las piernas y donde hace unos años esta misma Copa se nos volvía esquiva y se la llevaban los chilenos a punta de penales.

 

Otra vez, sí, pero esta vez fue distinto, esta vez nuevamente salimos campeones.

 

Otra vez, como en la anterior Copa América donde rompimos nosotros y Messi el maleficio de no ganar nada para luego ganar la Finalissima ante Italia y, al final, la esquiva Copa del Mundo.

 

Otra vez, pero en esta ocasión con algunas cosas impensadas pero que nos preparan hacia futuro, el genio, el único, el mejor, el bendecido por ese don divino, se lesionó y nos dejó a medio camino. Pero ahí salió a relucir nuestra pasión, la que tenemos todos los argentinos, los que estaban dentro del campo y los que estábamos en las tribunas y nuestros hogares.

 

Otra vez ganamos y ahora por última vez con nuestro Ángel guardián, quien en su última pasada rauda fue para llevarnos nuevamente al cielo.

 

Otra vez ese enorme Dibu que custodia nuestra valla se hizo más grande que nunca y cumplió con su mandato, se los comió a todos.

 

Otra vez afloró la garra del Cuti y el Licha, las subidas de Cachete, Nahuel y Tagliafico, el empuje del compañero de Lio, De Paul, pero también de Enzo y el Colorado, las corridas incansables de Julián, la irrupción fabulosa de González y la jugada mágica y antológica pergeñada entre Paredes, Gio y Lautaro.

 

Otra vez nos emocionamos con el himno, con la garra de los muchachos, con el llanto inmenso de nuestro gran capitán y la felicidad de Angelito.

 

Otra vez vimos la humildad de un cuerpo técnico, que habla poco y genera mucho, que supo explotar a los mejores, que supo aglutinar a la vieja camada con esta de un futuro brillante.

 

Otra vez Scaloni festejando a su manera, esa que nos llena de orgullo, que lo posiciona en el altar de la prudencia, la sensatez y, por qué no, la gloria eterna.

 

Otra vez levantando una Copa, pero esta vez con la particularidad que estamos despidiendo a parte de una generación que fue excelsa, pero muchos quedaron en el camino con sabor a poco y otros que siguieron corriendo para llegar a este instante. Por eso, la Copa la recibieron y la alzaron Ota, Angelito y sí, Lio.

 

Otra vez un pueblo agradecido y feliz porque nosotros, a pesar de todo y de todos, tenemos algo que nos cobija, el manto sagrado, los colores celeste y blanco.

 

Otra vez, no sé cuándo será la próxima, pero esta hay que festejarla porque a pesar de todo y de todos, nuevamente somos campeones y pareciera que se está conformando una costumbre seleccionada.

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