08 de octubre, 2024
Emprendedor

Con pasión por la industria y la investigación en microbiología, una biotecnóloga creó su propia marca de lácteos. Un sueño hecho realidad a base de conocimientos, esfuerzo, constancia y muchas bacterias.

Mientras estudiaba los lactobacilos (bacterias capaces de limpiar los yogures), Yamila Llebeili descubrió cuánto le interesaba la industria de los productos lácteos. Tenía una vasta experiencia en el tema. Sus padres son dueños de una conocida fábrica de helados en la que ella interviene permanentemente, gracias a sus conocimientos como biotecnóloga.

Sin embargo, en busca de su propio camino, en mayo último decidió lanzar una marca de yogures libres de azúcar y conservantes, llamada “Llelac”. La propuesta va en línea con la alimentación saludable y encuentra cada vez más adeptos entre un público que busca precio y calidad, pero también un procesamiento e ingredientes menos industriales.

Y es que estos yogures son elaborados de “principio a fin”, ya que la leche es producida en tambo propio. La joven emprendedora cuenta que quería que los alimentos “tengan un beneficio en la salud del consumidor”. En base a esta meta diseñó sus recetas para las dos versiones de su yogur que, actualmente se venden de manera online, en la heladería de sus padres, un supermercado y tiendas saludables.

Las aspiraciones para este proyecto son amplias y están enfocadas en ampliar las ventajas nutricionales del producto, así como también abaratar costos para que sea accesible a todos los consumidores, independientemente de su condición socioeconómica.

-¿Cómo arranca este proyecto?

-Yo me he recibido de licenciada en Biotecnología, y a mi tesis de grado, la hago en un instituto del CONICET que es el CERELA, conocido por ser el centro de referencia de lactobacillus. Desde tercer año (de la carrera) me ha empezado a interesar toda la parte de alimentos funcionales, que serían estos con probióticos, fermentados, los que tienen un beneficio en la salud del consumidor, digamos.

El CERELA lanzado un producto con la Serenísima, que es el “Yogurísimo” con probióticos con una cepa que ha sido desarrollada por ellos. Desde que me he entrado de todo eso era como que, sí o sí, tenía que hacer mi tesis ahí. Así que todas mis notas, mis promedios eran enfocados en hacer investigación en ese instituto.

Cuando entro, me doy cuenta de que, por ahí la parte de investigación no era lo mío y me gustaba más la industria, el comercio. Esto porque mis papás tienen una fábrica de helados. Después me recibo, vuelvo a Santiago y entro aquí en el instituto del CONICET y me doy cuenta también, por cuestiones personales, que lo mío era más la industria.

Ahí ya me empiezo a meter de lleno en heladería para desarrollar fórmulas, hacer algunos insumos que antes se compraba. Yo he empezado a producir neutros para los helados, las salsas y me gustaba mucho la parte de alimentos. Así que también he hecho una maestría en Ciencia de los Alimentos en Córdoba. También hago mi trabajo final en la planta piloto de la UNSE que consistía en desarrollar un lácteo bajo en grasas con hidrocoloides. He estudiado mucho lo que son los lácteos y a eso se ha sumado que, desde el 2020 tenemos tambo propio.

-¿En qué año inicia la venta de yogures?

-Yo me recibo en el 2018, y a fines de ese año me he empezado a meter en la fábrica en la heladería, a probar cosas. Y con los yogures recién en mayo de este año.

El año pasado ya tenía en mente comprar un fermentador, porque he armado tipo una plantita para elaborar solamente los yogures. Tengo dos fermentadores de 100 litros y una dosificadora, que es donde envaso los yogures.

-¿Esto es un tu casa, en la fábrica de helados o un taller aparte?

-Es un local que tenemos solo para esto y atrás estamos armando la fábrica de los helados que es mucho más grande de lo que tenemos hoy, pero está todo separado.

-¿Tu interés por este tipo de alimentos viene desde la infancia?

-No, en realidad, yo he empezado con Biotecnología pensando en investigar lo que era salud, genética y todo eso. Y después, a medida que iba avanzando, me llamaba más la atención la microbiología, que es donde vemos todo lo que son bacterias y otras materias de la carrera, ahí se me he inclinado por los alimentos. Es como que se te va abriendo la cabeza al conocer otras cosas.

Además se ha dado también esto de la parte comercial, de vender, de producir, de la industria. Es como que he nacido en un comercio, y después mi papá ha empezado con la heladería en 2010.

Me encanta la investigación, porque siempre estoy probando algo nuevo. Por eso también es que se me ha dado por hacer los yogures, porque estoy bien con la heladería, pero quería hacer algo distinto, y en lo que implemente mi carrera de Biotecnología.

-¿Notas una mayor demanda de productos saludables?

-Sí. Es más, cuando yo le planteo a mi papá mi idea, él me decía: “quién va a comprar un yogur sin sabor y que, al no tener conservantes, sí o sí lo tienes que vender antes de los 15 días”. Pero, bueno yo también estoy siempre tirando más a lo saludable. Entonces, digo: “voy a probar”, porque es mi idea y era mi sueño apenas me he recibido hacer yogures e implementar toda la parte probiótica, después también llevarlo a los helados. Por ahí, no me animaba. A mí me encanta estar adentro de una fábrica, haciendo las cosas, diseñando, digamos, modificando los alimentos, probando, eso, estudiando, diciendo. A mí me encanta estar adentro de una fábrica haciendo las cosas, probando, estudiando, leyendo.

Por ahí, salir a vender me cuesta un poco. Pero cuando he empezado con la primera producción que eran 100 litros, no me quedaba otra que salir a vender. Ahí he empezado y después me han empezado a pedir. Al principio hacía 100 litros cada diez o doce días y ahora estamos produciendo 200 litros por día.

-¿Al público le interesa por el proceso de elaboración?

-Depende. Hay gente que se cuida, que va mucho al gimnasio; y la que sabe porque también hay mucho desconocimiento todavía y son los que prefieren un producto son conservantes, azucares, jarabe de fructosa que es un veneno prácticamente. Ahora con esto del etiquetado frontal, ha ayudado, pero hay muchos que no entienden. Capaz falta dar más información en general.

-Todo es de venta online y en la heladería…

-Lo vendo en algunas dietéticas, en una de nuestras heladerías (Belgrano y Posadas), en el Súper Oriente, en Casa Campo. Al principio me pedían un yogur y yo iba por esa única botella a donde me pidan. Cuando se ha empezado a hacer un poco más conocido ya no me quedaba tiempo para ir a dejar el yogur.

-¿Trabajas sola?

-Tengo gente que me ayuda, pero tengo que estar yo porque soy quien activa a las bacterias, controla el pH a medida que se está cocinando, que esté fermentando. Son muchos cuidados y tengo que estar.

Aparte, mi novio me ayuda a repartir, mi papá se encarga de traerme la leche o algunos de sus empleados me trae la leche todas las mañanas porque tenemos el tambo en María Luisa, que es a 10 kilómetros de La Banda. Ellos la traen y yo le hago todos los controles físico químicos y ahí empieza la elaboración que dura 12 horas, desde que llega la leche, se la controla hasta que se pasteuriza, entre proceso de fermentación que son cinco horas y después el envasado. Se enfría y después se envasa.

-¿Cuál crees que es el secreto  para mantener un emprendimiento de este tipo?

-Creo que la constancia y el esfuerzo. A veces pasa que no sale como quieres, pero tienes que seguir, a pesar de esas pequeñas frustraciones.

Yo me acuerdo de que antes de comprarme una paila para elaborar las salsas para los helados he empezado probando en ollas. Justo era la época de la pandemia y no mandaban al proveedor al que mi papá le compraba y se necesitaba la salsa. Yo me he puesto a probar hasta salía como la pedían.

Después ya he empezado a vender en Tucumán, principalmente. Envasaba a mano, uno por uno y al principio me quemaba y me daba importancia, pensaba: “para qué me he metido en esto”. Y mi papá me decía: “No te imagines aquí. Imaginate en unos años, viendo como llevan tus salsas en un camión”. Eso es algo en lo que siempre pienso. Hay días en los que termino a las 4 o 5 de la mañana o que dejo de salir, pero es siempre por el sueño de crecer y tener otras herramientas.

Hay que ponerle muchas ganas, tener mucha constancia para poder llegar a los objetivos. Yo creo que ahora sí es mucho esfuerzo y de aquí a un tiempo, te vas armando de otra forma. Antes capaz me pasaba algo fuera de lo previsto y era como “el fin del mundo”, me alteraba. Ahora he aprendido que no hay que darle tanta importancia a eso.

-¿Y cómo te imaginas en el futuro?

-Tengo pensado en hacer un yogur con probióticos. O sea, los que yo hago tienen actividad probiótica, pero no llega a ser probiótico. Quisiera agregarle eso, prebióticos también, todas las fibras. Mi sueño es alcanzar un producto de calidad nutricional.

-¿Qué tan importantes son para el negocio las redes sociales?

-Fundamental porque hoy la gente te conoce gracias a las redes sociales. Antes, mi papá no quería invertir en eso; decía que todo era por el “boca a boca” y no. Ahora son las redes sociales donde te conocen.

Es más, cuando voy a eventos porque me han empezado a invitar, es increíble cómo la gente te pide el Instagram para seguirte. Es tu vidriera.

-¿Cómo se hace para sostener un proyecto de este tipo en medio de una situación económica bastante desfavorable?

-Justamente estaba pensando en que tengo que subir los precios ya, pero, al tener tambo es como que tengo la ventaja de tener un mejor precio, pero más que nada, me aseguro de tener la mejor la calidad de la leche. Nosotros sembramos la comida para los animales, se les hace todos los controles. Con eso podemos sostener los precios por el tema de que nos autoabastecemos, no es que voy a comprar la leche.

En cuanto al tema de los envases y las etiquetas, sí es todo un tema. Ahora, lo que quiero es tener un precio bajo, porque quiero que toda la gente conozca el producto. Me gustaría hacer algo que sea accesible porque el yogur tiene muchos beneficios para la salud. Entonces, mi idea siempre ha sido que lo puedan consumir todas las personas, independientemente de su clase social. Es mi sueño.

-¿Tienes un empleo aparte o puedes vivir de esto?

-No. Tengo esto y mi trabajo en la heladería. Eso es lo que me ha dado el respaldo para que pueda empezar con esto. Por ejemplo, al fermentador que ha sido el gasto más grande, lo he comprado el año pasado. Venía ahorrando hace bastante porque quería empezar bien.

-¿Cómo te definirías como emprendedora?

-Me cuesta describirme… pero me considero una persona muy constante y soñadora. Mi idea siempre es crecer, por eso le pongo todas las “pilas”. Y tengo toda una familia detrás que me acompaña.

Creo que cada cliente nuevo es todo un logro.

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