Ex trabajadores de Agricultura Familiar de la Nación conformaron una cooperativa que produce y vende alimentos a base de frutos del monte. Son los primeros en el país en registrar el mistol y el chañar, como productos alimenticios.
En 2020, un grupo de ocho profesionales que incursionaban en la preparación de alimentos a base de frutos regionales constituyeron la cooperativa conocida como “Monte Vivo”. La marca fue registrada en noviembre de este año bajo el nombre de “Santiago en Producción Limitada” y tiene su propia fábrica en San Ramón (Departamento Banda).
Varios de los integrantes del proyecto se conocieron mientras trabajaban para la extinta Secretaría de Agricultura Familiar de la Nación. Cada uno estaba enfocado en el desarrollo de algún producto agroecológico, pero eran conscientes de que, al unir esfuerzos podrían darle una mayor trascendencia a su trabajo.
Comenzaron por producir en cantidad los sucedáneos del café, con mistol, chañar y algarroba y la harina a base de este último fruto del monte. Sin embargo, gracias a la evolución del trabajo conjunto, lograron incorporar miel y algunos comestibles con valor agregado.
Por fortuna, todas sus alternativas tienen una demanda en crecimiento. Pues cada vez son más los consumidores a los que no les alcanza con un envasado verde y una etiqueta de “light” para incorporar un producto a su rutina alimentaria. Para saber si, efectivamente es sano, exigen conocer el origen de lo que compran: de dónde proviene y cómo se procesa.
Para Javier Togo, ingeniero agrónomo integrante de este proyecto, esa tendencia se potenció en pandemia. Y ahora “la gente va eligiendo productos que tengan menos procesamiento, y que saben de dónde vienen”. Esa es justamente la dirección que trazaron desde la cooperativa que hoy vende en varias provincias del país, a través de negocios específicos. En este 2024, estiman que la producción alcanzará los 7000 kilos de alimentos y no descartan a futuro ser proveedores de empresas.
Como representante de la cooperativa, hoy bajo la dirección de Adrián Ludueña, Javier repasa los inicios del proyecto; su propuesta agroecológica y sustentable, ya bajo reglas específicas, y sus aspiraciones en el mercado alimenticio.
-¿Qué es “Monte Vivo” y cómo surge?
-Nosotros somos una cooperativa desde 2020 que se llama “Santiago en Producción Limitada”. El nombre de “fantasía” es “Monte Vivo”. Tenemos ya el logo y el nombre, desde el 15 de noviembre, así que somos marca registrada. Eso, para nosotros es un hito muy importante, aparte de otras cosas que venimos haciendo, porque la verdad que es todo un esfuerzo de administración, gestión, y todo ese tipo de cosas…
Nuestro producto principal es la harina de algarroba, el café de algarroba, el café de mistol y el café de chañar. Nuestra cooperativa tiene la fábrica habilitada por bromatología, o sea que tiene un registro nacional y los productos están registrados y avalados. Tenemos todo habilitado y eso también ha sido un logro. Somos los primeros en la Argentina que hemos logrado habilitar el mistol y el chañar como productos.
-¿Cómo se conocieron?
-La mayoría de nosotros trabajábamos en lo que era la Secretaría de Agricultura Familiar, de conocemos a los productores también. Y siempre la intención era que los proyectos de los productores lleguen a una habilitación.
-¿Quedaron sin empleo en 2020?
-No, en marzo de este año. Pero la actividad ya la veníamos haciendo, desde 2020. Lo que pasa es que se van sumando cosas a lo largo del proyecto de uno y en este caso creo que el clic general ha sido tener un emprendimiento propio. Porque uno ve que al principio empiezas a producir, pero llegas a ciertos niveles en que te faltan cosas… y bueno, esto de juntarnos entre los ocho integrantes que somos ha logrado impulsar lo que hoy es “Monte Vivo”.
-¿Cómo llegaron a constituirse en cooperativa?
-Actualmente somos ocho integrantes. El presidente actual es Adrián Ludueña y entre los socios algunos somos profesionales, yo soy ingeniero agrónomo, y después tenemos otros profesionales idóneos. Entre ellos está una productora muy conocida que es Nancy Campos, quien dicta capacitaciones en la elaboración de panificados y dulces. Ella va a trabajar con las comunidades Wichí, porque tenemos un convenio para capacitar ahí.
-Decías que “Monte Vivo” tiene su propia fábrica, ¿dónde está instalada?
-La fábrica está en San Ramón, Departamento Banda, en la calle Alegre. Estamos fuera del ejido de la municipalidad, pero dentro del ejido de la Dársena. Ha sido una cuestión de buscar también el espacio, porque hemos empezado individualmente haciendo nuestras actividades y, en algún momento nos hemos encontrado todos haciendo lo mismo y hemos decidido empezar a trabajar en otros volúmenes y de otra manera…
-Esto les permite contar con las correspondientes habilitaciones…
-Todo es muy formal en la actividad. Se sabe que hay un montón de productos que se hacen en Santiago, como la harina de algarroba y de café de algarroba, pero ninguno está habilitado en realidad. La única habilitación que están teniendo es la de la planta piloto de la Universidad, que son los que están haciendo la molienda y tienen el registro.
En nuestro caso, la molienda y el registro son nuestros. Entonces, esos productos, digamos, están habilitados de momento.
-Además de la harina de algarroba y los sucedáneos del café, incorporaron otros productos…
-La harina de algarroba sería la chaucha seca y molida. Nosotros tenemos un tostador rotativo que hemos sido diseñado junto a una empresa que se llama Tecnocampo. No es el tostador de panadería, sino más parecido a un tostador de café. Porque lo que estamos haciendo, en realidad se llama sucedáneos con algarroba, chañar y mistol.
No se le puedes llamar “café” porque el café es el que pertenece a la planta de café. Pero sí está relacionado con la intención del nombre que nosotros tenemos, que es K-Fe y es para atraer a ese público que consume café habitualmente. Estos productos tienen casi un sabor parecido, solamente que está combinado con un sabor tradicional del algarroba, el mistol y el chañar.
Aparte de eso, hacemos unas barritas proteicas, que están en diseño y elaboración, y ya estamos queriendo habilitar. Contienen harina de algarroba, miel, un mix de semillas, y en algunos casos polen. Después tenemos productos panificados, que lo hacen entre varios de los productores. Entonces a veces aparecemos con unas pepas, a veces aparecemos con budín, con unos alfajores de chocolate, que en realidad no es chocolate, sino el K-Fé.
Para la temporada de verano, hemos probado lo que es una hidromiel, que es la miel fermentada, haciéndola una bebida alcohólica. Para eso nos ha supervisado una chica que es sommelier. –El producto-se parece más a un vino blanco seco, es más de ese estilo, y ahora estamos en la fase de elaboración de cervezas con frutos del monte también.
Dentro de poco vamos a habilitar una parte agroecológica, queremos hacer un predio de producción agroecológica de frutas y verduras, incluyendo la preparación y la capacitación a quien le interese.
-¿Cómo comercializan?
-Ha sido todo un proceso, la verdad. Varios nos decían que había que empezar por internet, pero nosotros hemos empezado primero a participar de ferias fuera de la provincia. Hemos estado en Buenos Aires, en Córdoba, en Santa Fe, y después nos han invitado a la feria, “Sabores y Caminos”. También hemos estado en la feria de Santiago del Estero (julio), durante Marcha de los Bombos, donde ha habido mucha gente de afuera que ha empezado a haber un producto que no veían tradicionalmente en donde viven y por eso nos han comprado.
¿Qué ha generado eso? Que el producto que estaba habilitado, ha saltado la barrera provincial. Hoy tenemos entre ocho y nueve distribuidores en diferentes provincias del país. Estamos en Misiones, en Córdoba, en Río Negro, en Neuquén, en Buenos Aires, en San Luis.
-¿Producen todo el año?
-Sí, estamos produciendo todo el año, porque si no tendríamos solamente productos en la época de cosecha.
-¿Y cómo hacen con los frutos? ¿Los almacenan?
-No. Tenemos reservas en nuestra cooperativa. Tenemos actualmente almacenamiento de productos, y después lo vamos procesando, a medida que vamos necesitando.
-¿Notan un mayor consumo de productos agroecológicos en desmedro de los industrializados?
-Lo que vemos es que, a partir de la pandemia, para la gente es importante la forma de consumir los alimentos, y conocer de dónde vienen. Va eligiendo productos que tengan menos procesamiento, y que saben de dónde vienen. Yo creo que eso también ha ayudado a que se dispare mucho la demanda.
Un producto nuestro es de calidad, es agroecológico porque no tiene ningún rastro de algo químico, y tiene un componente ambiental importante, porque es un recurso no maderable. Estamos hablando de productos que están en los árboles, y que normalmente eran utilizados para la alimentación de los animales. Entonces, actualmente, se le está dando un valor como alimento, y no desmontamos para obtener un producto que tiene un alto valor económico.
-¿Qué perspectivas tienen a futuro en cuanto a la demanda?
-Al tener un producto habilitado, nos consultan empresas sobre la harina que hacemos y nos han pedido muestras. Y eso tiene un potencial crecimiento. Hay empresas a nivel nacional como la de los alfajores, los Havanna, han empezado a hacerlos con harina de algarroba. Y vos dices, ¿a quién se le hubiera ocurrido que Havanna tenga alfajores de harina de algarroba? Entonces, hay una visión de que la harina de algarroba es un buen alimento. Es integral, primero, tiene un alto volumen proteico y no necesita mucho agregado de azúcar porque ya tiene.
Un compañero de la cooperativa ha dicho: “queremos ser embajadores de la santiagueñidad”. O sea, que los productos “Monte Vivo” estén presentes en las mesas y sean reconocidos, como un producto que proviene de Santiago del Estero por su calidad, por sus aromas y por sus sabores. Y que, cuando los santiagueños que están afuera lo consuman recuerden sus pagos.