Hace poco salió a la luz el tema de la conocida modelo Julieta Prandi, por una serie de hechos que resultan casi inenarrables, aunque ya por todos conocidos.
Un marido psicópata puede cruzarse en el camino de cualquier mujer, hasta en el de una bella y famosa. Y esa mujer bella y famosa no tener las herramientas para percibirlo como tal.
En principio vamos a definir qué es un psicópata, lejos de la versión de una película estadounidense, en que por caso nos remitimos a la película “Piscópata Americano” y recordamos la imagen del hombre capaz de cometer los asesinatos más cruentos.
No todos los psicópatas matan, al menos físicamente.
Un psicópata es una persona que exhibe un patrón de comportamiento caracterizado por la falta de empatía, manipulación, impulsividad y falta de remordimiento, a menudo asociado con el trastorno antisocial de la personalidad. Es importante destacar que la psicopatía no es un diagnóstico oficial, sino un término utilizado para describir ciertas características de personalidad.
Rasgos clave de la psicopatía:
Falta de empatía, gran inteligencia con consecuente facilidad para la manipulación en beneficio personal, y manejo de la sensibilidad ajena. Actúan sin pensar en las consecuencias y sin remordimiento alguno. Suelen ser personas muy inteligentes. Anomia, esto es desconocimiento de normas sociales establecidas por ausencia de freno inhibitorio.
“El príncipe azul”
Al estar dotados de las características de marras, están munidos de las herramientas intelectivas suficientes para una vez, detectada su presa, apresarla con sutileza al principio, hasta luego, paulatinamente ir desenmascarándose.
Tienen formas correctas, hasta voz meliflua. Hacen vivir el cuento de hadas, pronostican un futuro venturoso y hasta agilizan la convivencia, y llegan al casamiento con toda la fanfarria incluida. Son ágiles para el encantamiento, y las mujeres, marcadas por el sino de “La Cenicienta”, suelen caer en el embeleso.
La detección tardía
La cuestión es la detección tardía del psicópata que tienen estas mujeres al lado. Una vez pasada la luna de miel, literal y metafóricamente hablando, irá apareciendo la imagen del monstruo, que estaba detrás de ese impostor, de buenos modales.
“El psicópata integrado”
Como está muy al tanto de lo que ocurre en ese mundo que tiene que manejar y al que tiene que engañar, está totalmente integrado (aunque de forma ficticia) a la sociedad.
Es lo que se da en llamar un “psicópata integrado”.
Es por ello que las mujeres casadas con un hombre de estas características tardan en detectarlo. Tal vez también porque las señales tardan en llegar.
Durante la convivencia, la apertura de la verdadera personalidad es una puerta lenta y aceitada, que se abre con la lentitud de un vigía.
El principio idílico, pleno de actitudes de amor se parece mucho al mecanismo de manipulación emocional que usan las sectas para cooptar adherentes. Lo mismo, muchos mentores para ganar seguidores en redes. Son seres encantadores y muy mentirosos.
Tales destellos de amor tienen como objeto, no tanto la víctima como el demostrarle a su enferma mente que tiene el todo poder del engaño y de la manipulación afectiva de su eventual víctima.
De apelar a artimañas, saben mucho, y nunca jamás les gustará sentirse inferiores. Para ganar una contienda doméstica pueden apelar hasta al llanto, para que la víctima, parada en un terreno resbaladizo, ceda y se sienta victimaria.
El engaño, la mentira a la que apelará será de tal magnitud que no dejará intersticios para la duda.
Si algo también los caracteriza es un ego enorme que los hace poseedores de un perfil narcisista y se creen exentos de toda punición, por ello sostienen que nunca serán cazados en sus tretas.
Finalizada la luna de miel
Retomando el tema Prandi y acercándonos a cuantas mujeres han padecido o padecen de estas relaciones fallidas (por usar un eufemismo), la misma modelo cuenta que al principio, sobre todo con su primer embarazo, el lema era “cuidar a la princesita” y eso la hacía sentir segura.
Que con el nacimiento del segundo hijo vino el desenmascaramiento del hombre enfermo, ese que en realidad era Contardi (el ex marido de Prandi).
Nada ni nadie puede entender lo que sufre una persona violada y abusada en todas las formas posibles, salvo que lo haya pasado. Y la quietud, la inacción inicial tiene que ver, justamente con la habilidad psicopática del carcelero mental.
Aunque no creo que haya habido opiniones en contra de esta víctima mediática, salvo el Javier Márquez, tristemente célebre biógrafo de Javier Milei, que dijo: “Sinceramente me cuesta creer que una mujer mediática, mayor de edad, que 25 años atrás hacía una sátira con Francella en torno a una relación de tinte pedofílica, con autonomía económica, notoriedad pública y vínculos sobrados, haya vivido "secuestrada" y abusada sexualmente durante años por su propio marido”.
Esto no reviste mayor opinión, más bien amerita un “silenzio stampa”.
Nada más queda la advertencia, y que ojalá sirva este caso y algo de esta nota para que no se repitan los casos de esta naturaleza y entender que las enfermedades mentales están lo suficientemente diseminadas en nuestra sociedad como para poder ser detectadas oportunamente.
También hay mujeres psicópatas y sobre los maltratos femeninos hacia los hombres hay mucho por escribir, pero eso en otra ocasión.