14 de agosto, 2025
Pienso, luego existo

El 12 de agosto de 1806 amaneció húmedo y tenso en Buenos Aires. Bajo un cielo gris, las calles de la ciudad colonial, aún bajo dominio español, eran escenario de una gesta que, con el tiempo, la historia oficial relegaría a las notas al pie.

Ese día, hace más de dos siglos, los porteños tomaron las armas, no por mandato de virrey ni por decreto imperial, sino por voluntad propia, y echaron al invasor inglés que, desde junio, ocupaba la ciudad con el símbolo altivo de la Unión Jack flameando en el fuerte.

Pocos recuerdan hoy que fue la gente común de Buenos Aires -vecinos, criollos, milicianos improvisados, mestizos, negros libertos- quienes, junto al liderazgo militar de Santiago de Liniers, enfrentaron y derrotaron al ejército británico, considerado entonces uno de los más poderosos del mundo.

No fue una batalla planificada en salones cortesanos, sino en patios, pulperías y esquinas. Cada hombre y mujer sabía que, en esas horas, se jugaba algo más que una disputa territorial: se jugaba el alma de un pueblo que, sin saberlo del todo, empezaba a soñar con su propia libertad.

El plan fue audaz: entrar por las calles estrechas, hostigar con fuego de fusil desde azoteas y balcones, aprovechar el conocimiento del terreno y la valentía sin medida de milicianos como los patricios, los arribeños y los criollos del barrio del Alto. Liniers, desembarcado con refuerzos en la Ensenada, coordinó con precisión el movimiento final. El general inglés William Beresford no tuvo más opción que rendirse. La reconquista fue total. Y fue porteña.

Hoy, cuando se habla del "porteño" con sorna desde otros rincones del país, se olvida que fue Buenos Aires la que puso el pecho cuando no había patria, ni bandera, ni república. Se olvida que, si hay hoy un país llamado Argentina, es en parte porque un 12 de agosto de 1806, en esas calles empedradas, una ciudad le dijo "no" a un imperio y "sí" a su destino.

Ese acto de coraje fue mucho más que una victoria militar. Fue el principio del fin del dominio español.

La reconquista encendió el espíritu revolucionario. Demostró que el pueblo podía defenderse solo. Fue la antesala del Cabildo Abierto, del 25 de mayo, y de la independencia que vendría una década después.

La Reconquista de Buenos Aires debería ocupar un lugar de honor en nuestra memoria colectiva. No como gesto porteño, sino como gesto fundacional de la Patria, por que ese día, sin saberlo, Buenos Aires peleó por todos

 

Compartir: