Mientras el planeta todo mira con temor al medio oriente donde Israel y Estados Unidos decidieron terminar con el fantasma nuclear del régimen iraní, pero a costa de generar rispideces a nivel global, estamos conmemorando la contracara del desatino actual, el aniversario del Tratado Antártico.
Se conmemora un nuevo aniversario de la entrada en vigor del Tratado Antártico, firmado originalmente el 1º de diciembre de 1959 por doce países, entre ellos Argentina, y que entró en vigencia el 23 de junio de 1961.
Este acuerdo histórico sentó las bases para que la Antártida sea un continente dedicado exclusivamente a la paz y a la ciencia, marcando un hito sin precedentes en la diplomacia internacional y. por cierto, siendo hoy una muestra de lo que se puede hacer juntos como humanidad.
En un mundo frecuentemente atravesado por conflictos geopolíticos, el Tratado Antártico continúa siendo un modelo de cooperación pacífica, donde países con intereses diversos han sabido convivir bajo principios comunes: la no militarización del territorio, la prohibición de explosiones nucleares y depósitos radiactivos, y la libertad de investigación científica.
Además de su valor estratégico, la Antártida es uno de los ecosistemas más frágiles del planeta. Por ello, el Tratado fue fortalecido con la firma del Protocolo de Madrid en 1991, que estableció un régimen de protección ambiental robusto, prohibiendo toda actividad minera y promoviendo prácticas sostenibles para la preservación de su biodiversidad.
El continente blanco, con su vastedad helada y su clima extremo, también actúa como indicador del cambio climático. Su monitoreo es clave para entender los impactos del calentamiento global, lo que refuerza la necesidad de su protección y estudio constante.
Nuestro país tiene un largo compromiso y liderazgo en esta región, manteniendo una presencia ininterrumpida en la Antártida desde 1904, cuando se estableció el Observatorio Meteorológico en la actual Base Orcadas, la primera estación científica permanente del continente.
Hoy, el país opera seis bases permanentes y siete bases temporarias, y desempeña un papel activo en la investigación científica y la protección ambiental.
Además, la logística antártica argentina -coordinada por el Comando Conjunto Antártico- demuestra la capacidad del país para sostener operaciones en condiciones extremas, reafirmando su vocación pacífica y su aporte a la comunidad científica internacional.
El Tratado Antártico no sólo protege un continente vital para el equilibrio planetario, sino que también representa un símbolo de lo que la humanidad puede lograr cuando se prioriza la cooperación por sobre la confrontación.
En tiempos de tensiones globales, su vigencia y eficacia siguen siendo un recordatorio de que el diálogo, la ciencia y el respeto mutuo son el mejor camino para la gestión de los bienes comunes de la humanidad.