A los 13 años descubrió su amor por los postres y años después decidió dejar la carrera de Derecho para dedicarse a lo que realmente lo hacía feliz. Hoy, trabaja con referentes de la gastronomía y se anima a nuevos desafíos, siempre fiel a una convicción: no quedarse con el “¿y si lo hubiera intentado?”
El atrevimiento y la valentía de enfrentar lo desconocido no es para todos, pero es justamente lo que distingue a Lucas Martínez, quien aprovechó cada pequeña oportunidad que se le presentó, incluso cuando eso significaba alejarse de su familia e irse lejos de su amada ciudad de Clodomira.
Al terminar el secundario comenzó a estudiar Derecho en la Universidad Nacional de Tucumán. Pero su camino, y lo que amaba de verdad, lo venía realizando desde antes. Lucas preparó su primera torta a los 13 años para el cumpleaños de uno de sus hermanos. Ahí nació su curiosidad por la pastelería y, desde entonces, realizaba diferentes postres para vender o para reuniones familiares.
Siempre lo consideró una afición. Creía ver asegurado, al igual que muchos jóvenes, su futuro con una carrera universitaria convencional. Y las posibilidades en Santiago de dedicarse de lleno a la pastelería eran tan mínimas que ni siquiera era una idea para considerar.
No fue hasta que, sin planearlo mucho, unas vacaciones en Buenos Aires se convirtieron en una estadía permanente para continuar su carrera de Derecho en la UBA. Al mismo tiempo, realizó un curso en la Escuela de Gastronomía IAG. Fue ahí donde cayó en cuenta de que no podía seguir negando que eso era lo que realmente quería. Dejó todo y se lanzó a seguir su sueño, recibiéndose de pastelero profesional en el IAG.
Lucas hoy es encargado del área de pastelería de Nuna & Co, una panadería especializada en medialunas del chef pâtissier Ariel Gravano, Campeón Argentino de Pastelería. Allí cumple, también, el rol de asistirlo en las clases que brinda y cuando participa del programa El Gourmet con Osvaldo Gross. Aun así, su espíritu libre y de búsqueda le advierte que dentro de poco podría comenzar nuevos rumbos.
En una charla con LA COLUMNA, el joven pastelero compartió cómo fue su proceso personal dentro del mundo gastronómico.
–¿Cómo comenzaste con la pastelería?
–Bueno, yo tengo mi abuela pastelera, entonces, desde muy chico mi referente siempre ha sido ella, la que me ayudaba de chico. Mi primera batidora era la que usaba mi abuela.
–¿Sentiste miedo al cambiar de decisión? ¿Cómo enfrentas todos los cambios?
–Obviamente, el miedo estaba sobre esta cuestión de mi familia, de no compartir por ahí la idea. Porque uno siempre dice: estudiar es como lo seguro, asegúrate de eso, después hace lo otro. Pero hay cuestiones cuando uno toma decisiones. Hoy me siento seguro de tomar una decisión. Siempre busco esto de prepararme para lo que voy a hacer. Nunca dar manotazos de ahogado, porque me da terror, como a cualquiera. El miedo al fracaso, eso existe. Pero siempre busco prepararme para lo que se viene. Si se da, bueno, y si no, también. Y a partir de que vas tomando decisiones, después es más fácil. Decís: “Si ya he hecho esto, ¿por qué no hago esto otro?”. Y ahí no parás de tomar decisiones, de hacer cambios. Siempre es como dar el primer paso. Y después no parás más. Es como lo principal.
–¿Qué es lo que tal vez te preocupaba de elegir el rubro de la gastronomía?
–La gastronomía, como un deporte, a veces tiene una cuestión de “suerte”, pero es parte de un trabajo. Es como entrenarse: te entrenas toda la vida, y en algún momento tienes esta cuestión de suerte —vamos a llamarle así—, que para nada es suerte. A veces las cosas se te dan por contactos o por gente que se te va cruzando en el camino.
–Hace rato decías algo de una suerte que sabemos que es trabajo por detrás, pero ¿vos la has tenido? ¿Sentís que has tenido suerte en lo que estás haciendo?
–A ver, a mí me pasaba esto de no tener un conocido o familiar en el rubro para decir: “Puedes conseguir este puesto” o entrar a un trabajo que de verdad quieres, ¿no? Yo trabajaba en un centro de producción. Lo había conseguido con currículum. Era un trabajo que estaba bueno, a mí me gustaba porque me permitía seguir estudiando, pero tal vez no era lo que quería. Entonces, a través de una compañera —que termina siendo una amiga— consigo llegar a este trabajo en un lugar que para mí es importante, porque es muy conocido dedicándose a lo que son las medialunas. Y bueno, trabajando con alguien que sí se dedica al rubro de pastelería en específico, y más teniendo en cuenta las competencias, la preparación y todo lo que tiene Ariel.
-¿Qué es lo que mas te cuesta de tu trabajo?
- Creo que ha sido la edad. Porque en la cocina tienes que mandar. Tienes que ser el que lleves a cuesta un montón de cosas. Y hacer entender eso a alguien que lleva 10 años de experiencia más que vos es lo más difícil. Soy muy tranquilo, pero tengo mucho carácter. Pero sí siento que me ha costado por mi edad tener que mandar o hacerme cargo de alguien. Que el otro cree que uno por ser chico no puede. Y uno se prepara, porque cuando uno estudia, entiendes un montón de cosas. Sabes que el margen de error va a existir, pero siempre va a estar por debajo.
–¿Sientes que ha sido más difícil para vos moverte dentro del instituto o dentro del rubro en sí?
–No, no. Creo que se ve un montón, inclusive no del interior, pero sí tener compañeros que son de afuera. Creo que pasas a ser un número más, como en cualquier carrera que uno hace. Entonces no. Y también creo que me favorecía un poco esta cuestión. Siento yo que, cuando vienes de afuera, el esfuerzo es el doble, porque sabes lo que te cuesta estar lejos. Entonces está esta cuestión de querer hacerlo bien, dar lo mejor.
–¿Qué cambios notas en vos mismo? ¿Qué tan diferente es el Lucas de ahora al que se ha ido?
–Yo creo que el Lucas de antes y el Lucas de ahora siguen amando lo que hacen. Creo que hoy un poquito más. Pero creo que soy el Lucas que hoy sí se encuentra seguro de lo que quiere hacer. Ese miedo que siempre ha estado, de cómo me va a ir si estudio y hago esto, hoy no existe. O sea, hoy no tengo dudas de lo que quiero y también de lo que voy a hacer, porque no me cabe ninguna duda que, en cuanto a trabajar, es lo único que me va a llevar a cumplir lo que quiero.
-¿Cuál es tu consejo para aquellos que todavía tal vez tienen incertidumbre de dedicarse a lo que realmente aman?
–Siempre pienso esto que me dejó muy marcado, que escuché en estos días. Justo pensando en esto de salir de mi comodidad. En la comodidad uno no crece. Cuando vos haces bien tu trabajo y haces lo que te gusta, vas a crecer en cualquier lado. Vas a trabajar en todos lados. ¿Qué puede salir mal? No hay un tiempo determinado para decir: “Esto lo voy a hacer en tal tiempo”. No, lo haces hoy, lo haces mañana. Los miedos siempre están. Creo que, por humanidad, uno tiene miedo. Pero prefiero quedarme con el miedo y que algo me salga mal a quedarme con esa incertidumbre de “¿Y si lo hubiera hecho?”. Porque en algún momento va a llegar ese miedo de sentirte grande y arrepentirte por lo que no has hecho. Eso es lo que no quiero que nunca me pase.