04 de diciembre, 2024
Actualidad

Cada vez hay más familias dispuestas a adoptar niños en la segunda infancia y/o adolescencia; como así también grupos de hermanos.

El 2023 cerró con un balance positivo para el Registro Único de Adopciones (RUA). Según indicó su titular, la Dra. Carolina Agüero, 24 chicos, entre
niños, niñas y adolescentes fueron adoptados por 20 familias, debidamente formadas a lo largo del proceso. 

En detalle, tres niños de 0 y 1 año; 15, de 2 a 12 años y 6 adolescentes de 12 a 18 años encontraron una familia. La abogada destaca que “esto era impensados años atrás, cuando la adopción era concebida solo en bebés y sanos. Siempre lo digo: ‘Santiago ha atravesado por un cambio de paradigma en los últimos años, lo cual nos trae enormes satisfacciones”.

Agüero, detalló que en la provincia se concretan procesos de adopción de adolescentes “por registro”. “Hay adopciones de niños transitando la segunda infancia y la particularidad también es que, además de ser niños que transitan la segunda infancia o son adolescentes, también tienen algún tipo de discapacidad”.

Esta nueva realidad no es algo azaroso. Desde hace años que el RUA trabaja para generar conciencia en los potenciales adoptantes y una mayor apertura a las situaciones reales de menores de edad, actualmente en instituciones de guarda.

“La verdad que, Santiago, en ese sentido está posicionado a nivel nacional en esto de trabajar y continuar trabajando para que la sociedad entienda que, con la adopción lo que buscamos es la satisfacción del interés superior del niño y sobre todo del derecho de los niños, niñas y adolescentes a vivir en una familia. Es una idea que, por los números, la verdad nos ha favorecido muchísimo este año y estamos viendo que ha impactado en toda la sociedad”, comentó.

Este objetivo se cumple mediante un proceso que va más allá de los trámites. Cada vez que alguien se registra como postulante en el RUA, pasan a realizar talleres en los que descubren un mundo nuevo. La titular de la unidad explicó a grandes rasgos cómo se concreta cada paso hasta llegar a una adopción. En principio, las familias “presentan una carta y una foto color
al Registro”, donde, generalmente expresan el deseo de adoptar niños o niñas muy pequeños y sanos.

Sin embargo, en los talleres se les explica cuáles son las condiciones reales de los chicos y chicas que esperan por una familia y es donde empiezan a comprender todo desde una perspectiva más amplia.

Luego, se llevan a cabo entrevistas individuales con estos posibles adoptantes, con la idea de conocerlos, saber si están en pareja o no, para después recién dictarse la “situación de adoptabilidad”.

En ese proceso es que se toman nuevas decisiones. “Tenemos, por ejemplo, legajos que inician para bebés sanos y terminan el proceso aceptando y pidiendo ser consultados para chicos de 14 años. Entonces, el impacto del trabajo que venimos haciendo, lo vemos en los números”, reflejó.

“En 2012, 2013 no existía la posibilidad, era impensado que un adolescente sea adoptado a través del Registro y ahora tenemos más gente que se interesa por los adolescentes, más gente que se interesa por los niños y niñas transitando la segunda infancia”, remarcó.

“ESTADO PRESENTE”

Dos años atrás, en diciembre de 2021 se conoció la primera adopción monoparental masculina en Santiago del Estero. Un comerciante realizó el proceso debido para convertirse en el padre de tres niños, uno de ellos con discapacidad. En esa ocasión Agüero dijo que, al tratarse de personas con discapacidad se “requiere una atención especial”, respecto a la cobertura de salud necesaria.

“La discapacidad nos enfrenta, no solo a los postulantes, sino a nosotros como equipo, a una zona muy privada, donde creemos que nada es posible, que todo es muy difícil”, reflejó. De ahí que consideran que solo pueden “hablar de una posibilidad de adoptar a niños y adolescentes con discapacidad en cuanto el Estado esté presente”.

SEGUNDA INFANCIA

La adopción de niños que atraviesan la segunda infancia en hogares de protección también es tiene sus complejidades. “Todas las etapas de los desarrollos de los niños son desafiantes pero, en estos casos, quizá significa un trabajo mayor por parte del papá y/o de la mamá y de los equipos que acompañan”.

“En general los niños que ingresan al sistema de adopción, nosotros decimos que son niños malheridos por la vida; hay un abandono, una familia biológica que no ha podido ser, y quizá en este caso de niños transitando la segunda infancia tengan un poco más de registro de esas situaciones”,
se explayó la encargada del RUA.

Se refiere con a que las situaciones en que se vean, tanto los podres, como los hijos pueden ser más ásperas. “Los niños están poniendo al límite, poniendo a prueba, generando alguna actitud que ellos necesitan hacerla para que vos te afiances en decir yo te quiero, yo te he elegido”, describió.

DE OFICIO

También en el caso del santiagueño que adoptó a tres hermanos, el Registro intervino de oficio, de modo que el adoptante no precisó de un abogado particular para realizar el trámite y se efectuó en forma gratuita.

En este caso, el Estado provincial, a través de sus agentes, priorizó el interés superior de estos hermanos/as asumiendo esa responsabilidad y garantizando el acceso a Justicia de un ciudadano en particular.

La inscripción de este adoptante se concretó a partir de entrevistas con los/as profesionales del organismo, instancias que no solo lo incluyeron a él sino también a sus familiares y allegados para saber si existía una red de apoyo a la crianza, que lo acompañara en este proyecto.

El resultado de este proceso fue sumamente positivo según se detallan en los informes interdisciplinarios elevados a la jueza interviniente, la Dra. Carolina Anauate, quien finalmente otorgó la adopción plena.

En ese sentido, Agüero destacó: “esto demuestra que son factibles las paternidades adoptivas, más allá de que estén en pareja o no”.

OTRO CASO SIN PRESEDENTES

El 2021 tuvo otro caso sin precedentes en el RUA santiagueño. Luis Paz, trans conocida por su activismo en favor de la comunidad LGBTIQ, actualmente delegada local del INADI y su esposo, José Coria obtuvieron la guarda con fines de adopción de dos hermanas adolescentes, entonces, de 16 y 14 años. Pero también se convirtieron en abuelos, ya que la mayor de ellas tiene dos hijas, de 4 y 2 años.

En declaraciones a la prensa, acerca del inédito proceso de adopción, Luisa quiso resaltar algo elemental: “A medida que nos fuimos conociendo cambiamos la mirada que teníamos cuando decidimos adoptar, porque nos permitió comprender muchas cosas y conocer sus necesidades. Básicamente, lo que ellas requieren es amor, comprensión y protección, como toda adolescente o niña”.-

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