“Nuestra mente es como una computadora”
Surgida en los años 70, la Programación Neurolingüística tiene adeptos que la practican, y otros que esperan por más evidencias científicas. Lo cierto es que cada vez tiene más presencia, y por lo tanto se buscan respuestas. La profesional consultada por La Columna explica sobre esta área, que crece y genera disrupción sobre la cotidianidad y los problemas.
“La Programación Neurolingüística funciona como una especie de mapa para entender cómo pensamos, sentimos y actuamos. Parte de la idea de que todo comportamiento tiene un “programa mental” detrás, algo que aprendimos en algún momento de la vida y que seguimos repitiendo casi sin darnos cuenta”, afirma Agustina Klundt, escritora, psicóloga holística, coach, especializada en neurociencias, emociones y salud mental. Con su mirada integradora, que une mente, cuerpo y espíritu, y desde su proyecto en Buenos Aires titulado “Tu Mejor Yo”, acompaña a personas en procesos de sanación emocional, desarrollo personal y transformación espiritual.
Su formación que combina Programación Neurolingüística (PNL), biodescodificación, coaching y herramientas de la terapia cognitivo conductual y terapias energéticas, ayuda a las personas a identificar y reprogramar patrones mentales, cerrar duelos y descubrir su verdadero potencial.
Con una comunidad activa, que además crece en redes sociales, actualmente cuenta con más de 73.700 seguidores, lo que indica el cambio de paradigmas sobre los procesos de sanación. Con multiples miradas, muchas alejas de la materialización de la medicación, la palabra es fuente de resultados y caminos para el mismo.
En charla con La Columna, la licenciada explica sobre el trabajo que realiza la PNL, y el gran potencial que presenta, justamente en esa búsqueda constante del ser humano en encontrar su propia capacidad para desarrollarse, aprender y alcanzar niveles superiores de rendimiento, tanto en su vida personal como profesional.
Comencemos por lo más importante, la definición: ¿Qué es la Programación Neuro-Lingüística (PNL)?
La Programación Neurolingüística, o PNL, nació en los años 70 de la mano de Richard Bandler y John Grinder. Ellos tenían una pregunta fascinante: ¿Qué hacen diferente las personas más exitosas, creativas o influyentes para lograr los resultados que logran? Y para responder, estudiaron a terapeutas, comunicadores y líderes que obtenían cambios sorprendentes en la gente, como Virginia Satir (considerada la madre de la terapia familiar) o Milton Erickson (un referente en hipnosis).
De ese estudio surgió un hallazgo clave: las personas que logran resultados extraordinarios no nacen con un “don especial”, sino que utilizan formas específicas de pensar, comunicarse y actuar que cualquiera puede aprender. Ese descubrimiento dio origen a lo que hoy llamamos PNL.
En pocas palabras, la PNL es un modelo que estudia cómo funciona nuestra mente (neuro), cómo el lenguaje moldea nuestra experiencia (lingüística), y cómo podemos reprogramar nuestros pensamientos y conductas (programación) para obtener mejores resultados en la vida.
A mí me gusta explicarlo con una metáfora simple: nuestra mente es como una computadora. Durante la infancia se “instalan programas” en base a lo que aprendemos de nuestro entorno, nuestras experiencias y nuestras emociones. Algunos programas son útiles y nos ayudan a crecer, pero otros quedan desactualizados y empiezan a limitarnos. La PNL no borra esos programas —porque no se trata de olvidar la historia—, pero sí permite editarlos y actualizarlos, para que estén alineados con la persona que somos hoy y con la vida que queremos construir.
En la práctica la PNL nos ayuda a identificar los patrones de conducta y creencias que repetimos casi sin darnos cuenta. Por ejemplo, una persona que siente ansiedad cada vez que habla en público quizá no reacciona al “ahora”, sino a una experiencia de la infancia donde aprendió a temer al juicio de los demás.
Con PNL, se pueden trabajar esas memorias, desactivar el “programa antiguo” y crear nuevas respuestas más conscientes y saludables. Lo más interesante es que no es solo para “resolver problemas”. También se usa para potenciar talentos, mejorar la comunicación, lograr objetivos y aumentar la confianza personal.
Es una herramienta de autoconocimiento y transformación que educa al cerebro para vivir con más libertad, claridad y bienestar.
¿Cuáles son los componentes clave de la PNL?
Cuando hablamos de Programación Neurolingüística, el nombre ya nos da algunas pistas. Por un lado, está lo neurológico, que tiene que ver con cómo funciona nuestro sistema nervioso, cómo percibimos la realidad a través de nuestros sentidos, cómo pensamos y cómo eso se traduce en emociones.
Después viene la parte lingüística, que se relaciona con el lenguaje: no solo con lo que decimos en voz alta, sino también con lo que nos decimos a nosotros mismos, ese diálogo interno que muchas veces nos limita sin que nos demos cuenta. Y finalmente está la programación, porque todos los comportamientos humanos siguen un patrón, una especie de “programa mental” que aprendimos y repetimos. La mayoría de esos programas no son conscientes.
Aprendimos desde chicos cómo debíamos reaccionar ante determinadas situaciones, y eso quedó instalado como una especie de piloto automático. Lo que hace la PNL es permitirnos observar estos patrones, cuestionarlos, y si ya no nos sirven, transformarlos. También es clave entender que no todas las personas procesamos la información de la misma manera. Algunas son más visuales, otras más auditivas, otras más emocionales o kinestésicas. Por eso, una parte fundamental de la PNL es identificar cómo percibe el mundo cada persona, y desde ahí adaptar el trabajo.
La PNL funciona como una especie de mapa para entender cómo pensamos, sentimos y actuamos. Parte de la idea de que todo comportamiento tiene un “programa mental” detrás, algo que aprendimos en algún momento de la vida y que seguimos repitiendo casi sin darnos cuenta.
Teniendo en cuenta cómo funciona, entonces, ¿qué beneficios que otorga la práctica?
La PNL tiene un beneficio principal que lo resume todo: te ayuda a vivir con más libertad, porque deja de hacerte funcionar en automático y te permite elegir cómo querés pensar, sentir y actuar.
Uno de los cambios más grandes que veo en las personas con las que trabajo es que empiezan a entender que no reaccionan a lo que pasa hoy, sino a lo que aprendieron de chicos. Cuando logramos “editar” esas respuestas automáticas, todo se vuelve más liviano. Algunos beneficios concretos son: Cambiar creencias limitantes, como “no soy suficiente” o “no puedo lograrlo”.
Romper patrones repetitivos, como atraer siempre el mismo tipo de relación o sabotearse cuando están por crecer. Superar miedos o fobias leves, como el miedo a hablar en público o el pánico a volar. Gestionar emociones intensas, como la ansiedad, el enojo o la culpa, aprendiendo a responder en lugar de reaccionar.
Crear hábitos más saludables, tanto en lo personal como en lo laboral, desde un lugar de motivación real y no de obligación. Como dije antes, he visto consultantes que dejan de morderse las uñas después de años de hacerlo, otros que logran cerrar un duelo simbólico y volver a sentirse en paz, o personas que simplemente empiezan a dormir mejor porque aprenden a hablarse de otra forma.
La PNL también es muy útil para quienes quieren potenciar lo que ya tienen: mejorar su comunicación, enfocarse en metas, sentirse más seguros y construir una relación más sana consigo mismos.
¿Existe evidencia científica de la eficacia de la PNL?
Nació como un modelo práctico más que como una teoría científica tradicional, por eso su validación académica siempre estuvo en debate. Hoy no existe un consenso científico que avale a la PNL como una terapia clínica en sí misma, pero muchas de sus técnicas están inspiradas en enfoques que sí tienen respaldo, como la psicología cognitivo-conductual, la hipnosis ericksoniana y la lingüística.
Hay estudios puntuales que muestran resultados positivos en áreas como el manejo de la ansiedad, el cambio de hábitos o la mejora de la comunicación, aunque todavía hacen falta investigaciones más amplias.
Lo que sí es indiscutible es la cantidad de casos reales de personas que, después de un proceso con PNL, experimentan cambios profundos y sostenibles en su vida. Yo siempre digo que la mejor evidencia está en la práctica: en estos consultantes que llegan con un miedo, una creencia limitante o una conducta que los frena, y en pocas sesiones se dan cuenta de que pueden vivir de otra manera.
Es un proceso de reeducar al cerebro y darle nuevas herramientas para responder de forma más consciente y saludable.
*Para conocer más sobre la Licenciada Agustina Klundt, seguir sus redes en Instagram/ Tip Tok: @tumejoryo.ar, o en la Web: www.tumejoryo.com.ar