Santiago del Estero vive por estos tiempos momentos extraordinarios, la canonización de la primera Santa Argentina “Mama Antula” y la histórica decisión del Papa Francisco que ha permitido que la sede Primada de la Argentina dejara de ser Buenos Aires y pasara a Santiago del Estero: del centro a la periferia, un dato no menor que requiere un sentido mucho más amplio que su sentido histórico y simbólico, pero ¿es solo eso lo que está aconteciendo o hay algo más?
Las juventudes cristianas cada vez se plantean un horizonte ético de responsabilidad social, intuyen fuertemente que Dios opera a través de la historia de la salvación buscando la creación del hombre maduro, responsable y libre, van en busca de una permanente renovación, una recreación que irrumpe en las instituciones, las leyes, las estructuras y cualquier sistema en pos de mayor humanidad. Van detrás de sus proyectos de vida en la idea de un Dios que obra asumiendo lo creado-los procesos históricos, individuales, colectivos, sociales, las culturas y hasta las ideas religiosas de los pueblos, realidades que ubica las claves de dialogo entre fe y política, ¿qué más hay en nuestra Madre de Ciudades?
La Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Santiago del Estero ha declarado de interés educativo, cultural, social, religioso y político a dos eventos de gran impacto para el mes de agosto, cuyo giro y centralidad se dio en torno a la juventud cristiana: Iglesias evangélicas reuniendo a más de mil jóvenes por un lado, y colegios cristianos católicos, por otro, en un número similar de participantes; seguramente los dos únicos acontecimientos de envergadura para este año dinamizados por juventudes militantes cristianas. Queda claro que estos ámbitos abren interrogantes como por ejemplo ¿cómo y porqué fueron capaces de convocarse estos colectivos y otros no?, ¿qué mensaje quieren dejar, que ejes de debate están abriendo en nuestra sociedad?
Los organizadores de estos dos eventos fueron recibidos por el vice gobernador de la provincia de Santiago del Estero Dr. Carlos Silva Neder, instancias que han recreado el vínculo del campo religioso con el campo político detrás de ese plus maravilloso que son las nuevas generaciones, las mismas que hace un tiempo demandan y buscan nuevas legitimidades, nuevos modos y mayor compromiso frente a tantas crisis, un planteo ético social cada vez más fuerte que no solo es hacia el campo político sino también hacia al campo religioso.
La presencia de líderes y referentes religiosos en estas iniciativas en relación con el Estado y con las juventudes de por medio como protagonistas, permiten repensar y diseñar una estrategia por un mayor y fecundo diálogo interreligioso, inclusive desde una perspectiva social y política. Las juventudes nos están devolviendo la esperanza de trabajar por un sentido ético de lo que es “comunidad”, es decir aquella concibe siempre que una comunidad antepone su voluntad de vida frente a las amenazas de todo tipo de muerte. Nos desafían a desterrar el concepto negativo del poder que se concibe como dominaciones enquistadas en la comunidad, cualquiera sea su naturaleza, nos están invitando a crear un concepto positivo sobre el poder.…
Se trata de nuevas hermenéuticas en las juventudes cristinas que cada vez más comprenden que no hay una verdad fuera de los eventos históricos, se sienten agentes protagonistas de un mundo que ven que se desvanece y quieren reparar. Más que los legalismos y los dogmas, importa en ellos la cuestión de la verificabilidad que se ven como juventudes cristianas en su función histórica, el centro de su fe no es una ley, ni una doctrina, ni una filosofía, sino la persona viviente de Jesús de la historia. Una concepción verdaderamente cristiana de la responsabilidad social.