Una multifunción para la que no fuimos ni estábamos preparados, pero que las contingencias del tiempo, la situación económica, la pandemia, y diversos escenarios nos obligaron de a poco a irrumpir en temas que no eran de nuestra competencia, no formaban parte de nuestra profesión, de nuestra incumbencia, ni de nuestra responsabilidad como profesionales inmobiliarios.
La intermediación inmobiliaria cuyos conocimientos se adquieren a través de una carrera universitaria, de a poco se vio obligada a incursionar en áreas que no son de su competencia, pero que la debe transitar a fin de dar respuesta a los requerimientos de un importante sector de la comunidad donde desarrolla su profesión y la que necesita de diversas variables a fin de poder concretar su cometido, como lo es el vender, alquilar, tasar, etcétera. Y, justamente en ese andar que muchos consideran simple, se ve como ineludible conocer el por qué de esa operación inmobiliaria que lleva a los vendedores a desprenderse de ese inmueble, escucharlos y, de ser posible, dar nuestro sentir para que realicen con éxito la mejor operación inmobiliaria.
Si bien desde el inicio profesional de cada uno de nosotros estuvimos y estamos abocados a cumplir una función, el empleo de métodos como la mediación también es, de alguna forma, utilizado para la concreción de una operación. Pero fue a partir de la pandemia que tuvimos que profundizar en cada una de ellas, especialmente en las dos últimas, pues al no existir un contacto personal entre las partes de un contrato, nuestra intermediación se volvió como una relación muy personalizada y, hasta en alguno casos, familiar donde se escuchaba a las partes, se trasmitía la información, se analizaba las posiciones de cada uno y se brindaba una opción acorde a lo que cada uno de ellos necesitaba o disponía.
Si venimos un poco más en el tiempo, la puesta en vigencia de las leyes de locaciones urbanas de los años 2020 y 2023 fue el periodo que como un combo tuvimos que desplegar todas nuestras habilidades y conocimientos, exhibir temple, capacidad, experiencia, conocimiento profundo de la profesión y algo de lo que se concibe como el psicoanálisis, el entender los comportamientos, sentimientos y formas de pensar de los otros, tratando de percibir sus conflictos y analizando las posibilidades de éxito en una operación más conveniente para las partes.
Todo lo antes dicho y con 48 años en el mercado inmobiliario me lleva a pensar que los que logramos transitar con éxito nuestra profesión en una Argentina dificultosa de comprender tanto en lo político como en lo económico nos obligó a convertimos en verdaderos profesionales como Corredores Inmobiliarios, Mediando entre las partes previo ligero estudio de las posibilidades económicas, sociales, familiares de cada uno de ellos y Destrabando en lo posible los conflictos y ataduras que siempre surgen al desprenderse de un inmueble.