10 de julio, 2025
Emprendedor

Durante la pandemia, Mayra Alagastino aprendió a tejer mirando videos en YouTube. Lo que empezó como una afición se convirtió en un emprendimiento lleno de calidez: peluches hechos a mano tejidos a crochet.

En 2020, durante el aislamiento por la pandemia, Mayra Alagastino encontró en el tejido un refugio creativo. Aprendió de forma autodidacta, siguiendo tutoriales en YouTube. Al principio, dominar la técnica fue un desafío: mantener la tensión correcta, coordinar las agujas, lograr formas parejas. Pero con paciencia y dedicación, empezó a crear pequeños peluches tejidos, conocidos como amigurumis.

Lo que comenzó como un pasatiempo se transformó pronto en una fuente de alegría y también de ingreso, cuando decidió compartir sus creaciones en redes sociales.

El nombre de su emprendimiento nació desde el afecto. Cuando eran pequeñas, sus primas no podían pronunciar el nombre de su hermana Jocelyn, y la llamaban con ternura “Joselina”. Así, ese apodo familiar se convirtió en el alma del proyecto: una marca que simboliza el cariño y lo artesanal.

La joven emprendedora, quien también es estudiante de psicología, compartió con LA COLUMNA los detalles de cómo lleva adelante su emprendimiento.


-¿Qué complicaciones tienes con respecto a tu emprendimiento?
-Más que nada es el tema del tiempo. Me lleva muchas horas y a veces muchos días producir un solo amigurumi, y eso también el tiempo encarece el producto. Lo cual hace que sea difícil de venderlo al precio que realmente se debería vender, por así decirlo. Muchas veces no se les paga a los emprendedores por sus productos, por lo que realmente valen, sino bueno por lo que alcanza por la crisis o por las pocas posibilidades de generar ingresos y comprarse un gustito porque un amigurumi es un gustito.

- ¿Qué sientes al tejer que lo terminaste eligiendo para emprender?
- Bueno, a mí particularmente me pasa que me desconecta, o sea, no te puedo decir que es algo terapéutico, porque para mí algo terapéutico es literalmente ir a terapia y hablar de tus problemas y trabajarlos y resolverlos. En cambio para mí tejer no es terapéutico sino es como complementario a lo terapéutico. Es como que me apaga un rato los pensamientos y la cabeza y me sirve para calmar un poco la ansiedad, no te digo que es un ansiolítico full, pero es bastante funcional en ese sentido. Bueno, yo soy una persona que tiene diagnóstico de trastorno de ansiedad generalizado. Entonces a mí el tejido como que me re ayuda a dejar sobre pensar. A estar, no te digo más presente, pero sí como que volver a recordar que estoy aquí y no tanto irme a mis pensamientos.

-¿Te consideras artista/artesana?
-La diferencia generalmente entre una artista y una artesana es que el artista crea una pieza única que transmite emociones, en cambio, el artesano genera artesanías que a su vez no son únicas, sino que pueden reproducirse. Yo me considero una artesana, pero aun así creo que los amigurumis son una pieza única, porque dos tejedoras nunca van a tejer lo mismo, por más que tengan el mismo patrón, idea o diseño, Ni siquiera la misma tejedora, porque tus emociones, tu pulso, el material, todo influye en el resultado final. Entonces nunca queda igual, pero se pueden generar reproducciones de un mismo producto hasta el infinito o hasta donde se den las manos yo me considero una artesana.

- ¿Qué crees que hace único a tu trabajo?
-No creo que sea único.  Yo considero que todo lo que yo entrego es un trabajo que le he dedicado tiempo y amor. Y hay muchas veces que me enojo con el trabajo. Lo armo, lo desarmo, me enojo, le busco la vuelta. Pero no entrego algo de lo que yo no esté satisfecha. O incluso hay veces que yo no recibo pedidos que sé que no me van a quedar como el cliente imagina o como yo quisiera, entonces yo creo que es eso que siempre trato de dar lo mejor de mí en cada en cada trabajo.

- ¿Qué impresión te gusta generar a tus clientes?
-Bueno, que estén contentos con el trabajo y que sientan que el dinero que han invertido es un buen dinero gastado. Muchas veces pasa que al ser el amigurumi algo tan único y que lleva tanto tiempo, los piden personalizados para regalos, aniversarios, cumpleaños, o para recordar ya sea mascotas, personas. Siendo algo bastante simbólico. Me gusta que cuando el cliente recibe y se nota su satisfacción, se nota que le ha gustado, que le ha agradado.

- ¿Cuáles son tus planes a futuro con Joselina?
- Bueno, yo actualmente estoy feriando con amigurumis, pero me gustaría -y hace rato lo vengo pensando- producir ropa. Tanto tejida a crochet como a dos agujas, como mezclando crochet con diferentes telas, generando vestidos, atuendos de playa, tops. Tengo alguna que otra cosita tejida ahí en casa. Pero me gustaría, un poco, ampliar lo que yo hago, porque muchas veces tiende a ser algo repetitivo. Entonces, un poco te cansa hacer el mismo patrón, el mismo diseño, constantemente. Y siento que, en lo que es indumentaria, uno puede jugar mucho con las texturas, con los colores, con las tendencias. Incluso, por qué no, generar una nueva tendencia. Pero bueno, me encantaría ampliar, por así decirlo, el catálogo.

 ¿Recomiendo emprender? 
—La respuesta corta es no. La respuesta larga: yo no recomiendo emprender porque es muy jugado. Primero que nada, necesitas un dinero inicial y saber a qué público te vas a dirigir, cómo lo vas a hacer, qué vas a vender, en dónde, a cuánto... Hay mucha logística detrás que, por ahí, por la emoción, uno no la piensa. Y más que nada, el dinero inicial: si no retorna, es un garrón, porque has perdido plata y te has quedado con mercadería clavada.
Entonces, mucho jugársela al emprender. Yo creo que, si tienes una base de dinero -por decirte, por ponerte el ejemplo, 10 mil pesos- que me puedo permitir no recuperar, decir: “Bueno, hago esto, y si sale bien, genero, no sé, 30 mil, buenísimo”. Pero si no estoy en condiciones de perder esos 10 mil pesos, no. Entonces, yo creo que hay que verlo, hay que pensarlo.

- ¿Qué tan complejo es emprender y estudiar a la vez? 
- Muy, muy horrorosamente complejo. A ver, cuando es algo hecho a mano, te demanda demasiado tiempo. Y ya de por sí, estudiar también demanda mucho tiempo. Entonces, me ha pasado muchas veces -no creo que le pase a todo el mundo, pero a mí particularmente sí- que me dejo estar varias horas tejiendo. Horas en las que debería estar estudiando. Y es como que el tejido, las ventas, los días de feria, me absorben. Y no puedo encontrar ese equilibrio. Entonces, poder se puede, pero hay que tratar de encontrar el equilibrio.
Yo he emprendido y he estudiado full durante dos años, que serían el 2023 y el 2024. En 2024 pude recibirme de un curso de acompañante terapéutico, y en 2023 cursé materias en la universidad y medianamente la llevé. Pero, como te digo, de poder se puede: es todo un tema de equilibrio.

 

Compartir: