15 de mayo, 2025
Salud

La licenciada Milagros Abbondándolo explicó por qué una buena alimentación es crucial en etapas de crecimiento y cómo influye en el desempeño intelectual.

La alimentación no solo construye cuerpos, también moldea cerebros, emociones y capacidades cognitivas. En niños y adolescentes, una nutrición adecuada es clave para el desarrollo integral, incluida la concentración y el rendimiento escolar.
La licenciada en Nutrición Milagros Abbondándolo señaló que hay un vínculo significativo entre lo que se consume y el rendimiento académico. Eso se debe a que durante la niñez y la adolescencia, el cuerpo está en crecimiento y el cerebro en pleno desarrollo. Por eso, lo que se come —o lo que falta en el plato— puede tener consecuencias a largo plazo, es necesario proporcionar nutrientes para la formación y reparación del tejido cerebral, así como el correcto funcionamiento de las neuronas. 
“En especial en los primeros años de vida, el cerebro está en desarrollo y en crecimiento. Cómo hayamos alimentado ese cerebro, qué nutrientes le hayamos dado, y que carencias ha tenido, va a influir en la etapa posterior”, detalló la profesional en un diálogo con LA COLUMNA.
No se trata solo de comer mucho, sino de comer bien. “Hay personas que piensan que un niño con un peso esperable para su edad está bien alimentado, y no necesariamente. Puede tener carencias en cuanto a micronutrientes como vitaminas y minerales”, advirtió. Esta forma de malnutrición, por exceso o por déficit, puede afectar tanto al cuerpo como al rendimiento intelectual. 
De igual manera, aclara que toda persona, independientemente de la etapa vital en la que esté -incluso adulta-, debe cubrir sus requerimientos energéticos o de calorías a lo largo del día. Básicamente, para subsistir y también para poder realizar las funciones vitales, sean funciones físicas o intelectuales. Y esto no solamente se trata de llegar a una “X” cantidad de calorías, sino también tiene que ver con los nutrientes: llegar a cubrir las necesidades diarias de macronutrientes, que son los hidratos de carbono, proteínas y grasas, y los micronutrientes, vitaminas y minerales.
 
SEÑALES DE ALERTA
Algunos indicios de malnutrición pueden ser el cansancio, la debilidad muscular y, en casos de niños y adolescentes, el retraso o disminución en el crecimiento. 
Otras señales son más sutiles. “En cuanto a aspectos cognitivos se nota una disminución en la capacidad intelectual, hay falta de concentración y atención. Son chicos que a veces no son participativos, algunos distraídos, sin ánimo, con ciertas dificultades en el aprendizaje”, sostuvo. Pero aclaró que no siempre la causa es nutricional, también puede tratarse de alguna patología o de alguna situación que afecte en lo emocional, por lo que recomienda prestar suma atención e investigar la causa.
Estar atento y actuar ante la sospecha de malnutrición es esencial. La concentración es una función cerebral que permite  enfocar la atención, de manera voluntaria, en una tarea por un periodo de tiempo prolongado. Al tratarse de un proceso cognitivo, implica la participación de diversas áreas cerebrales por lo que se requiere de un cerebro bien alimentado. La concentración es fundamental en el aprendizaje, permite recordar con mayor facilidad y ayuda a lidiar con el estrés.
 
ALIMENTACIÓN QUE FAVORECE EL RENDIMIENTO
La Lic. Abbondándolo insiste en evitar dietas mágicas o listas de alimentos aislados. “No diría alimentos específicos para mejorar el rendimiento, sino más bien tener una alimentación que sea suficiente en cuanto a cantidad y calidad, que aporte todos los grupos de alimentos; que se adapte a las necesidades de cada persona, porque cada uno tiene sus necesidades propias. También que sea equilibrada, que no predomine ningún nutriente por sobre otro”, explicó. 
En ese sentido, recomienda tener en cuenta las indicaciones de las “Guías alimentarias para la población argentina”. Incorporar frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, carnes, huevos, lácteos (o sus reemplazos vegetales) y grasas saludables como aceites, semillas y frutos secos, que no suelen ser adquiridos y son importantes. También subraya la importancia de la hidratación y de reducir el consumo de productos ultraprocesados: “Tienen muchos aditivos, son ricos en azúcares y generan picos de glucemia que afectan la concentración y la energía”.
La nutricionista reconoce que el factor económico puede llegar a ser un obstáculo, más en un contexto crisis,  por esto destaca el valor de la información y las decisiones conscientes al momento de comprar. “Nos sorprendería muchas veces en los que el alimento natural está quizás al mismo precio, o menos,  que un producto procesado. Por ejemplo, las legumbres, que son alimentos nutricionalmente muy complejos, muy recomendados, pero muy poco conocidos y muy poco consumidos. El acto de comprar va antes de comer”, reflexionó. Por lo cual, conocer los alimentos y su valor nutricional ayuda a una compra responsable.
 
EDUCACIÓN NUTRICIONAL
Cada vez más adolescentes, incluso niños, adoptan dietas restrictivas o prácticas como el ayuno intermitente sin supervisión profesional, muchas veces por presión estética. “Eso puede ser peligroso no solo para la concentración, sino para su salud. Una persona con muchas actividades no puede llevar una vida funcional con una dieta pobre”, alertó. 
Por esto, la educación nutricional es necesaria para que aprendan a llevar un estilo de vida saludable y, a la vez, sentirse bien con su imagen sin poner en riesgo la salud. Aunque la familia es el primer espacio educativo, la escuela cumple una función clave. En tal sentido, la profesional indica que “la escuela es el segundo lugar en el que el niño pasa más tiempo, por lo que cumple un rol fundamental. No solo en el educativo en sí, que se refiere a dar clases o contenidos de nutrición, que es muy necesario que haya hoy en día. Sino también en garantizar el acceso a alimentos saludables dentro de la escuela. Por ejemplo, a través de kioscos o comedores saludables, algo en lo que todavía nos falta mejorar mucho”.
La conclusión es clara: comer bien no es solo una cuestión estética ni un lujo, sino una inversión en salud y educación.
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