En la última década, un fenómeno cultural y político conocido como “ideología woke” ha ganado terreno en varios rincones del mundo.
En nuestro país desde que el presidente ante el Foro de Davos habló de la misma muchos desconocían el término y aún hoy continúan sin saber que es.
Este término, inicialmente usado de manera despectiva, hace referencia a una serie de creencias relacionadas con la justicia social, la lucha contra el racismo, la igualdad de género, la diversidad sexual y la inclusión.
Va de suyo que todas estas cuestiones son las que literalmente el presidente abomina y por las que vocifera sin ningún prurito.
Si bien estas causas no son nuevas, la manera en que se han articulado y la intensidad con la que se han promovido en el espacio público han provocado debates acalorados todos ellos superados por la diatriba que lidera Milei.
A lo largo de 2024 y 2025, algunos líderes mundiales han comenzado a tomar posturas firmes en contra de lo que consideran una ideología progresista extremista, entre ellos esta Donald Trump.
Probablemente nuestro presidente se ve ahora con más fuerza para asestar mandobles discursivos contra dicha ideología teniendo a su lado al poderosísimo habitante de la Casa Blanca.
Ambos, desde diferentes puntos del espectro político, han utilizado el concepto de la ideología woke para movilizar a sus bases y posicionarse como opositores de una agenda global que, según ellos, busca imponer un control autoritario sobre las sociedades y restringir la libertad de pensamiento.
Pero en sí, que implica el término "woke", este tiene sus raíces en la cultura afroamericana de los años 60, donde se usaba para describir una persona consciente de las injusticias sociales, especialmente en relación al racismo.
A medida que la ideología fue adoptada por movimientos progresistas en todo el mundo, su significado se expandió para abarcar cuestiones como el feminismo, la lucha contra la discriminación por orientación sexual, y la protección del medio ambiente.
Fundamentalmente dicha ideología se basa en la noción de que las estructuras sociales, políticas y económicas están impregnadas de injusticia y opresión.
En ese contexto, el concepto se convirtió en un vector para denunciar las desigualdades sistémicas, desde el racismo estructural hasta la discriminación laboral por género.
En su núcleo, los defensores de la ideología woke promueven la idea de que una sociedad más justa debe cuestionar y desmantelar las normas y estructuras establecidas que perpetúan estas desigualdades.
Sin embargo, la forma en que se expresa la ideología woke también ha suscitado críticas. Muchos consideran que ha llegado a ser excesivamente dogmática, buscando una corrección política extrema y, en algunos casos, promoviendo la censura y la cancelación de aquellos que no se alinean con sus principios.
La polarización en torno a esta ideología ha sido feroz, y los detractores afirman que la lucha por la justicia social se ha convertido en una forma de control cultural.
Y en este revulsivo 2025, Javier Milei, ha sido uno de los exponentes más notorios de la crítica a la ideología woke en América Latina.
Recordamos que a lo largo de su campaña electoral y en su discurso como presidente, Milei ha rechazado de manera tajante las políticas progresistas que, según él, promueven una agenda de "progresismo suicida" que pone en peligro la libertad individual y la economía de mercado.
En su intervención en el Foro Económico Mundial de Davos a principios de 2025, Milei profundizó en su crítica, calificando a la ideología woke de ser una amenaza a la libertad de expresión y al desarrollo económico global. "La ideología woke es una forma de autoritarismo cultural que busca imponer sus valores a través de la censura, la cancelación y la persecución de aquellos que no se alinean con su visión del mundo", dijo Milei en su discurso. "Este tipo de políticas, más que promover la justicia social, han generado una nueva forma de opresión, una opresión ideológica".
Ya sabemos de la personalidad del presidente, conocido por su estilo combativo y su retórica disruptiva, argumenta que los movimientos woke desvirtúan los problemas reales que enfrentan las sociedades, como la pobreza, la corrupción y la inflación.
Para él, en lugar de centrarse en soluciones prácticas y concretas, la ideología woke crea divisiones innecesarias y promueve una cultura de victimización. “El enemigo real es el estatismo y la burocracia. Si seguimos el camino de la ideología woke, corremos el riesgo de caer en una trampa que nos aleje de la prosperidad económica”, aseguró.
Este discurso resonó entre sectores conservadores y liberales de todo el mundo, que vieron en Milei un aliado en la lucha contra lo que consideran un exceso de corrección política y una tiranía de las minorías que intentan imponer sus valores sobre la mayoría.
Pero ahora ya no está solo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha mostrado una postura enérgica contra la ideología woke, desde su salida de la Casa Blanca en 2021 hasta su regreso hace pocos días, Trump ha seguido utilizando el concepto de "wokeism" (wokismo) como uno de sus caballos de batalla en sus discursos y en su campaña presidencial de 2024.
En sus intervenciones públicas, Trump ha afirmado que el movimiento woke es una amenaza directa a los valores fundamentales de Estados Unidos, como la libertad de expresión, el patriotismo y la integridad cultural.
En su discurso durante un mitin en Florida en 2024, Trump manifestó: "Los woke están tratando de destruir nuestra historia, nuestra cultura y nuestras instituciones. No vamos a permitir que nos sigan imponiendo su agenda radical".
Para Trump, la ideología woke se ha infiltrado en todos los aspectos de la vida estadounidense, desde las universidades hasta las grandes empresas y los medios de comunicación.
En este sentido, su mensaje se ha centrado en la necesidad de restaurar una América "grande y libre", donde el individualismo, la responsabilidad personal y el respeto por las tradiciones sean valores centrales. "Nos estamos enfrentando a una guerra cultural. Es hora de recuperar nuestras libertades y nuestros valores", exclamó Trump en varias ocasiones.
Además, Trump ha vinculado la agenda woke con el progresismo que, en su opinión, está socavando la fuerza económica de Estados Unidos, es que sencillamente para él como para el propio Milei todo lo que representa la ideología woke es un claro obstáculo para el crecimiento económico, la creación de empleos y el desarrollo de una nación competitiva en el ámbito global.
A nivel global, la reacción contra esta ideología también se ha visto alimentada por la percepción de que los movimientos progresistas están avanzando a un ritmo acelerado, imponiendo nuevas normas sin tener en cuenta las tradiciones y valores históricos de las naciones.
Sin embargo, los defensores de la ideología woke argumentan que esta lucha es necesaria para avanzar hacia una sociedad más inclusiva y justa.
En un mundo globalizado, donde las desigualdades y las injusticias son cada vez más evidentes, sostienen que es vital cuestionar las estructuras de poder dominantes y promover la equidad en todos los niveles.
Estamos ya no en una lucha desde lo físico y presencial, sino más bien en una batalla ideológica con final incierto, pero lo que es claro es que el debate sobre la ideología woke seguirá marcando la política global en los próximos años.
La forma en que se resuelva esta disputa ideológica podría redefinir las políticas internas de muchos países y, por ende, el panorama político mundial, es aquí que los hombres de este tiempo deberían retrotraerse mas de 2500 años y recordar lo que dijo en ese entonces el filósofo griego Anaxagoras “Es preciso suponer que en todo lo que se combina hay muchas cosas de todas clases, y semillas de todas las cosas, que tienen formas diversas y colores y sabores diferentes” esto es una realidad inmutable y absoluta que la humanidad debería reconocer y aceptar.
Julio César Coronel